Luego de que Milei ganara en el balotaje, los consumidores desayunaron este martes con aumentos de hasta 45% en las góndolas de los supermercados, incluso a pesar del acuerdo de Precios Justos pactado con el gobierno hasta el 31 de diciembre. El “libertario” confesó que “los precios están reprimidos” y anticipó un alto nivel de inflación durante los primeros meses de su gobierno, tal es así que afirmó: “no descarto una hiperinflación”.

Esto porque a la inaguantable inflación del 120% anual se van a sumar nuevos naftazos y tarifazos en los servicios públicos para avanzar en el recorte de subsidios, lo que impacta en toda la cadena productiva. Es decir que los salarios se van a seguir pulverizando.

En el caso de los alimentos, la escalada inflacionaria ya viene con envión. Gracias a medidas como los beneficios cambiarios a las patronales agrarias (tipo dólar soja) se promueve el acople de los precios internacionales con los precios del mercado interno, e implica un alto nivel de emisión monetaria que fogonea la depreciación del peso.

En paralelo, con estas subas, las empresas como Mastellone, Unilever, Coca Cola y otros gigantes se cubren frente a la incertidumbre que plantea el programa económico del libertario, manejando los precios a gusto y abrochando el bolsillo de los laburantes. En la Secretaría de Comercio, de hecho, hubo empresas que admitieron que “estamos pactando precios a valor dólar futuro”, anticipándose a la devaluación que está barajando el nuevo gobierno para aplicar el ajuste fiscal brutal.

“Mastellone, la firma que produce la leche La Serenísima, avisó que subirá sus precios un 50 por ciento, lo mismo que la fabricante de higiene personal Colgate. La multinacional Unilever, que produce limpieza y alimentos, pasó aumentos del 40 por ciento, mientras que Arcor envió mensajes con hasta un 35 por ciento de incremento. Procter and Gamble subió un 30 por ciento, mismo margen que la estadounidense Mondelez. Mientras que Coca Cola pasó un listado con subas de hasta el 35 por ciento” (Página12, 22/11).

A esto se agrega que las empresas se encuentran reteniendo mercadería y generando desabastecimiento, a la espera de que el nuevo presidente asuma y libere los precios generales de los alimentos. “Las entregas están supeditadas a la aceptación de las nuevas listas de precios. Si no los aceptás, no te entregan”, afirmaron desde las comercializadoras. A su vez, los supermercadistas aprovechan para nivelar los precios “congelados”, amasando fortunas con el encarecimiento de productos básicos.

La Secretaría de Comercio comenzará a reunirse desde hoy con las empresas productoras y comercializadoras para intentar ir a un nuevo acuerdo de precios, una medida que ya demostró su fracaso, y así intentar evitar una hiperinflación, al menos hasta el 10 de diciembre. En principio, Matias Tombolini habría ofrecido un aumento autorizado del 5 por ciento a percibirse ahora y un 8 por ciento de aumento desde el 4 de diciembre, sin firmar un nuevo acuerdo. Las empresas, que ya se encuentran reticentes a cumplir los acuerdos en curso, afirmaron que lo pensarán, sin dar mayores certezas. Otro plan improvisado del gobierno en el marco de la transición.

Esta situación, al borde de la hiperinflación, es a la que nos ha llevado el gobierno del Frente de Todos con sus políticas inflacionarias (sobre todo en alimentos), como la quita de retenciones y los beneficios cambiarios a las patronales agrarias. Ahora Milei busca profundizar ese camino prometiendo la quita de retenciones en paralelo a un ajuste fiscal de envergadura y una dolarización, lo que genera presión sobre los precios y vaticina que una devaluación de gran magnitud está a la vuelta de la esquina.

Aunque el “libertario” sostenga que esta política de shock la pagará “la política”, dejó bien en claro que los principales recortes fiscales recaerán sobre la asistencia social, los empleos estatales y las jubilaciones, al tiempo que se desvalorizará el poder adquisitivo de los ingresos de la población, mientras los precios continuarán creciendo incluso en mayor medida. La única manera de enfrentar esta embestida es organizarnos para defender nuestros salarios y nuestras condiciones de vida.

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