Políticas

22/7/2021

Editorial

Si todos ellos hundieron al país, ¡vamos con la izquierda!

Un período electoral que arranca. Una crisis que nunca termina.

El proceso electoral se abre paso con la presentación de las alianzas y las candidaturas que tiene lugar en estos días. La campaña convive, y así será hasta el final, con un cuadro convulsivo, que incluye tensiones cambiarias, una agudización de la inflación que no cede, la caída de la actividad económica y el florecimiento de luchas que ganan las calles a lo largo y a lo ancho del país.

Listas no tan listas

Las idas y vueltas en el cierre de las candidaturas demostraron que esto es bastante más que poner nombres en una boleta. El peronismo se dirime entre sus grietas internas, con un sector de la alianza gubernamental (cercano a Cristina Fernández) que busca utilizar las listas para desarmar el gabinete. En concreto, proponen que ministros como Santiago Cafiero, Daniel Arroyo y Martín Kulfas sean candidatos, para buscar en las urnas una salida decorosa. Estas tensiones se inscriben en un fracaso económico y político de una gestión a la que le cuesta dar respuestas genuinas por los indicadores económicos y los más de 100 mil fallecidos por el Covid-19.

Este intento del sector cristinista, que busca darle más luces a Kicillof en la campaña de la provincia de Buenos Aires (“madre de todas las batallas”), es denunciado por el macrismo como una suerte de “giro nacionalista”. Esto lo utiliza para hacer una agitación política que expresa que el voto a la derecha sería útil para “no ser Venezuela”. Cualquier denuncia de “intervención estatal” no tiene mucho sentido práctico en un país cuyo gasto público fue reducido en términos reales un 64% por Guzmán y su equipo en el primer semestre del 2021, en relación al mismo período del año anterior. El macrismo también mostró problemas en las listas. En CABA y provincia de Buenos Aires Larreta impuso su espacio por sobre el resto. Su nuevo armado, para intentar sacarse el lastre de haber estado en la Rosada hasta 2019, pasó a cambiarse el nombre (“Juntos”). Mientras esta nota se cierra, la coalición iría a una gran Paso en Santa Fe mientras que en Córdoba no puede todavía lograr una lista única por ahora porque Mario Negri no quiere ceder nada de su espacio.

Las razones por las cuales la derecha tiene ese ángulo político y tuvo rispideces de todo tipo antes de cerrar sus candidaturas son básicamente tres. En primera instancia, todavía está muy fresco el fracaso económico del macrismo. A su vez, Juntos por el Cambio encuentra inconvenientes para llevar adelante un programa propio (que no abandona) en la medida en la que la mayor parte de la burguesía y el FMI más allá de algún problema puntual avalan la política de ajuste del gobierno nacional. Por último, un sector del “establishment”, que mira con buenos ojos a Larreta para un potencial cambio, pide otro tipo de frente que el de Macri, que se ajusta a sumar espacios como el de Monzó en la provincia de Buenos Aires, la centroizquierda, y trazar puentes con espacios del peronismo, sobre todo vinculados a las gobernaciones.

Los dos espacios políticos mayoritarios no aseguran que la burguesía ponga algún huevo en otra canasta. La designación por parte de Florencio Randazzo de Carolina Castro, que forma parte del Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), para diputada nacional, va en esa orientación. Por otro lado, con respecto a los autoproclamados “libertarios” que están dentro de la interna con Macri y Larreta, García Moritán dio la nota cuando vaticinó “un dólar a 400 pesos”. Nadie puede endilgarle a quienes van “por fuera” un programa distinto, y si había alguna duda Milei se encargó de despejarla, cuando acusó esta semana a María Eugenia Vidal de “colectivista”. Por ahora, igualmente, estos espacios funcionan más como grupo de presión que como verdadera alternativa de poder de la burguesía, que igualmente siempre busca hacer control de daños frente a posibles estallidos.

Todos (y) Juntos nos hundieron

Los números con los que se llega a estas elecciones marcan una situación social crítica: 45% de pobreza y más de 10% de indigencia, solo por citar algunos. El gobierno buscará echarle la culpa a la pandemia y a la gestión anterior. Nadie duda que el macrismo fue ajuste, fuga de capitales, endeudamiento y fracaso económico, pero Alberto Fernández profundizó el rumbo heredado. Según un informe de la Dirección General de Estadística de la Ciudad, una familia tipo necesita 99.684 pesos para ser “de clase media”, indicador que sube a 140.000 si se le incorpora un alquiler. El Salario Mínimo “actualizado” en los últimos días por el gobierno es de 27.000 pesos.

El declive del salario real es brutal. La inflación del 3,2% de junio llevó la cifra de aumento de precios en lo que va del 2021 por encima del 25% y la interanual al 50%. Los alimentos, además, subieron 1,1% solamente en la primera semana de julio. La carne, a su vez, viene teniendo un incremento del más del 5% mensual y de un 8% en junio. Un informe del ISEPCI (Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana) asegura que la variación interanual de precios de los distintos cortes de carne llega al 81,53% entre junio del 2020 y el mismo mes del 2021. En 2012, un salario mínimo alcanzaba para comprar 86 kg de carne. Hoy solo llega a 40. El macrismo, que hoy busca sacar rédito de la inflación, tuvo uno de los años en los que la carne más subió (2019, 63%). No hay asado en la urna de ambos lados de la grieta.

El problema inflacionario será más pronunciado. Lo anticipa el dólar blue a más de $180 y una brecha que casi llega al 90%. La inflación acumulada entre la devaluación latente que pide la mayoría de la burguesía y el esquema de subsidios a las tarifas que el gobierno se prepara para ir soltando hace indicar que nada será mejor.

Los paliativos del gobierno (reapertura de paritarias, ampliación de la asistencia social, elevación del SMVM), ante semejante situación, son limitados y tardíos. Por eso busca hacer foco en la vacunación, que sería “su fuerte”. La gestión de la pandemia, sin embargo, muestra otra cosa: 100.000 muertos, cifra que solo comparte con otros 10 países del mundo. Si se mira el cuadro de “vacunación completa” (dos dosis) Argentina está por debajo de Brasil y del promedio mundial. El gobierno se jacta de una mejora que proviene de un arranque muy de abajo, en un contexto en el que nada descarta la tercera ola, con la variante Delta atacando al planeta. La vuelta a clases total que buscan Trotta y sus paladines provinciales choca contra una situación sanitaria que no está para nada resuelta.

Los de arriba y los de abajo

Frente a este cuadro convulsivo, en oposición, florecen luchas importantes. Mientras esta nota se cerraba, en las calles del centro avanzaba la movilización de trabajadores de Garbarino que se organizan contra los despidos. Siguen los pasos de Bimbo, de EMA/Edesur y del Garrahan, clínica San Andrés, Arrebeef, Ferroviarios del Roca. Es lo que quedó asentado en el Obelisco en la gran jornada del Plenario del Sindicalismo Combativo.

El Frente de izquierda Unidad irá a las elecciones con el objetivo de ser la representación política que se plante para derrotar al ajuste, y para ser un canal para la profundización de las luchas en curso. Entendiendo que eso implica una pelea con un solo puño frente a los partidos del régimen, las listas unitarias se hacen fundamentales. El MST, sin embargo, insiste en competir en unas Paso. No solamente esto atenta contra el objetivo de ser una alternativa de conjunto frente al ajuste, sino que esto se hace más grave por el contenido político que intenta justificar tal decisión autoproclamatoria. Ellos representarían, según sus palabras, la “ampliación”, que dicho sea de paso no especificaron. ¿A quién buscan sumar Bodart y compañía? ¿A sectores de centroizquierda que están o con Larreta o con el gobierno? ¿A Luis Juez, con quien ellos estuvieron en listas juntos en el pasado? La independencia política que el FIT-U representa requiere estar a la altura.

De nuestro lado, el Frente de Izquierda se organiza en la pelea electoral, bien “de abajo”. Lo demuestran las asambleas con 1.000 personas en Mar del Plata y 600 en José C. Paz de los últimos días, con Néstor Pitrola y Romina Del Plá. También el acto en Villa 31 con Gabriel Solano, Vanina Biasi y Amanda Martín que reunió 500 vecinos la semana anterior. Mientras esta nota es leída, el Partido y el Polo Obrero de La Matanza organizan un acto “de punta a punta” para este jueves 23. La campaña del PO de Córdoba también lo pone de manifiesto: 1.500 personas en  una histórica asamblea en San Vicente y la misma cantidad de gente que colmó la Plaza de la Intendencia en defensa de las luchas del movimiento de mujeres y diversidades, con Soledad Díaz y Cintia Frencia. Algo similar expresa la enorme asamblea de Chos Malal, en Neuquén, en la que estuvo Patricia Jure. Hubo asambleas de la juventud en Caleta Olivia (Santa Cruz), con 150 jóvenes, y Jujuy.

La extensión nacional de esta pelea presenta cada vez más desafíos.  El carácter “popular” de nuestra campaña política, que encuentra un puntal importantísimo en las masas más golpeadas por el ajuste, se presenta de forma más que exitosa. Para ofrecer un canal de intervención contra los ataques en curso de “los de arriba” y sus expresiones políticas esto es fundamental.

La situación no se aguanta más. Los diferentes partidos que deterioraron las condiciones de vida hasta el hartazgo no pueden seguir como si nada. Nuestro frente se organiza para mostrar estrictamente lo contrario. Es momento de dar un golpe. Si ellos nos hundieron, enfrentemos el ajuste con la izquierda.

https://prensaobrera.com/politicas/el-dolar-y-el-ajuste-en-campana-electoral/