Políticas

12/6/2025

Editorial

El fallo contra Cristina Kirchner y la lucha contra el gobierno

El peronismo no llamó a movilizar contra el fallo.

No hubo 17 de octubre frente al anuncio de la confirmación del fallo proscriptivo contra Cristina Fernández de Kirchner. Las movilizaciones se restringieron a un apoyo en la casa de Cristina y en la sede del PJ, sin buscar poner en cuestión el fallo de la Corte. Ella evitó llamar desde el balcón del Partido Justicialista a una movilización contra el fallo, y levantó otro planteo político: dijo que cuando colapse el programa de gobierno de Milei la vendrían a llamar para la reconstrucción, al igual que ocurrió, según ella, con Lula luego del fracaso de Bolsonaro. Con este punto de vista, es “natural” que se respete el fallo de la Corte, así como también que busque coexistir con todas las medidas antiobreras de Milei. Porque si el kirchnerismo aspira a ganarse el favor del régimen político y del poder económico para ser un recambio, es impensable que patee el tablero para derrotar el fallo proscriptivo de la Corte Suprema o las medidas de fondo del gobierno que benefician al gran capital.

Al contrario de lo que ocurre en la actualidad, cuando detuvieron a Perón aquel 17 de octubre de 1945 la clase obrera se levantó en una huelga que se impuso desde abajo. Desde los frigoríficos de Berisso y Ensenada, la clase obrera visualizó en la destitución de Perón un ataque directo a las reivindicaciones que había ido conquistando como derechos laborales fundamentales: el aguinaldo, los convenios colectivos, mejoras salariales, la legalización de las organizaciones sindicales. En cambio, el peronismo del siglo XXI es el de la precarización laboral, dejó el poder en 2023 con una inflación galopante que liquidó salarios y jubilaciones, y se apoyó en una burocracia sindical totalmente desprestigiada.

El declive se ve también en la cuestión nacional. Mientras la consigna del ‘45 fue “Braden o Perón”, el kirchnerismo hizo gala del repago de la deuda y del pacto con el FMI, bajo Alberto Fernández. Fue esta línea la que terminó abriendo paso al triunfo electoral de Milei. Bajo este último gobierno, muy lejos de ser un factor de movilización popular, buscó una tranza por la designación de jueces de la Corte, pactó desde la CGT dejar pasar los ataques a la población trabajadora, votó la ley de reiterancia, el blanqueo de capitales, la llamada “ley antimafias”, y buscó dar todo tipo de garantías al gran capital.

Apuntalar un gobierno endeble

El fallo viene, a pesar de Milei, a apuntalar un gobierno endeble. El PRO pugnó para llevar a la Corte esta definición con el objetivo de evitar una polarización política que lo golpeara como ocurrió en Capital. Pero el interés del gran capital es apuntalar al gobierno.

El punto de apoyo de Milei para pelear el apoyo de la opinión pública y abordar el proceso electoral es la baja de la inflación. Pero esta baja depende de mantener estable el tipo de cambio. La combinación entre la inflación y la estabilidad del dólar viene liquidando el superávit comercial. Por eso, para asegurar los pagos de la deuda el gobierno debe recurrir crecientemente al endeudamiento. Esta semana, y luego del pacto con el FMI, Caputo anunció un nuevo repo, la flexibilización de condiciones para el ingreso de dólares especulativos y un endeudamiento mensual de 1.000 millones de dólares. El FMI reclama que aumenten las reservas para garantizar los pagos de la deuda. En ausencia de superávit comercial, y agotado el recurso del blanqueo, la única vía del gobierno para cumplirle al Fondo es seguir endeudándose aún más. Mientras tanto, el consumo sigue cayendo, la crisis industrial avanza con nuevos cierres y quiebras, está en crisis la cadena de pagos y las inversiones no llegan. El barril sin fondo de la deuda lleva tarde o temprano a una crisis de insolvencia.

Esta precariedad explica la preocupación del gran capital por la situación política nacional, que ni siquiera el exiguo triunfo en Capital de Javier Milei logró desterrar, como tampoco lo hicieron los triunfos electorales de los gobernadores que han sido sostén del mileísmo. Los ataques a las libertades democráticas, incluida la proscripción de Cristina Fernández, buscan blindar este régimen. El imperialismo y el gran capital confían más en el veto de los cortesanos que en las garantías que pueda dar el peronismo de no alterar los avances actuales contra la clase trabajadora y las garantías de repago de la deuda, porque estas garantías están condicionadas por emergencia de luchas y reclamos populares.

La corrupción capitalista y la persecución a los luchadores

Que el fallo proscriptivo sea un reforzamiento de un régimen antidemocrático no nos debe llevar a equiparar a CFK con los luchadores populares perseguidos por el gobierno. Las corruptelas del kirchnerismo se entrelazan con todos los negociados de la clase capitalista. Una clase capitalista que hizo grandes negocios con la obra pública, con De Vido y José López, con los canjes de deuda, con la precarización laboral e incluso con los negociados de la burocracia sindical que llevaron al asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra por parte de la patota de José Pedraza -quien había sido elogiado como “sindicalista ejemplar” por CFK. Esto los emparenta con los negociados de Macri con el Correo, de Milei con la criptoestafa, de Alberto Fernández con los seguros, etc.

El carácter de persecución del fallo de la Corte y de toda la orientación del Poder Judicial consiste en que, como lo reconoció inclusive el periodista de La Nación Alconada Mon, existe una doble vara que deja afuera de cualquier candidatura a Cristina Fernández mientras se hace la vista gorda con las causas de Milei, Macri, Sturzenegger, Caputo.

Ahora el gobierno de Milei va a valerse de esta proscripción para reforzar un régimen represivo y de persecución a las luchas populares. Pero esto no nos debe hacer perder de vista que son fenómenos muy distintos, porque en la persecución y la represión está en juego un problema de clase: el recurso al Estado para quebrar las luchas de la clase trabajadora, ocupada y desocupada. Ese es el contenido de la ofensiva contra el movimiento piquetero, de la represión todos los miércoles contra los jubilados, o de los intentos de prohibir el derecho a huelga. Hay que tener en cuenta también que Milei viene agravando una línea represiva y de persecución a la que recurrieron todos los gobiernos capitalistas de la democracia.

Lucha por las reivindicaciones, lucha contra el avance represivo e independencia política

Por eso todo lo expuesto, nuestra denuncia de la proscripción no implica ninguna solidaridad con el peronismo ni con sus planteos políticos. Por eso es un error grave la visita de Myriam Bregman, Nicolás del Caño y Christian Castillo a la expresidenta: confunde un planteo independiente contra el gobierno y la Justicia con una solidaridad política con el peronismo. La izquierda debe tener otra estrategia: para derrotar al gobierno de Milei es necesario reforzar, extender y profundizar las luchas obreras. El motor de esta lucha son fundamentalmente las reivindicaciones. Por el choque que plantean con el gobierno, la agenda democrática contra la represión, la persecución y en defensa del derecho a huelga tiene un lugar absolutamente central. Pero otra cosa es decir que el conjunto de las energías de la movilización popular deben concentrarse en la lucha contra la proscripción. Esto simplemente no está planteado ni siquiera desde el propio peronismo, que no tiene el horizonte de derrotarla.

Si la izquierda apuesta a superar sus límites a partir de una confusión con el nacionalismo lo único que logrará es transformarse en una rueda auxiliar del mismo. Nuestra estrategia es otra: en las luchas que sobrepasan los límites impuestos por la burocracia sindical, como la lucha ejemplar del Garrahan, la de la docencia en Catamarca, las grandes movilizaciones de jubilados, las luchas de los colectivos de discapacidad, la lucha de los metalúrgicos de Tierra del Fuego, es donde se va forjando una vía para derrotar al gobierno de Milei. Sólo esta intervención puede alterar un equilibrio de fuerzas volcado fuertemente contra la clase trabajadora. Ahí está la fuerza para derrotar al gobierno, y también la vía para que la izquierda pueda consolidarse como fuerza política y emerger como alternativa.

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