Sindicales

28/11/2020

Docentes

Integrada al gobierno, Ctera es un pilar del ajuste fondomonetarista

De la entrega de la huelga del 88 a la defensa del ajuste fondomonetarista.

Hugo Yasky, histórico secretario general de Ctera, diputado del Frente de Todos y secretario general de la CTA (T), realizó declaraciones en apoyo al segundo robo jubilatorio del peronismo. Es una contundente muestra del sostenimiento del ajuste del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner por parte de la burocracia sindical docente.

Para Yasky, “tener una fórmula que no esté atada a la inflación significa que en algún momento se puede recuperar el poder adquisitivo”  y es favorable para los jubilados (FM Delta, 11/11). Pero es al revés: en un escenario de brutales aumentos de precios y tarifas (que se liberan definitivamente en diciembre), la nueva fórmula implicará una desvalorización de los haberes. Esta reforma ha sido encarada para congraciarse con el FMI.

2020, año de una entrega histórica

Este año Ctera permitió las cesantías de casi 100.000 docentes -que no pudieron tomar cargos-, acordó salarios de pobreza y entregó de hecho el estatuto al actuar como pilar de una mayor precarización laboral, apoyando nuevos y más flexibles programas socio-educativos en los que los docentes son contratados sin derechos con la excusa de la pandemia.

Toda la escala salarial docente del país está por debajo de la línea de la pobreza, y las cajas jubilatorias especiales –a las cuales los docentes hacen aportes mayores que el resto de los trabajadores- están vaciadas. En la provincia de Buenos Aires un maestro de grado con la máxima antigüedad cobrará recién a diciembre próximo $48.854.

Un largo camino de integración al Estado

En las “historias oficiales” sobre Ctera, el yaskysmo se presenta como continuador de la corriente que denomina “sindicalista”, haciendo una delimitación con las organizaciones sindicales del magisterio que, en 1958,  protagonizaron la lucha por el Estatuto Docente, a las que califica de “profesionalistas” y elitistas.

Sin embargo, hay que recordar que la lucha por el estatuto tuvo un claro carácter independiente de las patronales y del Estado, y que su conquista fue producto de grandes huelgas, incluyendo una por tiempo indeterminado que duró 45 días en la provincia de Buenos Aires. Parte de un proceso de lucha que comienza en 1956.

El Estatuto planteó, entre otras cosas, estabilidad en el cargo, concentración de tareas, acceso al cargo titular por concurso y publicidad de nóminas de aspirantes, orden de mérito, salario y jubilación actualizados anualmente y -algo poco conocido- año sabático de perfeccionamiento cada diez años (¿Lo sabrá la ministra Soledad Acuña?).

Lo que el peronismo no le perdona a los agrupamientos que conquistaron el Estatuto, además de su combatividad, sus huelgas y sus resultados, es que “sostenían la necesidad de la agremiación libre en sindicatos por ramas, niveles y modalidades” (Vázquez-Balduzzi, De Apóstoles a Trabajadores, Instituto de Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte). Es decir, su negativa al unicato sindical.

Por el contrario, la corriente sindical que la Celeste reivindica para sí misma como sus orígenes, en sus propias palabras “si bien también consideraban al docente como profesional, al parecer tenían una concepción sobre el mismo más cercana a un ‘profesional-trabajador’ que al ‘profesional-liberal’”, motivo por el cual “postulaban que debían regirse por la Ley de Asociaciones Profesionales”. Es decir, a partir de la injerencia y regimentación de los sindicatos de parte del Estado.

Esta corriente, ya con los dirigentes de la actual Celeste actuando en su seno, “hacia fines de los años setenta comenzaron a formular la necesidad de sindicatos únicos por provincia” (ídem), regidos por la dictadura de los secretarios generales.

Vale aclarar que cuando se fundó la Ctera, el 11 de septiembre de 1973, todas las corrientes que fueron parte de este hecho histórico asumieron el carácter de trabajadores de los docentes, como lo refleja el nombre de nuestra central, Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, algo que reivindicamos plenamente desde Tribuna Docente.

Fracturan Ctera y entregan la gran huelga del ‘88

Cuando en la actualidad los sindicatos conducidos por la Multicolor realizan acciones de lucha, superando la pasividad de la burocracia sindical Celeste, la dirección de Ctera los acusa de rupturistas. Pero, como dice el dicho, dime de qué te jactas y te diré de qué adoleces.

Cuando en 1973 se conformó la Ctera, el punto crítico fue la discusión sobre el estatuto sindical, que circunstancialmente se estableció en base a los criterios de los sectores que defendían un funcionamiento de Ctera de respeto de las entidades de base y de democracia sindical. Esta controversia, como señalan los autores citados, será el centro de los conflictos al interior de Ctera de ahí en más. Para la futura Celeste “se jugaba la definición sobre el modelo de construcción sindical que se iba a llevar adelante: si la nueva organización avanzaba hacia la formación de sindicatos únicos o se edificaba sobre las estructuras pre-existentes” (ídem).

Ese conflicto estalló en 1987, en el IV Congreso Nacional de Ctera, en los prolegómenos de la gran huelga docente de 1988 que colocó al régimen de Raúl Alfonsín contra las cuerdas con 42 días de paro indeterminado hasta que se lograra un aumento salarial equivalente al deterioro por la inflación: 1.000 australes de básico y un nomenclador único nacional móvil que impidiera dejar a las provincias más pobres por fuera. La cifra era resultado de la actualización del salario de acuerdo a la inflación tomando como base el salario del ´83.

En ese congreso, en defensa de los sindicatos únicos (entre ellos el recientemente creado Suteba), la Lista Celeste, acaudillada por Marcos Garcetti del Sute Mendoza y Mary Sánchez de Suteba, rompe Ctera sin otro objetivo que una cuestión de defensa de su aparato. Surgen así dos Cteras, una dirigida por Garcetti y la lo otra por Wenceslao Arizcuren de Unter (Río Negro), de origen radical.

Apenas constituida, la Ctera-Garcetti resolvió que el Consejo Confederal, que era un órgano de decisión y de fiscalización especialmente para resolver planes de lucha, conformado por un delegado representante de cada entidad (en donde cada delegado tenía tantos votos como afiliados poseía la organización), era reemplazado por el Consejo de Secretarios Generales que, ejerciendo similares funciones, tomaba las decisiones por encima de las asambleas. También que el sistema de designación de los cargos de la Junta Ejecutiva dejaba de ser proporcional y se reemplazaba por un sistema de designación por lista completa. El unicato sindical.

Sobre esta base, y en función del acuerdo Raúl Alfónsín-Antonio Cafiero (gobernador peronista de Buenos Aires), la Ctera dirigida por Garcetti y Mary Sánchez entregó la gran huelga del ’88.

La derrota de la huelga produjo un reflujo docente que se extendió hasta fines de la década de los ’90 (sólo superada luego por las huelgas autoconvocadas de Salta, Santa Cruz y Neuquén del 2005 en adelante). La entrega del “Maestrazo” fortaleció la contención de la CGT de Saúl Ubaldini y pavimentó el ascenso y la consolidación del régimen menemista. En pago de los servicios prestados, la Ctera conquistó la personería gremial.

De ahí en adelante dejaron pasar la Ley Federal de Educación (LFE), mantuvieron bajo el kirchnerismo los preceptos centrales de esa norma con la nueva Ley de Educación Nacional del año 2006, y permitieron el deterioro de las condiciones salariales y laborales hasta el día de hoy, incluso, y muy especialmente, durante el régimen macrista.

Hoy, esta burocracia amiga del poder directamente es parte de él.

Recuperar nuestros sindicatos, tarea del clasismo docente

Tribuna Docente reivindica el pasado, independiente del Estado y de las patronales, de la Ctera de los orígenes. Por eso es parte indeleble de nuestro programa la derogación de la Ley de Asociaciones Sindicales, que le otorga al Ministerio de Trabajo potestad completa sobre el funcionamiento de los sindicatos. Y ampara –con el unicato sindical- el dominio de las burocracias sindicales. Es la contracara exacta de la política defendida por la Celeste.

Con esa orientación hemos impulsado y somos parte del frente único de clase y antiburocrático que representan los sindicatos y seccionales Multicolores, como los Sutebas Combativos, Ademys y las seccionales recuperadas de Aten, Amsafé-Rosario, los sindicatos opositores como Adosac, y el activismo combativo.

En esta perspectiva somos parte de la lucha de la oposición docente antiburocrática nacional, que enfrenta el objetivo de Estado de abrir las escuelas sin condiciones, profundizando el ajuste educativo  y la destrucción del salario, lo que se agudizará para el inicio del próximo ciclo lectivo.

Los docentes tenemos por delante una dura experiencia de ajuste del gobierno peronista, que deberemos superar por medio del frente único en la lucha, y también en la recuperación de nuestras organizaciones sindicales, de cara a las elecciones de Ctera, y de sindicatos claves como Suteba este próximo año 2021.