Políticas

19/10/2021

Un “congelamiento de precios” trucho ante una inflación fuera de control

La única salida es recomponer los salarios y las jubilaciones de acuerdo a la canasta básica familiar.

Roberto Feletti, el nuevo secretario de Comercio, busca poner en marcha un “congelamiento” de precios de 90 días como una de sus primeras medidas de gestión. Frente a una inflación imparable, que acumula ya un 37% en lo que va del año, se trata de una aspirina que en nada aliviará el bolsillo popular y a los machacados salarios y jubilaciones. Los detalles se van a terminar de conocer por estas horas, luego de que Feletti reciba una “contrapropuesta” de las principales cadenas alimenticias y de productos del hogar.

El edicto fue presentado por el secretario como un “acuerdo consensuado”. Luego, especialmente desde la Cámara de Comercio a la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), las patronales esgrimieron sus quejas. Feletti posó de intransigente y amenazó con valerse de la Ley de Abastecimiento, pero rápidamente desde la propia Casa Rosada le bajaron el pulgar a cualquier fricción con el empresariado. De hecho, presidente y ministros desfilaban la semana pasada por el Coloquio de Idea.

Este “congelamiento” del precio de 1.600 productos de consumo masivo es el enésimo anuncio del gobierno, a pesar de los cuales el costo de vida se viene disparando incluso por encima de una inflación interanual en torno al 52%. A principios de este mismo año se impulsó un “acuerdo de precios y salarios” que terminó siendo una celada tendida a los trabajadores para imponer techos paritarios muy por debajo de escalada inflacionaria. Es decir que quienes manifiestan preocupación por la caída del poder adquisitivo de la gente son los propios promotores de la desvalorización salarial (ni hablar de las jubilaciones, que fueron desindexadas del IPC).

De esta política no se han movido un centímetro después del derrape del Frente de Todos en las Paso. Hace solo unas semanas el Consejo del Salario acordó llevar el salario mínimo a ¡$33.000 en marzo del año que viene!, cuando la línea de indigencia ya alcanzó los $30.014 en septiembre. Solo una recomposición genuina de los salarios y las jubilaciones, para que ninguna parta por debajo de la canasta básica, garantizaría una mejora del poder de compra. Pero el gobierno lo rechaza de plano; las prioridades están en acordar con el FMI.

Tras el desmantelamiento de los Precios Máximos, el gobierno necesita mostrar algún tipo de iniciativa para detener la carestía. El hecho es que una orientación fondomonetarista es incompatible con cualquier defensa de “la mesa de los argentinos”, principalmente porque es el régimen del pago de la deuda y la fuga de capitales (que se evidencian hoy en que no ha quedado ningún dólar en las reservas de todo el récord exportador) lo que está en la raíz de la permanente desvalorización del peso. Esto además por el parasitismo de la clase capitalista, que logró ubicar a la Argentina en el podio de países con más fugadores involucrados en el Pandora Papers. En este marco se ha revelado la impotencia del gobierno por superar la desorganización económica.

Ante este descontrol inflacionario, tanto el gobierno como la oposición patronal de los Milei y Juntos por el Cambio exigen que la variable de ajuste sean los salarios, las jubilaciones y programas sociales, a los cuales responsabilizan del desmadre de los precios vía emisión monetaria, cuando lo único que crece en el gasto público son los subsidios a las empresas.

Necesitamos romper definitivamente con esta orientación fondomonetarista y patronal. El Frente de Izquierda – Unidad plantea como salida un aumento de emergencia de los salarios y las jubilaciones para llevarlos a $70.000, donde hoy se sitúa la canasta básica. A su vez, reclama que se abran los libros de las empresas de toda la cadena, de la producción a las góndolas, al control obrero y popular. Es parte de un programa de reorganización social, que tiene por horizonte que sean los trabajadores quienes dirijan la economía nacional, y no quienes gobiernan para una clase social parasitaria.