Sindicales

12/9/2020

Neuquén: las petroleras se niegan a pagar el aumento y van por más

La burocracia ladra, pero busca negociar. Es necesaria la intervención de los petroleros

Las cámaras empresarias que nuclean a las petroleras anunciaron que no pagarán la última cuota de aumento salarial acordada en la paritaria 2019, de 16%. Ante este hecho, la conducción del sindicato petrolero de Neuquén, Río Negro y La Pampa, por boca de su secretario general Guillermo Pereyra, advirtió que “los vamos a llenar de paros, todos los días, en todos lados”. En la base hay zozobra, ya que la burocracia acostumbra a levantar los paros horas antes de su inicio.

La verborragia de la conducción del sindicato se debe a que se ha derrumbado el acuerdo para la “Sustentabilidad y el Empleo”, que Pereyra había firmado hace días con los directivos de YPF. Ese acuerdo, por el cual se levantó el último paro, implica una rebaja salarial y un empeoramiento de las condiciones laborales, y dejaba sin definir una cuestión elemental: la revisión salarial pendiente desde la paritaria del año pasado, que significa un aumento del 16%.

Ahora las empresas se niegan a reconocer la cláusula de revisión del 2019, pero ya tienen en sus manos un esquema de rotación que implica una rebaja salarial y condiciones más flexibilizadas de trabajo, que ya aplican en algunos casos. Esto mientras el secretario general del sindicato petrolero dice que es un “preacuerdo”.

Como se puede ver, lo firmado por Pereyra para levantar el paro anterior era “sustentable” solo para las patronales, pero no para el “empleo”. Allanó la ofensiva de las empresas.

Entusiasmó tanto la entregada de ese acuerdo, que hasta el gobernador neuquino Omar Gutiérrez anunció que “YPF volverá a operar 46 equipos a principios de 2021 en Vaca Muerta”, consciente que era parte de la meneada pretensión de la petrolera estatal (que hizo punta) para bajar “los costos” y de un veranito en el precio del barril.

En un audio donde promete hacer tronar el escarmiento, Guillermo Pereyra reconoce que con la firma de la adenda hace tiempo y el “preacuerdo” ahora, más la postergación de la paritaria de este año, “hemos puesto todo” (en realidad fueron los obreros, y no por voluntad propia). Un sincericidio. En realidad, lo que más enoja al dirigente es que las patronales le deberían 800 millones de pesos a la obra social del sindicato, fuente de las cajas que maneja a discreción la burocracia.

Las empresas fogonean las internas al interior del propio sindicato petrolero, y la de este con Camioneros -con quienes vienen de firmar un aumento del 30%-, que ya han tenido episodios de alta violencia. En este contexto la Federación Sindical, con peso en las destilerías, realizó un paro el viernes 11, tras vencer la conciliación obligatoria dictada a mediados de año.

Lo que exigen las patronales son definiciones rápidas sobre los subsidios para el gas y el barril. El nuevo secretario de Energía, Darío Martínez, ha iniciado por su parte conversaciones “muy fructíferas” con los popes del sector como Marcos Bulgheroni de PAE, cuya mayor producción está en Chubut, fuera del ámbito sindical de Guillermo Pereyra.

Los trabajadores no pueden ser las víctimas de este fuego cruzado. Som necesarias urgentes medidas de fuerza, empezando por el paro que amenaza pero no concreta la burocracia, y repudiar que la verborragia que es solo un elemento de presión y puro fuego de artificio.

La ofensiva patronal, y la entregada permanente de la burocracia sindical, pone sobre la mesa la necesidad de que los trabajadores intervengan rechazando las suspensiones, exigiendo que se repartan las horas de trabajo sin tocar el salario, la apertura de los libros de las empresas, la anulación de la adenda flexibilizadora. La salida, en última instancia, es la nacionalización de la industria energética bajo control de los trabajadores.