Políticas

12/8/2022

Suben la tasa de interés a 96,8%, un negocio usurario de la banca que pagamos los trabajadores

El gobierno volvió a aumentar el rendimiento de las Leliq, agravando la recesión.

Banco Central de la República Argentina.

El BCRA dispuso un aumento de 950 puntos básicos para la tasa de política monetaria, que llega así a 69,5% de Tasa de Interés Nominal Anual. De esta manera, la tasa efectiva anual de Leliq trepa a 96,8%, por encima de la inflación proyectada y en su nivel más alto desde octubre de 2019, tras acumular un incremento de 31,5 puntos desde que comenzó el año y de 17,5 puntos en dos semanas. Dentro de los lineamientos del FMI se encuentra avanzar en tasas reales positivas para los instrumentos nominados en pesos y la autoridad monetaria viene aumentándolas agresivamente con el presunto objetivo de contener la suba de precios y evitar nuevas corridas cambiarias, a un costo usurario y recesivo para el país.

Con esto el gobierno garantiza una tasa de interés por encima de la inflación pero sobre todo por encima de la tasa de depreciación del peso, de manera tal que esto ofrezca rendimientos positivos en dólares a la banca. Si por un lado la suba de tasas vuelve más atractivas aquellas inversiones financieras en moneda local, ofreciéndole un reaseguro a los especuladores, desalentando una corrida hacia el dólar y colaborando con absorber los pesos circulantes, al mismo tiempo encierra consecuencias que alimentan la inflación. La suba de tasas del BCRA eleva el costo financiero de los créditos a la producción y al consumo, lo que recrudece la tendencia recesiva y a su vez, los industriales trasladan ese mayor costo al precio final que pagan los consumidores.

En paralelo, como se encarecen los intereses de las letras que emite el Banco Central, la entidad debería aumentar la emisión monetaria para cancelarlos, con sus consecuentes efectos inflacionarios. Este incremento de tasas implicará una ampliación de los intereses de las Leliq en casi $200.000 millones (El Cronista, 11/08/22). Para reabsorber esos pesos y cumplir con las restricciones a la emisión de billetes que impuso el FMI, el Central se ve obligado a emitir nuevas Leliq aumentando la bola de nieve de deuda en pesos, una bicicleta que eventualmente se tornará insostenible. Es una bomba de tiempo ya ni siquiera presenta la posibilidad de licuarla con un salto devaluatorio, porque eso dispararía la deuda del Tesoro, que acaban de canjear linkeando al dólar.

Mientras tanto, el BCRA sigue perdiendo reservas día a día, encontrándose ya éstas en valores negativos, porque viene financiando la fuga de capitales buscando contener las cotizaciones paralelas del dólar y por los pago de importaciones y deuda externa. Esto constituye una muestra del rumbo al quebranto en el que se encuentra el patrimonio del Banco Central, con una hipoteca en pesos que se acrecienta día a día y con reservas líquidas en rojo. Lo mismo puede decirse de la presión que ejerce sobre el Tesoro, obligando a subir también sus tasas de interés para poder refinanciar vencimientos y cubrir el déficit fiscal. Todo conduce a una nueva crisis de deuda, que amenaza con desatar una corrida bancaria. Solo una banca estatal única controlada por los trabajadores permitiría resolver esta contradicción, poniendo fin al parasitismo imperante y concentrando el ahorro nacional para dirigirlo al desarrollo productivo y a la satisfacción de las necesidades sociales.

El sendero planteado por el FMI agrava el cuadro de usura. Sus lineamientos -tarifazos en los servicios, aumento del combustible, devaluación, drenaje de divisas para el pago de la deuda- continúan acelerando la escalada inflacionaria, la cual intentará ser atenuada apelando a la suba periódica de las tasas del BCRA, convirtiendo la deuda que posee la entidad en una verdadera bomba de tiempo, además de acicatear la recesión económica. El acuerdo también incluye cubrir el déficit fiscal mayormente con deuda, la cual se encuentra cada vez más indexada a los niveles inflacionarios y a las expectativas devaluatorias, por lo que dichos intereses agravarán el peso de la misma sobre las cuentas nacionales.

Mientras el gobierno le reconoce a los bancos una tasa efectiva de más del 90%, planea aumentos por suma fija para los salarios, cuyas paritarias cerraron en un promedio de 55% y 65% de aumento, cuando la inflación anual proyectada actualmente es del 90%. A su vez, el acuerdo con el Fondo continuará exprimiendo los recursos del país y agravará las penurias que sufre el pueblo trabajador. Debemos quebrar este pacto y sus consecuencias por la vía de la movilización obrera y popular y abrir un rumbo opuesto, donde los trabajadores impongan su programa de salida. Por eso, contra la parálisis y la complicidad de la CGT, el Plenario del Sindicalismo Combativo llama a movilizar el 17 de agosto por aumento de salarios, de jubilaciones y de ayuda social, y por un paro general y un plan de lucha para enfrentar el ajuste del gobierno y para que la crisis la paguen los capitalistas.

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