Políticas

16/6/2022

Scioli promete una “actitud productiva” aplicando políticas que agravan la recesión

Presión devaluatoria, suba de tasas y cepo a las importaciones.

Daniel Scioli fue ungido como ministro de Desarrollo Productivo.

En el día de hoy asumió Daniel Scioli como nuevo ministro de Desarrollo Productivo, reemplazando al eyectado Matías Kulfas, y prometió que en su gestión prevalecerá “la actitud productiva”. Sin embargo, la orientación del gobierno va en sentido contrario: aumentaron nuevamente las tasas del Banco Central y está previsto reforzar el cepo a las importaciones, medidas que actúan como aliciente de la recesión económica.

Sobre esto último, si bien formalmente desde el gobierno descartan añadir nuevas trabas a las importaciones, sus funcionarios, en distintas declaraciones, dejan entrever que avanzarán en esa dirección. El propio Scioli dijo al respecto que “se asignarán prioridades para administrar las reservas”, y, a su turno, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, habló de “sintonía fina” para que las mismas no superen los USD 6.500 millones mensuales (en mayo fueron de USD 7.800 millones).

Por otro lado, el Banco Central acaba de aumentar tres puntos la tasa de interés, llevando la tasa efectiva anual (reinvirtiendo intereses) de las Leliqs a 20 días al 66,5%. Fue la corrida cambiaria de los últimos días el factor que precipitó esta nueva suba de tasas, la sexta en lo que va del año. El antecedente había sido la “minilicitación” de deuda del martes pasado, donde Economía ofreció bonos a corto plazo (con vencimientos dentro del 2022) y a una tasa de interés tres puntos más alta que en la anterior subasta. A su vez, la tasa efectiva anual de la refinanciación de tarjetas de crédito trepó al 74,5%, constituyendo un duro golpe al consumo.

Con estas medidas recesivas, el gobierno no solo busca arrimarse a las metas fijadas por el FMI en materia de acumulación de reservas y política monetaria; sino también contrarrestar las presiones devaluatorias del “mercado”, que son cada vez más irrefrenables, dado que el BCRA, a pesar del ingreso récord de divisas por el auge exportador, no puede acumular reservas. El oficialismo es consciente que un salto abrupto del dólar oficial encierra un potencial hiperinflacionario que agravaría el descontento popular así como también los choques al interior de la propia clase capitalista -pondría al rojo vivo la cuestión de las tarifas, por ejemplo. Al mismo tiempo, dinamitaría el esquema de deuda en pesos, desatando una corrida a gran escala y echando por tierra el pacto con el Fondo.

Toma fuerza el reclamo que levanta un sector del gran capital de devaluar la moneda. Lo muestra la reciente venta masiva de bonos CER y la consecuente suba de los dólares financieros, pero también se ve nítidamente en el acopio de granos que vienen llevando adelante los productores de soja a la espera de una devaluación. La liquidación de divisas récord por parte del sector responde únicamente al boom de los precios internacionales, ya que las cantidades exportadas están en los niveles más bajos de los últimos cinco años. En ese sentido, “al 1 de junio pasado, los productores –según los últimos datos oficiales– habían vendido 17,3 millones de toneladas de soja 2021/22, una cifra que representa casi un 40% de la cosecha estimada” (Bichos de Campo, 13/6), 9% por debajo de la campaña anterior. A raíz de la ampliación de la brecha cambiaria -que llegó al 100%- esta tendencia se acentuó en la última semana, donde se comercializaron 208.000 toneladas menos que en los siete días previos.

Es un círculo vicioso, ya que la escalada inflacionaria, la brecha cambiaria y la escasez de reservas avivan las presiones sobre el tipo de cambio. Al mismo tiempo, las corridas cambiarias y la retención de la cosecha para imponer una devaluación agudizan la brecha cambiaria (se recalienta el precio de los dólares financieros), la crisis de reservas (menos dólares liquidados y más venta de divisas del BCRA para contener las cotizaciones paralelas) y la inflación (al incrementarse las expectativas de devaluación cuando se amplía la brecha cambiaria).

Estamos frente a un gobierno completamente acorralado, que no solamente agrava las contradicciones descriptas -y alimenta la recesión- intentando contener una disparada del tipo de cambio, sino que carece de los recursos para sostener esa tarea en el tiempo. Sumado a que sigue virtualmente vedada la posibilidad de endeudarse en dólares dado que el riesgo país está por las nubes debido a la bancarrota estatal, fruto de la incesante fuga de capitales. Y, además, el panorama mundial no ayuda: asciende el precio internacional de la energía y demás insumos de importación (lo cual se conjuga con la huelga de inversiones local) y sube la tasa de interés de la Reserva Federal estadounidense, promoviendo un repliegue de los capitales colocados en los países emergentes. Cartón lleno.

Los trabajadores no podemos seguir pagando los costos de este descalabro. Debemos arrancar desde las bases un paro nacional y un plan de lucha en defensa de nuestras condiciones de vida y construir una alternativa política propia que pelee para que la crisis la paguen los capitalistas.