Salud

20/8/2020

Pandemia y salud mental: ¿negación juvenil o negación estatal?

Sobre el planteo de los nuevos asesores presidenciales frente a la salida del aislamiento obligatorio.

Integrante de Apel Salud Mental

Alicia Stolkiner

A pocos días de realizarse la primera reunión entre los nuevos asesores presidenciales en Salud Mental con Alberto Fernández, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) acaba de poner en alerta epidemiológico el problema de la salud mental en nuestro continente por los efectos de la pandemia y la cuarentena en la población.

Este martes 18, el subdirector de la OPS, Jarjas Barbosa, “advirtió sobre la importancia de contemplar la salud mental a la hora de tomar medidas sanitarias en medio de la pandemia” (OPS, 18/8).  A su vez agregó que “todo esto que está pasando en el mundo y en América afecta a nuestro bienestar. Provoca miedo, ansiedad, sufrimiento por las pérdidas cercanas, incertidumbre, soledad y estrés. Todos estamos sufriendo, especialmente los que ya tenían su salud mental comprometida. Estamos ante una gran crisis emocional, y la salud mental debe considerarse parte fundamental de las decisiones que se tomen para afrontar la pandemia”.

Por su parte, la propia directora de la OPS, Carissa Etienne, remarcó que “dos de las causas más frecuentes de discapacidad en América son la depresión y la ansiedad. Estamos observando que entre los síntomas de quienes padecen coronavirus están el insomnio, el delirio y la depresión, y que un tercio de los recuperados sufren también cambios repentinos en su estado de ánimo, ansiedad y depresión” (ídem).

Algunos relevamientos sobre esta problemática publicados en diversos medios nacionales a lo largo de estos meses fueron descalificados por referentes y funcionarios del campo de la Salud Mental, aduciendo una presunta visión “psicopatologizante” y afirmando que “lo que angustia es la pandemia pero no la cuarentena”. Ahora la OPS viene a alarmar sobre la situación de la salud mental por la pandemia y la cuarentena en la población panamericana. De hecho, el mismo día que la organización hace estos señalamientos, fue difundido un estudio de la Confederación Farmacéutica Argentina (Cofa) y el Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal donde se detalla que “entre mayo 2019 y mayo 2020, la melatonina duplicó la venta y está en falta” y que el clonazepam, en el mismo período, “aumentó el 60% la prescripción” (Infobae, 18/8). Oportunamente en distintos artículos de Prensa Obrera destacamos que el incremento exponencial del consumo de ansiolíticos y de medicamentos  para los llamados “trastornos del sueño” durante la cuarentena, en muchos casos, se han producido bajo la modalidad de “automedicación”, lo cual habla a las claras de un indicador epidemiológico y psicosocial de malestar psíquico creciente en estos meses de aislamiento obligatorio.

 ¿Negación juvenil o negación estatal? Otra polémica con la profesora Stolkiner

Luego de la reunión con el presidente, la flamante asesora Alicia Stolkiner (con quien hemos polemizado desde estas páginas semanas atrás) ha manifestado públicamente distintas preocupaciones planteadas al presidente referentes a la salud mental en la etapa que se abre.

Si bien Stolkiner le expuso a Fernández -de acuerdo a lo comentado por ella en distintas entrevistas radiales y televisivas posteriores- la extrema situación de agotamiento y cansancio que el personal de salud está atravesando en el momento más álgido del combate de la pandemia (que también evidencia el grado de precarización y superexplotación laboral, por falta de licencias con goce de sueldo y de rotación de personal con nuevas incorporaciones), la agenda propuesta se amplió en puntos al menos controvertidos. La profesora también señaló que la principal preocupación en el campo psicosocial en pandemia radicaría -en la transición de la salida de la cuarentena- en la “negación” de un sector de la sociedad (especialmente la juventud) sobre los riesgos de contagio: “a mí me preocupa no tanto la suma de malestares que hemos tenido y padecido todos en estas circunstancias, sino una conducta muy particular que empieza a aparecer que es la negación de los riesgos” (Big Bang, 14/8). Dando casi por clausurada la cuarentena, Stolkiner focaliza como principal preocupación que muchos jóvenes “comienzan a comportarse como si no corrieran riesgo, que en realidad lo tienen, aunque con menos posibilidad de morir” (ídem).

Independientemente de lo verificable de las afirmaciones de Stolkiner desde una mirada “psicosocial” (esto es, una conducta típica de riesgo en el marco de una pandemia como mecanismo de afrontamiento o defensa ante la angustia), la orientación propuesta pone el énfasis en la responsabilidad individual, dejando exento al Estado en su responsabilidad sanitaria frente al aumento masivo de contagios.

En el plano sanitario, justamente Stolkiner omite un tema crucial: el aumento exponencial de casos de Covid-19 en la población trabajadora de nuestro país, con prevalencia en las zonas de parques industriales, polos fabriles y centros comerciales del Amba. El ascenso en la cantidad de contagios -y muertes- entre los trabajadores, por falta de medidas y aplicación de protocolos de los empresarios (con la “vista gorda” de las autoridades sanitarias estatales) es brutal, como en muchos casos los mismos trabajadores vienen denunciando. El del Ingenio Ledesma de la patronal procesista de la familia Blaquier en Jujuy, donde ya se contabilizaron 11 muertos y más de 300 contagios entre sus obreros, es un caso testigo.

En esta línea, el desafío principal que propone Stolkiner radicaría en “la construcción de prácticas que nos permitan cuidarnos amorosa y colectivamente hasta que tengamos una vacuna. No tenemos que hacer tanto hincapié en el riesgo y la muerte, porque la negación va a terminar funcionando. La libertad es renunciar a determinadas cosas para pensar en el otro” (Radio Caput, 17/8).  De esta manera, el planteo de “cuidado colectivo” frente al virus quedaría librado principalmente a la sumatoria de “conciencias colectivas” de la población para “combatir” la negación entre la población en general, y la juventud en particular. Por otra parte, tampoco ha habido novedades ni anuncios por parte de ninguna autoridad gubernamental para la implementación de las “prácticas de cuidado amoroso y colectivo” propuestas por Stolkiner hasta la aparición de la vacuna.

La función del Estado en la pandemia se limitaría así a “campañas de concientización y educación ciudadana” para, acto seguido, hacer recaer la responsabilidad principal del aumento de los contagios sobre el ciudadano en su tarea de “cuidarse para cuidar al otro”. Todo el problema quedaría reducido al ámbito privado de las relaciones sociales, y en la responsabilidad de los individuos en el cumplimiento de la prevención y el “distanciamiento social”; esto cuando, en simultáneo, el Estado no hace cumplir la regulación ni impone controles sanitarios y preventivos en los lugares de trabajos, lo que viene provocando estragos en la expansión de la pandemia de nuestro país.  Ha sido el propio gobernador Axel Kicillof quien irónicamente señaló en la última conferencia de prensa: “Qué me vienen a hablar de cuarentena con el 90% de las industrias funcionando” -una verdadera confesión de parte del propio Estado.

Nuestro programa

En el preludio del levantamiento de la cuarentena, reiteramos el programa que venimos levantando desde el inicio de la misma.

Es necesaria la implementación de un Plan de Emergencia en Salud Mental que atienda las necesidades de la población afectada por la pandemia y la cuarentena, con un aumento del presupuesto del área. Y en ese marco el relevamiento epidemiológico comunitario con participación de organizaciones sociales; la regulación y control comunitario en la planificación de normas de aislamiento; la constitución de equipos interdisciplinarios en territorio; la apertura de centros primarios de salud mental en barriadas y comunas en el Amba y las provincias; la cobertura integral de asistencia psicoterapéutica por parte de obras sociales para trabajadores esenciales.

Asimismo, que se otorguen licencias con goce de sueldo para los trabajadores de la salud y se garantice la rotación del personal. Y se establezca la disponibilidad prioritaria de los recursos humanos, científicos y materiales de las carreras del área de Salud Mental, en las universidades nacionales, en coordinación con los efectores del sistema de salud.

Integramos este planteo al de una centralización del sistema de salud bajo gestión pública, y al no al pago de la deuda externa fraudulenta y usuraria.