Sindicales

19/8/2020

Repartidores: intervengamos con un programa clasista sobre el problema de la inseguridad

El 31 de agosto nos movilizamos contra las zonas liberadas y por todos nuestros derechos.

Agrupacion de Trabajadores de Reparto (ATR)

Las sucesivas movilizaciones de repartidores independientes, que se organizaron contra la inseguridad en las últimas semanas, pusieron sobre la mesa un debate de fondo entre las organizaciones que intervienen en el movimiento de lucha. Es importante aclarar que este no es un problema que se haya originado ahora, sino que desde que comenzó la actividad los repartidores somos carne de cañón.

Desde la Agrupación de Trabajadores de Reparto (ATR) señalamos tempranamente la necesidad de intervenir denunciando las “zonas liberadas”; es decir, la complicidad del Estado y la policía con el delito organizado. Al mismo tiempo, sostener un pliego de reclamos hacia las empresas (seguros contra robos, ART, rechazar pedidos sin sanciones) apuntando a las condiciones de precarización laboral que obligan a los repartidores a pasar todo el día en la calle para arañar un salario básico, en constante exposición de los elementos de trabajo y la propia integridad sin tener ningún tipo de cobertura ni asistencia. El problema de la inseguridad viene a apoyarse sobre los ya existentes, agravando la situación desesperante del conjunto de los repartidores.

Ante esto, la respuesta de Acri –asociación que dice representar a los repartidores en La Plata– fue impulsar un acuerdo entre la Bonaerense y Glovo para que los repartidores se hagan cargo de su propia seguridad. Denunciamos esta maniobra como un intento de desviar la connivencia de la “maldita policía bonaerense” -responsable del gatillo fácil, el abuso y la desaparición de Facundo Castro- con el delito organizado y encubrir a las patronales del problema de fondo: la negación de la relación laboral y la falta de todo tipo de derechos. Para Acri los repartidores además de hacernos cargo de los seguros, el monotributo y todos los gastos que no cubre la empresa, tenemos que hacernos cargo de nuestra propia seguridad.

Mientras tanto, las patronales siguen avanzando sobre los trabajadores como es el caso de Rappi, que ahora no permite saber el destino del pedido hasta que tenes los productos, lo que dificulta aún más rechazar un pedido (incluso siendo sancionado por la app).

Ante la iniciativa de unificar y organizar el reclamo en una medida de lucha nacional el 31 de agosto, la posición del resto de las organizaciones que intentan levantar cabeza en repartidores es o no tomar posición (PTS) o la criminalización de la pobreza (MST). Para el MST las zonas inseguras son los barrios pobres y nuestro reclamo de poder rechazar pedidos en zonas inseguras estigmatiza a “los pibes de los barrios”.

La tesis se basa en que el delito creció a la par de la desigualdad social; es decir que el que roba es pobre o fue despedido de su trabajo. Pero las estadísticas demuestran que el delito no creció al compás del ajuste que llevó adelante el gobierno y las patronales durante la cuarentena. Asociar la pobreza a la delincuencia no solo es falso –y estigmatizante- sino que no permite desarrollar la denuncia de las zonas liberadas y canalizar el reclamo contra el Estado y su aparato represivo. Inclusive, este planteo no tiene en cuenta un factor fundamental que venimos analizando, que es la incorporación de miles de repartidores justamente como resultado de la falta de trabajo y del crecimiento de los despidos.

El problema de la inseguridad no puede ser resuelto ni por los repartidores ni por las agrupaciones que allí intervienen. Lo que corresponde a los trabajadores son los derechos laborales y lo que está de fondo es la necesidad de profundizar la organización del gremio por el reconocimiento de la relación laboral y la lucha por un convenio colectivo discutido por los propios repartidores. Lo que le corresponde a las organizaciones es intervenir en cada proceso de lucha con un programa de reivindicaciones que permitan elevar la conciencia de los repartidores contra el Estado y las patronales, es decir, por sus propios intereses, y no caer en posiciones que, en consecuencia, plantean un enfrentamiento entre trabajadores, ocupados o desocupados.

Impulsemos una gran campaña militante para que el 31 de agosto se escuchen nuestros reclamos. Es necesario unir todas las iniciativas de lucha que se fueron dando en distintas ciudades y provincias para golpear con más fuerza. Basta de zonas liberadas, basta de connivencia policial. Seguros contra robos, ART, posibilidad de rechazar pedidos en zonas peligrosas. Por el reconocimiento laboral de todos los trabajadores de reparto.