Sindicales

17/6/2025

Rubén Schofrin, un luchador socialista a tiempo completo

Rubén.

Nota publicada en el libro "50 años de lucha, 10 años SiPreBA", en el marco del décimo aniversario de la fundación del sindicato.

Motor incansable y protagonista destacado en todo el proceso de varios años que culminó con la fundación del SiPreBA, del cual fue secretario adjunto hasta su fallecimiento, Rubén Schofrin llegó al gremio de Prensa por avatares de su militancia, que se inició cuando era muy joven, apenas estudiante secundario, cuando se integró a la Ters, como se denominaba la organización de la juventud del Partido Obrero (entonces Política Obrera).

Esto fue en los inicios de la década del ´70. Cuando estalló el golpe de 1976, Rubén estudiaba y militaba en la facultad de Medicina y ya tenía un papel destacado en el movimiento estudiantil universitario.

Rubén no le sacó nunca el cuerpo a los peligros de la actividad militante, ni siquiera bajo la dictadura o la previa acción terrorista parapolicial.

Sobresalía como un gran organizador. Por esa razón pasó a realizar tareas partidarias en esa área durante la dictadura y fue clave en la actividad de diagramación, impresión y distribución del periódico clandestino de la entonces Política Obrera.

Inquieto, interesado siempre por sumar conocimientos en todo lo que encaraba o le tocaba realizar aprendió, en esas condiciones, el oficio que luego, al fin de la dictadura, lo llevaría a buscar trabajo como diagramador y a ingresar en la Editorial Perfil.

Pero Rubén era un militante todo terreno, un gran militante político, partidario, socialista. Caída la dictadura, desarrolló un enorme trabajo de organización política en la villa Ciudad Oculta y en la 21-24, donde estructuró núcleos partidarios al calor de las luchas por la vivienda y en defensa de las demandas sociales que eran ignoradas por el gobierno y los punteros de las villas.

Asimismo, puso en pie la actividad en distintos locales del Partido Obrero, y, entre muchas otras enormes tareas políticas y sindicales, también jugó un importante papel en la organización de la Coordinadora Sindical Clasista, como parte de la cual intervino en innumerables luchas llevando el apoyo y aportando la experiencia que tenía acumulada.

Fue uno de los impulsores del Polo Obrero, en su reunión constitutiva realizada en el local de la Fatpreny dirigió el fundacional plenario de agrupaciones y sindicatos clasistas que se realizó en la fábrica ocupada y bajo gestión obrera, Grissinopoli.

Desde su llegada al gremio de Prensa se sumó a la Naranja y comenzó a tener un rol importante en la orientación y la organización de la actividad de la agrupación, que jugara un papel de única oposición a la burocracia de la UTPBA durante muchos años.

En Perfil, poco después de ingresar, compartió la enorme indignación y la lucha que se desarrolló para enfrentar la provocación de Fontevecchia, que convocó a dos centenares de trabajadores para trabajar en el primer diario Perfil –muchos de los cuales dejaron otros empleos–, para cerrarlo dos meses después.

En el marco de esa lucha se dio el puntapié inicial para la reorganización de la comisión interna de la editorial. Rubén jugó allí, nuevamente, un papel fundamental y sus compañeros lo eligieron para colocarlo al frente de la nueva organización sindical interna.

Eran los finales de la década del ´90 y la burocracia de la UTPBA había permitido que las patronales liquidaran prácticamente todo el tejido gremial interno en las empresas. En muy pocas, aisladas, había logrado sobrevivir.

En ese cuadro, los compañeros de Perfil, organizados por una comisión interna en la cual Rubén jugaba un papel fundamental, llevaron adelante enormes luchas en defensa de los salarios, los puestos de trabajo y la vigencia de los estatutos y convenios de Prensa que Fontevecchia pretendía desconocer. 

La ofensiva de esa patronal negrera fue sistemática desde que se conformara la comisión interna. Fontevecchia intentó destruir por todos los medios la fuerte organización sindical que se había puesto en pie, hasta llevar a un juicio penal a Rubén y el resto de los compañeros de la interna, por una medida gremial realizada en respuesta a la provocación que supuso el despido de 13 compañeros el mismo día que se realizaban las elecciones de delegados. 

Fue una dura pelea contra una acusación que suponía penas de prisión y pedidos de embargo millonarios, que culminó con el triunfo de la absolución de todos los compañeros, como resultado de la movilización del gremio y de una dura batalla de los defensores legales.

La interna que Rubén y los otros compañeros que la integraron supieron sostener durante muchos años como organización de lucha fue la que condujo heroicas e históricas batallas de los compañeros de Perfil como la ocupación de 40 días en defensa de las fuentes de trabajo.

En medio de estas batallas, aparecía siempre la impronta de Rubén que mostraba su carácter y presencia. Un compañero recordaba que, en el 2002, cuando la organización interna llevaba relativamente poco de rodaje, se interpuso para desplazar al personal de Seguridad que impedía el ingreso de un abogado laboralista invitado a una asamblea de la toma y paro frente a uno de los ataques periódicos de Fontevecchia.

“Bajo mi responsabilidad”, dijo en los molinetes de la sede de Perfil en Chacabuco, tomó su tarjeta de ingreso, abrió el molinete e hizo pasar al abogado que participó en toda la asamblea. Todo lo hizo con gestos ampulosos, teatrales. Era consciente de la osadía, de su significado, y, por eso mismo, tenía que tener una escenificación acorde.

Esa misma osadía, aunque en un cuadro de peligro aún mayor, estuvo presente en lo que él contaba como una anécdota. En plena dictadura, se enfrentó a la posibilidad de ser detenido en una pinza del Ejército sobre la calle Lavalle, frente a lo que eran oficinas de la Agencia Judía, donde estaban bloqueando las dos esquinas.

Rubén llevaba un paquete cerrado con prensas clandestinas. Tomando aire, con seguridad, afrontó al personal militar pidiendo que lo dejaran pasar porque estaba trabajando llevando un paquete de una imprenta. Y pasó.

El enorme foco de resistencia que era Perfil, entonces y a lo largo de todos los años siguientes, a su vez jugó un papel muy importante en el reanimamiento que, poco a poco fue produciéndose en todo el gremio.

En ese cuadro, la intervención de Rubén se amplificó, porque no hubo lucha o proceso de organización en el gremio en los cuales él no estuviera presente, para orientar, impulsar y poner el cuerpo cuando fuera necesario.

Rubén parecía incansable. Era inteligente, perceptivo y sabía detectar las tendencias que anidaban en los trabajadores y no se rendía a la superficialidad conservadora o burocrática del estado de ánimo presente.

También sabía –supo– como había que avanzar en medio del cuadro de desorganización consciente de la burocracia decrépita de la UTPBA, entregada de pies y manos a las patronales y cómo sacarse esa loza de encima. Fue gran impulsor de un frente de lucha de todo el activismo y de la conformación y fortalecimiento del cuerpo de delegados que iba creciendo.

Ese cuerpo de delegados y activistas que fue tomando en sus manos la organización de las luchas de Prensa, la solidaridad y el apoyo a cada una de ellas, dando pasos hacia convertirse en la virtual directiva del gremio. Proceso este que dio lugar al histórico paro del gremio del 7 de junio del 2013, el primero convocado y organizado por el cuerpo de delegados y al margen de la burocracia de la UTPBA que, desde hacía 30 años, no llamaba a una medida similar. El reclamo era el de recuperar la paritaria general del gremio y conseguir que las patronales firmaran ese acuerdo. La burocracia había abandonado a las comisiones internas y las redacciones a su propia suerte.

El cuerpo de delegados, que agrupaba a una gran cantidad de compañeros de muchas empresas, era ya a tal punto la organización de los trabajadores de Prensa que las patronales y el propio Ministerio de Trabajo debieron aceptar a esa representación de las bases del gremio, por primera vez en 30 años, en la mesa de negociación de las paritarias.

Fueron las primeras que, en ese lapso, lograran verdaderas conquistas para los trabajadores de Prensa: la reconstrucción de los básicos por categoría, el ítem antigüedad en base a un porcentaje y la recuperación del feriado del 7 de junio.

Pero las patronales y el Ministerio querían abortar este proceso y se negaron a seguir negociando con la representación genuina de los trabajadores.

Había que quebrar el bloqueo y sacarse de encima a la burocracia. El fraude sistemático hacía virtualmente imposible desplazarla por medio de las elecciones controladas por la propia burocracia que, a esa altura, ya era una cáscara vacía que no contaba con ni un solo delegado en ninguna empresa.

Pero sí contaba con el apoyo del conjunto de las patronales y de las autoridades del Ministerio de Trabajo que se negaban a reconocer a la organización que realmente representaba a los trabajadores de Prensa. Los acuerdos paritarios que firmaba la burocracia eran sistemáticamente a la baja, lo que hacía derrumbar los salarios de los trabajadores del gremio.

La alternativa de formar un nuevo sindicato fue puesta en debate entre otros delegados por el propio Rubén, que fue quien la impulsó con mayor energía frente a las legítimas dudas y vacilaciones de muchos compañeros. Para zanjar el debate y dar un paso adelante, propuso la realización de un plebiscito en el gremio con la simple pregunta de si se quería o no formar un nuevo sindicato.

Rubén fue un gran impulsor y organizador de esta consulta que dio un resultado aplastante en favor de una nueva organización sindical: más de 2000 contra unos pocos votos en contra. También fue un resultado que terminó con todas las dudas de los compañeros que no estaban convencidos y ratificó la idea de Rubén, que compartíamos los compañeros de la Naranja, de que había llegado el momento de liquidar el bloqueo de la UTPBA y poner en pie un nuevo sindicato que fuera independiente de los gobiernos, de las patronales y de los partidos patronales.

Apuntaba siempre a fortalecer una posición de independencia de clase de los trabajadores. Por eso, para él, la independencia política del SiPreBA era un principio irrenunciable.

Rubén podía estar a la mañana en un piquete, de nuestro gremio o de cualquier otro lugar donde hubiera una lucha obrera, al mediodía en una reunión de delegados y a la tarde en una asamblea. Decía y así lo pensaba: “la militancia, en nuestra generación, es una opción de vida”.  

Pero esa actividad a tiempo completo, sin embargo, no le impedía compartir la vida junto a su familia, su compañera y sus hijas; y también se hacía de tiempo para ir a la cancha a ver al Atlanta de sus amores.

Los saludos y homenajes ante su fallecimiento de una innumerable cantidad de trabajadoras y trabajadores de prensa, de comisiones internas, agrupaciones y medios populares, de referentes políticos y sociales, son un testimonio de sus virtudes personales y políticas, así como de los procesos de lucha que lo tuvieron como activo protagonista.

Una compañera de Prensa fue capaz de sintetizar: “Lleno de vida y alegría, obstinado, incansable, dulce y buen compañero. Convencido, militante, atento y siempre dispuesto a escuchar. Humilde, divertido, bohemio, socialista, ejemplo a seguir. Todo eso era Rubén Schofrin”.

Me siento muy afortunado de haber podido militar con Rubén tantos años y muy feliz de haber sido su amigo.

Nelson Marinelli fue organizador del gremio bajo la dictadura militar, fundador de la lista Naranja, integrante de la directiva de la UTPBA por la oposición antiburocrática, activista y delegado durante las ocupaciones y huelgas de Tiempo Argentino y La Voz, delegado del diario BAE y partícipe del proceso de organización del cuerpo de delegados y activistas que dio lugar a la formación del SipreBA.

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