Políticas

11/4/2025

Trump no quiere carne argentina, y los argentinos no podemos comerla

Mientras acá cae el consumo, la secretaria de Agricultura yanqui habló contra las exportaciones argentinas.

Brooke Rollins, secretaria de Agricultura de EEUU.

La secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, respaldó la ofensiva arancelaria de Donald Trump y apuntó contra la importación de alimentos, haciendo mención a la carne proveniente de Argentina. Lo anterior pone en jaque el esquema de la industria cárnica local, que orienta su producción a la volátil demanda externa, mientras se desploma el consumo interno por los inaccesibles precios de mostrador.

En una entrevista televisiva por Fox News, la funcionaria trumpista explicitó que "Vamos a poner a Estados Unidos primero; no a China, ni a la India, no a la carne desde la Argentina, no a los productos lácteos de Canadá”. El incremento de aranceles de Trump sin dudas configura una pésima noticia para el puñado de frigoríficos que monopoliza las exportaciones en nuestro país; sobre todo teniendo en cuenta que las ventas de carne vacuna a EEUU crecieron 140,9% en el primer bimestre de 2025, en comparación interanual, según los datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

Ese boom exportador hacia el norte redujo aún más oferta en el mercado interno, que ya de por sí es restringida debido a que en el primer trimestre se faenaron 13 mil toneladas menos de carne que en el mismo período del año pasado, de acuerdo con el informe mensual que elabora el Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas ABC. Esto se traduce en fuertes aumentos en las carnicerías, volviendo al asado cada vez más inaccesible para el bolsillo popular.

Por eso en Argentina se registra el consumo más bajo de carne de los últimos 30 años. Esto no venía afectando las ganancias de los grandes frigoríficos, ya que compensaban la caída en las ventas locales en el mercado externo, agravando la dependencia nacional frente a la demanda fluctuante de las grandes potencias. El vuelco proteccionista de Estados Unidos pone al desnudo la fragilidad del esquema sobre el cual se organiza la producción de alimentos en nuestro país. La misma, lejos de estar planificada en base a las necesidades sociales, se orienta al ingreso de divisas a través de la exportación, a expensas del hambre del pueblo.

Ahora bien, esta restricción externa difícilmente ayude a abaratar la carne en el mercado interno, ya que el país se encuentra en plena corrida cambiaria, ensanchamiento de la brecha y con una devaluación en el horizonte, lo cual atiza el precio local de los cortes bovinos, justamente por tratarse de un producto de exportación. Sin ir más lejos, el kg de asado aumentó 4,7% en marzo, según el Indec, superando el índice de inflación general.

La nacionalización bajo control obrero del comercio exterior, de la tierra y de la industria alimentaria es el único camino posible para desacoplar los precios de la comida de las oscilaciones del mercado mundial y reorganizar la producción de alimentos al servicio de las necesidades de la población trabajadora.

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