Sindicales
16/8/2024
La política de ATE debilita la resistencia contra un ajuste sin precedentes
Ocho meses de Milei atacando estatales: un balance crítico.
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Lucha de trabajadores estatales.
“El paro de ATE ya supera el 90% de adhesión en todo el país” dijo en sus redes sociales el secretario general de ATE, Rodolfo Aguiar, durante la mañana del pasado 7 de agosto, cuando se realizó la procesión a San Cayetano con posterior marcha a la Plaza de Mayo por parte de la CGT y las CTA.
La afirmación es una mentira grande como una casa, pues no hubo paro en el Estado, ni mucho menos ATE se preocupó por organizarlo. Tanto es así que la propia nota de convocatoria para ese día por parte del Consejo Directivo Nacional hablaba de una “jornada” donde los “paros” y las “radios abiertas” coexisten en un mismo nivel de incierta concreción. Esta metodología, lamentablemente, no es aislada sino sistemática. La verborragia irresponsable del máximo dirigente del sindicato anunciando en los medios medidas inexistentes (en este caso un paro, en otros incluso ocupaciones de dependencias) cumple un rol desorganizador. Así, la palabra del gremio es poco seria; los afiliados y afiliadas tampoco tienen un espacio para deliberar y resolver, porque no hay asambleas generales ni plenarios regulares.
ATE reúne en estos momentos los defectos de los sindicatos burocráticos -escasa o nula democracia- y ninguna de sus “virtudes” – al menos, contundencia en ciertas medidas -. La directiva Verde de ATE jamás acepta el cuestionamiento respecto de la inexistencia de un plan de lucha, porque afirma estar “permanentemente” realizando acciones, que en realidad son un cúmulo de hechos inconexos con la participación de un sector muy reducido de trabajadores.
La referencia a que “la gente no da” implica una profecía autocumplida: si “da” o “no da” depende en buena medida de la conducta de su dirección, y ATE ocupa un lugar significativo en el concierto del movimiento obrero. La CTA, que ATE integra como actor principal, nunca cuestionó la orientación de la burocracia de la CGT, que más allá de chisporroteos no solo evitó una respuesta general frente a una masacre social, sino que incluso negoció sus términos con el gobierno (Ley Bases). La reunión con Pablo Moyano ratifica esta puesta en escena.
La fracción Verde y Blanca, que dirige la seccional Capital y se postula como alternativa a la conducción nacional, coqueteó al principio de la gestión de Milei con una respuesta combativa, organizando un plenario general y una movilización. Sin embargo, rápidamente viró, desactivando esas iniciativas en nombre de la “unidad” con la conducción nacional. Esa “unidad” se rompió a las pocas semanas, pero manteniendo una coincidencia metodológica: no hubo más plenarios amplios de delegados (sólo esporádicamente restringidos a los secretarios generales de cada Junta) y se rechazó sistemáticamente la propuesta de una asamblea general de estatales.
¿Acuerdos con el gobierno frente a los despidos?
Según el diario Perfil (4/8), tanto Daniel Catalano como Rodolfo Aguiar tuvieron encuentros con el jefe de gabinete, Guillermo Francos, durante julio referidos a los despidos, en los que “hubo coincidencias, de acuerdo con uno de los dirigentes sindicales, en que el Estado no puede continuar funcionando desprendiéndose de trabajadores y que las conversaciones deben continuar”. Si bien es cierto que el número total de despidos en junio fue menor al de marzo (5 mil contra 15 mil), no deja de ser una masacre social de gran alcance, que empalma con la que ocurre en el sector privado. Además, es falso que se haya detenido, como ilustran los retiros “voluntarios” en numerosos sectores -por ejemplo en el INTI-. La perspectiva para los próximos meses es nefasta, dadas las posibles privatizaciones o simples cierres que pongan en disponibilidad incluso a personal de planta. Las dos fracciones burocráticas de ATE consideran en sus listas de cesantías y “mesas de diálogo” únicamente a las personas afiliadas, lo cual es inaceptable: debemos enfrentar todos los despidos sin distinción. Esta contención desarma al movimiento frente a los despidos que vendrán -ni hablar del desbarranque del salario-.
Las elecciones sindicales
En este contexto de feroz ataque se desarrollaron diversas elecciones de delegados y juntas internas. Muchas de las convocatorias revelaron un interés meramente formal por parte de la dirección sindical -es decir, organizadas al puro efecto de revalidar los cargos-, y no de que sean un factor que contribuya a la lucha. A la vez, se manifestaron planteamientos divergentes entre algunas corrientes de la izquierda que intervenimos en el gremio. Tribuna Estatal promovió la conformación de listas antiburocráticas. Así participamos con la Naranja en el Enacom, contra dos listas (Verde y Blanca por un lado y Verde por el otro). También la Naranja del INTI se puso al frente de presentar la Multicolor junto a otras agrupaciones de izquierda e independientes. Ahí, se apartó la Granate (Opinión Socialista), que forma parte del agrupamiento Blanca Violeta y Granate a escala de la CABA y decidió integrar en forma indiferenciada la lista de la directiva de CABA (Verde y Blanca).
En el Conicet se produjo un hecho muy relevante, porque un frente único entre distintas agrupaciones (con participación de la Naranja de Ciencia y Técnica) desplazó a la Verde y Blanca. Otra elección de referencia en el gremio fue la del Ministerio de Trabajo, que se hizo el 7 de agosto. Allí volvió a ganar la Blanca y Negra por sobre la Violeta, Verde y Blanca (referenciada en la conducción de Catalano). En el pasado, la Junta de Trabajo fue una referencia entre los sectores de ATE recuperados de la burocracia del sindicato. Sin embargo, ese filo de lucha dio paso en el último período a un cambio negativo. No hay críticas a la dirección sindical en nombre de la “unidad”; hubo mayor inclinación por la confluencia con sectores de la Verde antes que con el sindicalismo combativo. Tanto fue así, que la lista incorporó candidatos de la agrupación de Luciano Fernández (Blanca “Construyendo la Unidad”), un destacado burócrata de la Verde, paritario nacional no electo por nadie más que el Consejo Directivo Nacional. En el Garrahan lo conocemos bien, porque una de las autoridades puestas por el gobierno saliente era de su grupo, y tuvo a su cargo la aplicación de descuentos por huelga a la enfermería franquera que salía a la lucha. Es muy significativo que La Marrón-PTS, que integró la lista, no haya hecho referencia alguna a esta incorporación, tal vez con la expectativa de que pase desapercibida. Pero los puestos que gana la burocracia a costa del sindicalismo combativo y del clasismo son un retroceso para el armado de una dirección alternativa. Finalmente, la caracterización de la “burocracia sindical” no reviste exclusivamente a los privilegios personales que su capa dirigente ostente; es más fácil verlo en aquellos dirigentes que llegan al extremo de vivir como burgueses. Pero no es el único requisito: aunque muchos dirigentes o militantes de las listas que controlan ATE no tengan en términos personales vidas de patrón, son una rueda de auxilio del Estado -nuestra patronal-. La integración de las directivas de ATE al gobierno de Alberto y Cristina Fernández, que cada día que pasa se hunde en un lodo más repugnante, no es un hecho del pasado. Sigue afectando al presente, al firmar a repetición las paritarias de los gobiernos peronistas, empezando por el de Axel Kicillof, a quien no se le hacen medidas de lucha a pesar de que abona salarios de indigencia a los auxiliares de escuela, una base fundamental de ATE en la PBA. La adaptación a la política capitalista desnaturaliza al sindicato en toda la línea: por eso el secretario general de ATE Tucumán apoyó públicamente la aprobación de la ley bases, a la que todo estatal debiera oponerse al menos en defensa propia.
Por un cambio de rumbo
El panorama inmediato aparece sombrío dado este cuadro. Sin embargo, la capacidad de contención del gobierno y de la burocracia sindical como su correa de transmisión será puesta a prueba en forma creciente. En primer lugar, por el agravamiento de la crisis social, con niveles dramáticos de empobrecimiento para la clase obrera, dentro de la cual el salario estatal ocupa un lugar protagónico. Hay luchas que pueden tener mucho alcance, empezando por la universitaria, con numerosos vasos comunicantes respecto del mundo estatal. A la vez, los nuevos intentos de cierres o despidos replantearán la forma de enfrentarlos. Sigue estando sobre la mesa la necesidad de una asamblea general de estatales.
Promovemos el apoyo de todas las luchas y la construcción de agrupamientos clasistas en los lugares de trabajo. A la vez, todas las iniciativas de frente único que deriven en hechos prácticos de lucha entre las juntas o activistas que estén dispuestos a pelear.
El movimiento obrero necesita una nueva dirección. Con esa consigna participaremos del Plenario Nacional de la Coordinadora Sindical Clasista el próximo 14 de septiembre.