Rodeado únicamente de su aparato gremial, Horacio Bustinduy, referente de la lista Azul opositora a la conducción nacional de la UTA, levantó luego de algunas horas la medida de fuerza iniciada el lunes 27 en decenas de líneas de Dota en el Amba, sin que las patronales abonen el acuerdo paritario incumplido en la mayoría de ellas. Una completa agachada de los dirigentes de la lista Azul, que habían cacareado con que “la medida no se levanta hasta que se deposite la paritaria a los compañeros”.

Bustinduy apenas balbuceó que se había obtenido un compromiso con la patronal y que se abría un compás de espera hasta la fecha de cobro del salario para que “las empresas paguen”. Levantó la medida de fuerza como la comenzó: sin asambleas, de manera inconsulta y sin perspectiva de continuidad.

Posteriormente se conoció el acta firmada entre UTA, Dota y el Ministerio de Trabajo. Allí el único compromiso cierto es que el Estado pagaría deuda de subsidio a Dota. El pago a los choferes es “condicional” a que ello suceda, no hay ningún compromiso asumido con los choferes ni plazo cierto. Por eso, la burocracia sindical se limita a decir que el pago se irá “normalizando”. Agregamos que esto será, en el mejor de los casos, cómo y cuándo se les antoje a las patronales.

La medida de la agrupación Juan Manuel Palacios (lista Azul) fue un saludo a la bandera, en el marco de una disputa con la burocracia oficialista de Roberto Fernández en la UTA. El trasfondo era el reclamo de subsidios al Estado nacional para engordar a las patronales del transporte, como hacen cada vez que hay un incremento salarial y pese a que  cuentan con tarifas indexadas. La Palacios se montó sobre el amplio descontento de la base del gremio, pero para ir por sus intereses de aparato. Entregaron el reclamo en tiempo récord y sin atenuantes, incapaces de llevar adelante una lucha consecuente por el salario.

Sin embargo, esta maniobra de Bustinduy refleja la división que atraviesa a la burocracia sindical. No puede ser enfrentada abonando a la pasividad del aparato oficial del gremio frente al incumplimiento de la paritaria, sino empujando la lucha a partir de un programa de defensa de los puestos de trabajo, el salario y con el método de la asamblea y el plan de lucha. En este sentido, lo más destacado de la jornada han sido los delegados de base y el activismo que en las líneas controladas por Bustinduy se jugó por esta perspectiva, y de igual manera los choferes que en distintas líneas controladas por Fernández buscan la forma de empujar el reclamo salarial.

La entrega de la lucha por parte de Bustinduy deja un sabor amargo, pero de esta experiencia hay que sacar también conclusiones para adelante. La Azul y su agrupación Palacios no son una alternativa a la burocracia oficialista de Fernández; son agentes burocráticos del monopolio Dota. Por eso necesitamos organizarnos en una corriente de activistas para impulsar cuerpos de delegados clasistas a lo largo y ancho de la UTA, contra las dos burocracias propatronales que entregan nuestro salario y nuestros derechos.

Respecto al cobro de la paritaria no está dicha la última palabra. Apostemos a la “autoconvocatoria” de todos los sectores del gremio dispuestos a luchar para defender el salario.

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