Políticas

27/5/2022

Santilli quiere una Policía Bonaerense entrenada por el sionismo

El aspirante a gobernador del PRO viajó a Israel y reclamó el depsliegue de 15.000 efectivos en el Conurbano.

Santilli con la ministra de Interior israelí, Ayelet Shaked.

El aspirante a gobernador Diego Santilli viajó a Tel Aviv en medio de la interna caliente del PRO y se sacó una foto con la ministra de Interior israelí, Ayelet Shaked, conocida como la “Dama de Hierro” por ser la cara visible de una de las alas más reaccionarias y represivas del régimen sionista. Posando con la ultraderechista Shaked, Santilli reclamó más presupuesto para la Bonaerense y el envío de 15.000 efectivos de la policía de la provincia a “los centros calientes” del Conurbano.

Está muy claro que las “palomas” del PRO, como se identifica a los alineados con Larreta como el propio Santilli, no difieren en materia represiva de los “halcones”, el sector de Macri y Bullrich que pretende integrar al facho de Milei en Juntos por el Cambio, mientras este sigue chichoneando en la interna de la coalición opositora.

Contra los trabajadores

Las zonas “calientes” a las que se refiere Santilli como objetivo para el desembarco de miles de agentes son aquellas donde la pobreza y la miseria supera al 50% de la población, y la desocupación, el trabajo precario y los salarios demolidos por la inflación hacen estragos en la población trabajadora. El latiguillo “más policía en las calles” es el complemento de las amenazas al movimiento piquetero y de la judicialización y persecución a los luchadores. Un signo de que el ajuste fondomonetarista solo puede imponerse a la fuerza.

No es la primera vez que el PRO le asigna al Estado genocida de Israel la función de asesor en materia represiva. Lo hizo Cristian Ritondo cuando fue ministro de Seguridad de Vidal, con el “Curso Internacional Argentina-Israel” dictado por Four Troop, una empresa formada por exagentes de seguridad israelíes que “capacitó” a la Bonaerense en técnicas de combate urbano.

Sergio Berni, el ministro de Axel Kicillof a quien los medios de prensa le prodigan un generoso tiempo para contestar a cada anuncio del gobierno nacional, nada dijo sobre esta movida de Santilli. En 2012, cuando era secretario de Seguridad de la Nación de Cristina Fernández de Kirchner, el represor de Guernica recibió con bombos y platillos al ministro de Seguridad israelí para compartir “información” y “tecnología”. Hoy, no se cansa de reafirmar sus coincidencias con Bullrich.

“Todos” con el sionismo

El asesoramiento de la policía a cargo de los servicios de seguridad israelíes es un eslabón de la larga cadena que ata al régimen semicolonial argentino al imperialismo.

El Estado sionista es un centro de peregrinación no solo de la oposición de derecha sino también del oficialismo; una consecuencia del pacto con el FMI. A fines de abril el cristinista Wado de Pedro encabezó como ministro de Interior una numerosa comitiva argentina de ministros, gobernadores y representantes de diez provincias que fue recibida por el presidente del gobierno sionista, Isaac Herzog. La “misión económica” unió en una comitiva común a kichneristas y albertistas, que reivindicaron la “heroica lucha” del Estado de Israel en plena escalada de los bombardeos sobre la Franja de Gaza y acciones contra el ejército de ocupación israelí.

Los coqueteos con el sionismo marcaron al gobierno de Alberto Fernández desde un inicio. En su primer viaje al exterior el presidente se dirigió a Israel para entrevistarse con el criminal Benjamin Netanyahu, en una acción pergeñada por la vicepresidenta Cristina Fernández para darle credibilidad de pago al capital financiero y el imperialismo.

No se trata de “profesionalizar” a una Bonaerense que es una mafia, sino de desarticularla de raíz. La seguridad ciudadana es incompatible con el reforzamiento del aparato represivo del Estado, implicado a fondo en el narcotráfico y el delito organizado. Santilli y el PRO posan en realidad como variante de recambio político ante el gran capital, con la necesaria mano dura para ejecutar las reformas antiobreras y el ajuste del FMI.