Salud
14/1/2022
Los capitalistas especulan con el precio de los barbijos
Que se garanticen de manera gratuita para la población trabajadora.
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Un estudio reciente del Instituto de Salud y Seguridad Ocupacional de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos clasificó los barbijos y tapabocas según su efectividad frente a la variante Ómicron. Entre los modelos más efectivos se encuentran algunos modelos reconocidos como los N95 y KN95, que son quirúrgicos de triple capa con cierre hermético y generalmente utilizados por médicos. Al conocerse la noticia, los precios de estos ítems se dispararon en el país norteamericano, lo que corrobora cómo hasta en las cuestiones más elementales de salud frente a la pandemia de Covid-19 lo que impera es la lógica de lucro capitalista.
Un paquete de 40 barbijos KN95 de la marca Hotodeal costaba 17 dólares hacia fines de noviembre. Hoy se consiguen por fuera de Amazon a ¡80 dólares!. Algo similar ocurre con los de la marca Kimberly-Clark, que a principios de octubre cotizaban 23 dólares por 50 unidades y ahora cuestan 57 (Perfil, 13/1). Esto sin duda se reflejará en nuestro país, donde está cada vez más zanjado el camino de la privatización en el manejo de la pandemia, como demuestra el cierre de UFUs y centros de testeos y la venta de los mismos en farmacias.
Frente a las nuevas cepas, los barbijos que mejor protegen son casualmente también de los más caros. Esto produce de por sí una vasta dificultad para la población más empobrecida del país, que si quiere adquirir, por ejemplo, una sola de las unidades con el mismo nivel de protección que los K95 o KN95, el Atom Protect (Conicet), deberá abonar al momento entre $400 y $600. Es parte de la misma especulación capitalista que no se detiene aún ni ante la catástrofe social y sanitaria del Coronavirus en el mundo, como lo fueran los negociados capitalistas sobre las vacunas o su venta con sobreprecios.
A su vez, los barbijos de tela, que son los de uso más frecuente entre la población, quedaron ubicados entre los de menor protección: su capa simple protege en tan solo un 2% contra la variante Ómicron. Esto revela cuánto más urgente se hace que las patronales, beneficiadas con la supresión de los aislamientos por contacto estrecho para los vacunados, garanticen en todos los lugares de trabajo barbijos realmente efectivos; y que el gobierno se haga cargo de la provisión universal para todos aquellos que quedan exceptuados de los anteriores en un país vastamente cruzado por la desocupación. Este planteo debe ser empujado por un aumento inmediato del molido presupuesto sanitario nacional, puntapié fundamental también para reabrir los centros de testeos gratuitos cerrados y multiplicarlos de manera acorde al contexto epidemiológico que se vive. Una orientación que choca de frente con los tiempos de ajuste fiscal que atravesamos en la Argentina del FMI.
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