La última semana de junio, el municipio de San Rafael recibió la noticia del cierre de la planta Canale en la localidad de Real del Padre, dejando a 38 personas sin trabajo. Las redes fueron una rápida réplica del enorme golpe que significó el cierre de la empresa en el pueblo.

Canale contaba con 22 empleados efectivos y 16 temporarios. Alrededor de 40 familias fueron afectadas por el cierre y se produjo al mismo tiempo en que se aprobaba la Ley Bases en el Congreso de la Nación. Lo cierto es que los empresarios envalentonados por la política nacional y provincial se anticipan y ejecutan ajustes y despidos indiscriminadamente. 

Las instalaciones comenzaron a funcionar en 1942 y la empresa se dedicó a la conserva de productos alimenticios. En 2016 se declaró la quiebra y comenzó a ser intercambiada por especuladores como Dulcor y AVA, replicando una experiencia similar a la que pasó la conservera La Colina en la ciudad del mismo departamento. 

Este cierre representa el fracaso de todos los gobiernos. El cierre, quiebra y especulación a través de las industrias, particularmente alimenticias, no es nuevo. Sin embargo esto actualmente se acentúa con la enorme recesión que se ejecuta de la mano de Milei. Ahora con la Ley Bases los capitalistas se encuentran con mayor cantidad de herramientas para ejecutar cierres, lockouts y despidos indiscriminados.

Con una pobreza creciente que ha superado el 55% y con el 65% de las infancias pobres, cerrar una planta alimenticia es un acto criminal. La demanda existe, pero la especulación se prioriza en favor de los bolsillos de unas pocas empresas.

Ahora 38 manos se suman, junto al entramado de relaciones económicas que significaba la planta industrial para el pueblo, al creciente ejército de desocupados y precarizados.

Estos despidos se dan con el consentimiento del Estado en todas sus estructuras y el sindicalismo del STIA cómplice consciente, empecinados en la espera de un nuevo proceso electoral y en la protección de sus intereses. De lado quedan bolsones de trabajadores despedidos que quedan sin recursos para llevar un plato de comida a sus hogares. 

Para que los trabajadores no sigan pagando la crisis con sus puestos de trabajo se hace urgente la convocatoria a un encuentro de trabajadores ocupados y desocupados, la agitación en todas la fábricas por la huelga general y la ocupación de toda fábrica que cierre o despida. Los trabajadores tenemos que contraponer nuestro modelo productivo, el de la producción para satisfacer las necesidades de la población, no para la especulación de unos pocos. Defendamos todos los puestos de trabajo, rodeemos de solidaridad a todos los trabajadores despedidos y preparemos la huelga general para abrir un nuevo curso para las mayorías trabajadoras.

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