Políticas

31/10/2022

Se agrava la crisis con las importaciones y cae el crédito a la industria

Las consecuencias recesivas de la agenda del FMI.

Se agudizan las restricciones a las importaciones.

En septiembre, la industria cayó 1,8% respecto a agosto y se espera un enfriamiento de la economía. Lo anterior está vinculado con las trabas para importar y con el encarecimiento del crédito privado como consecuencia de los sucesivos aumentos de las tasas del Banco Central. Ambos factores obedecen a prescripciones realizadas por el Fondo Monetario, de acumulación de reservas, por un lado, y de avanzar en tasas reales positivas, por otro.

Como señalamos en un artículo anterior, el endurecimiento de los controles a las compras al exterior se refleja nítidamente en que la deuda privada por importaciones creció U$S 5.420 millones entre el segundo trimestre 2021 y el segundo trimestre 2022, debido a las dificultades en el acceso al mercado de cambios oficial. En septiembre observamos que esa tendencia continúa firme: según el informe cambiario del BCRA, la importación de bienes en dicho mes representó una salida de U$S 5.943 millones de las reservas, sin embargo, esas operaciones fueron facturadas por U$S 6.509 millones; la diferencia se saldó contrayendo préstamos.

El gobierno espera que a partir del nuevo esquema de importaciones (SIRA), vigente desde el 17 de octubre, estas se reduzcan U$S 1.000 millones por mes hasta fin de año (BAE, 30/10). Los resultados ya están a la vista: según los datos de la consultora HLF, tras la implementación del SIRA solo el 12% de los pedidos fue autorizado, el 52% quedó observado, el 28% bajo análisis y el 8% anulado.

Sucede que este esquema hizo que muchos importadores pasaran a tener Licencias No Automáticas además de que quedaron sin efecto las medidas cautelares destinadas a eludir las trabas. El refuerzo de las restricciones consiste en la “verificación del cupo importador en tiempo real, un mayor control en la trazabilidad de toda la operación y la creación de una cuenta corriente única de comercio exterior” (Ámbito, 18/10) que analiza la capacidad financiera del importador, por ejemplo, constata que este cuente con los pesos suficientes a la hora de solicitar acceso a las divisas del BCRA.

El gobierno solo ofrece improvisaciones a los fines de paliar los efectos recesivos de las medidas mencionadas, como liberar las importaciones de aquellas empresas que realicen sus pagos con dólares propios. Algo que ninguna aceptará, puesto que prefieren seguir haciendo negociados con la brecha cambiaria -aprovechando que tienen acceso a un tipo de cambio más barato- y mantener intacto su patrimonio en moneda extranjera. Sin ir más lejos, el 50% de la deuda por importaciones está compuesto de autopréstamos, lo cual demuestra que son multinacionales que detentan dólares propios para pagar lo que compran del exterior, pero aún así optan por meter mano en las reservas, con la anuencia gubernamental.

Ejemplo de esto es la industria automotriz, que redujo su producción a la mitad en relación a 2011, y no tiene previsto aumentarla en el 2023 a pesar de las prerrogativas oficiales, aduciendo dificultadas para importar autopartes cuando está claro que cuentan con dólares propios para la importación ya que se trata de empresas trasnacionales que además conforman uno de los principales complejos exportadores del país.

Por otra parte, la constante suba de tasas, a pedido del FMI, desvió el crédito bancario hacia las letras del Banco Central y los bonos del Tesoro, en detrimento de los préstamos a la industria. Tal es así, que los títulos públicos representan el 50% del activo de los bancos y el financiamiento al sector privado apenas el 30% (Infobae, 31/10).

Como vemos, el programa fondomonetarista acicatea la recesión económica y las consecuencias las pagamos los trabajadores. Por eso debemos derrotarlo en las calles y abrir paso a una salida obrera y popular a la crisis.