Sindicales

19/8/2020

UNLP: la necesidad de desarrollar un movimiento de lucha de las y los docentes

Tenemos que superar la subordinación de Adulp y Conadu al gobierno y a los rectores.

Comenzando el segundo semestre, Conadu persiste en su línea de colaboración con el gobierno y los rectores. Pretenden continuar la virtualización de prepo y sin recursos a la que venden como un éxito sin la menor evidencia y que, en realidad, es sostenida a duras penas por docentes y estudiantes con un extraordinario esfuerzo. El salario ya perdió un 12% contra la inflación desde octubre pasado, como consecuencia de la violación de la cláusula gatillo y la no apertura de la paritaria 2020. El presupuesto fue recortado en términos reales en $8.000 millones respecto del impuesto por Macri en 2019, con la anuencia de los rectores y la burocracia.

 No es mejor el panorama en la paritaria local, que se reunió el viernes 14/8 luego de tres años sin funcionar. A pesar de que el gremio en su boletín dice que hay avances, lo cierto es que en el plenario de delegados/as tuvieron que reconocer que la respuesta de las autoridades a la mayoría de las demandas es negativa. A pesar de que se “aceptaría” que la Universidad es responsable de garantizar los recursos tecnológicos y la conectividad, se niegan todos los medios para que esto pase de ser una declaración. No hay bono para gastos extraordinarios, no hay comodato para equipamiento, tampoco créditos subsidiados para comprar computadoras y equipos. El otro punto fundamental, el de las licencias especiales por la pandemia (por hijes o adultos mayores a cargo, hábitat inadecuado, etc.), tampoco avanza. La Universidad rechaza las dispensas, pero incluso si las aceptara, rechaza las suplencias que son fundamentales para que este derecho sea efectivo.

 Pese a la respuesta negativa, el gremio se limita a negociar con las autoridades sin organizar a las y los docentes. En lo que va del año hubo tres plenarios de delegados y ninguna asamblea general. Los delegados, salvo excepciones en unidades académicas en las que hay delegados opositores o en la Escuela Anexa, no han convocado asambleas para recabar mandato. Es evidente el temor a la deliberación de la base docente, lo cual es muy significativo porque la conducción de Adulp por su entrelazamiento con las gestiones tiene un enorme control como aparato. Este temor está muy justificado porque el hartazgo de los docentes con la virtualidad y el retraso salarial crece. Los plenarios mismos se limitan a un “intercambio” de información. Sólo los delegados de la oposición han hecho planteos dirigidos a organizar a las y los docentes en torno a un pliego de reclamos.

La política que lleva adelante la dirección de Adulp calza como anillo al dedo a la explotación que hacen el gobierno y las gestiones de la cuarentena como arma de contención y avance en la precarización de los docentes, la reducción presupuestaria, y la creciente privatización de la Universidad. Cuando declaman que “la virtualidad vino para quedarse” están pensando en los negocios con las plataformas y los cursos pagos y en el ahorro que significaría sacarse de encima a una masa importante de estudiantes a los que se les quiere vender el verso de la ventaja de estudiar desde sus localidades.

El rectorado estira la “negociación” para ganar tiempo y terminar el año sin conceder nada. En un semestre entero no se aceptaron las dispensas, ni se dio respuesta al problema de la falta de condiciones para la virtualidad. La situación está más que madura para organizar acciones ante la negativa y el manoseo de la Universidad. Pero eso requiere organizar a los docentes de manera independiente, lo que es incompatible con la política de alianza del gremio con las gestiones.

El mismo seguidismo se verifica a nivel nacional. Conadu ahora pide formalmente la paritaria, pero no mueve un dedo para imponerla. Y peor aún, no dice con qué reclamo irá si se convoca, ni organiza el debate colectivo para definir ese reclamo. Los comunicados que ha sacado dejan entrever que su planteo será el de una suma fija para atender a las categorías más bajas, o un porcentaje menor porque habla sólo de la inflación (pasada) de este año, y de un “programa” de recomposición por lo perdido bajo el macrismo.

Ante este cuadro, la oposición -que La Naranja integra- viene impulsando reuniones que han convocado a decenas de docentes de 12 unidades académicas. En ellas votamos un pliego de reclamos y la exigencia a Adulp de Asambleas por unidad académica y asamblea general, y seguir agrupando.

También acordamos apoyar el encuentro nacional docente que votó la asamblea de la AGD-UBA. Este es el camino para poner en pie un movimiento que entronque con las asambleas estudiantiles e interclaustros que se han organizado en algunas facultades para defender con un plan de lucha la Universidad, seriamente amenazada por la política de ajuste del gobierno que el pacto con los bonistas y la negociación con el FMI va a agudizar.