Sindicales

17/7/2024

El “pacto de julio” del gobierno con la CGT, mientras despiden de a miles

La derrota de Milei reclama la superación de la burocracia sindical.

Mientras los trabajadores enfrentamos miles de despidos en la industria y en el Estado, el desmantelamiento de la legislación laboral y una escalada represiva contra las luchas, la primera reunión oficial de la CGT con el gobierno –luego del paro del 9 de mayo– transcurrió en un clima de “cordialidad y entendimiento”.

La delegación sindical encabezada por Héctor Daer y Carlos Acuña incluyó a Andrés Rodríguez (Upcn), Gerardo Martínez (Uocra), Carlos Pérez (Comercio), Abel Furlán (UOM), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Jorge Sola (Seguros); los efusivos abrazos que el secretario de Trabajo, Julio Codero, dispensó a algunos de los sindicalistas revelaron una relación cercana a la amistad (que data de los años compartidos en la OIT, cuando Cordero asistía a la sede de Ginebra como representante legal de la UIA).

El contraste fue la ausencia con aviso del otro cosecretario de la CGT, Pablo Moyano, partidario de un perfil más crítico de la central (aunque ya demostró, cuando rechazó llamar a parar contra el tratamiento de la ley Bases en el Senado, que lo suyo no supera la pose).

El acercamiento al oficialismo de los gordos y los independientes, luego de los choques que tuvieron lugar durante los primeros meses, avanzó sustancialmente en torno a la negociación de algunos artículos de la ley, como confesó Andrés Rodríguez y ratificó más tarde Gerardo Martínez. Los mismos burócratas argumentan que “el gobierno dinamizó la homologación de las paritarias y que hay que darle aire y no confrontar por el momento”.

La pretensión libertaria es sumar formalmente a la CGT al llamado Consejo de Mayo (luego del faltazo a la firma del pacto el 9 de julio en Tucumán) para profundizar el debate sobre “diversos temas como la modernización laboral… y una reforma del sistema previsional”.

La CGT, por su parte, se limitó a reclamar una reglamentación “consensuada” de la Ley Bases para tratar de atenuar los efectos del capítulo laboral y un aumento del mínimo no imponible para el descuento de Ganancias (renunciando explícitamente no solo a cualquier medida de lucha contra esta confiscación sino incluso a encabezar un reclamo judicial). También solicitó, como “un buen gesto político para arrancar el diálogo ”que el gobierno retire su apelación a la impugnación al DNU 70 ante la Corte”.

Las verdaderas preocupaciones de la burocracia son otras. Que el ingreso de Federico Sturzenegger al gabinete implique una embestida mayor contra las cajas de las Obras Sociales (recientemente el gobierno dispuso una reducción del aporte de las prepagas al Fondo Solidario de Redistribución) y contra la continuidad de los mandatos de las direcciones sindicales limitando las reelecciones. “Pedimos que haya una continuidad del diálogo y que no tengamos ninguna sorpresa que genere una distorsión en lo que ha sido este primer encuentro”, expresó Gerardo Martínez.

Si bien el gobierno se comprometió a poner en marcha una “mesa tripartita” con los empresarios (en los próximos días se reunirá con el Grupo de los Seis) como reclamaron Daer y compañía, las declaraciones de Cordero posteriores no deben haberlos dejado muy tranquilos. “Algunos temas que se han sacado del debate” –aclaró el funcionario– volverán a plantearse porque “son reclamos de la sociedad”. En igual sentido, Claudio Aquino, director de Asociaciones Sindicales, el área que supervisa la vida interna de los gremios, reconoció en una entrevista que la intención oficial era insistir en el Congreso con los artículos que se habían excluido de la Ley Bases.

Tal vez esto explique el tono pesimista del comunicado de la CGT por “el actual estado de profunda recesión, pérdidas de empleos en todas las actividades y caída del poder adquisitivo” y la “falta de perspectivas de mejoras de recuperación económica en el corto plazo”. Por ahora no parece que haya más que eso. Aunque el 25 se reunirá el Consejo Directivo de la central para debatir cómo continuar con “el plan de lucha lanzado en diciembre del año pasado”, uno de sus voceros adelantó que “no hay ánimo de paro”. En las cúpulas de la burocracia sindical, seguramente no lo hay.

El plan de lucha que necesitamos vendrá de abajo, de las asambleas en los lugares de trabajo y de los plenarios en cada sindicato. La derrota de Milei reclama la superación de la burocracia sindical.

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