Sociedad

27/11/2020

Diego

Cómo Maradona se convirtió en el ídolo de los pobres del mundo

A los ojos de millones, fue un ariete contra los poderosos.

Lidia Barán @ojoobrerofotografia

La muerte de Maradona a una edad temprana ha conmocionado al mundo entero, en el sentido más literal. Para millones de argentinos y otros millones de futboleros de los países más diversos, cercanos y lejanos, fue el mejor futbolista de la historia.

Pero, ¿alcanza eso para tamaña repercusión, cuando Diego había dejado de jugar al fútbol hace más de 20 años? ¿E incluso cuando muchos, muchísimos de los que fueron a despedirlo, de los que lloraron por su muerte, quizá no hayan llegado a verlo jugar?

Sin lugar a dudas, el ídolo muerto fue mucho más que un gran jugador, aunque haya sido el mejor. Maradona despertó pasiones porque a lo largo de su vida como celebridad apareció como un rebelde, cuestionador y enemigo de poderosos, y por colocarse siempre en defensa de los más débiles.

Maradona no era un revolucionario. Era un chico que nació en una hogar muy pobre, con tremendas carencias, y que mantuvo esto como impronta en muchas actitudes de su vida.

Son conocidas sus peleas con la conducción de la Fifa del mafioso Joao Havelange y su corte (de la cual formaba parte el también mafioso Julio Grondona), a la cual acusó repetidamente en los medios de corrupta y ladrona. También lo es la sospechada respuesta de la entidad internacional al “cortarle las piernas” en el Mundial de 1994, cuando lo habrían elegido de manera arbitraria para hacerle el antidoping y fue suspendido por un año y medio por un medicamento de venta libre que antes no estaba penalizado.

Maradona también fue el gestor de la aventura de crear un sindicato de futbolistas en 1995, cuando estaba en la plenitud de su carrera y para el cual logró atraer a otras grandes figuras del fútbol de ese momento, como Eric Cantoná, Gianluca Vialli y Hristo Stoichov. Fue elegido presidente y desde allí se lograron algunas reivindicaciones. Resultó un fenómeno conmocionante en el fútbol, de enfrentamiento con los poderosos, dirigentes e inversores que entonces comenzaban a incursionar fuertemente en el negocio del fútbol. Luego la vida de esta entidad fue relativamente efímera.

Esta faceta de Diego también está presente es la propia trayectoria deportiva que lo llevó a convertirse en un ídolo popular. Maradona pasó por grandes equipos del mundo, como el Barcelona y el Sevilla, en los que no deslumbró. Su consagración, además de en Boca Juniors, fue en el entonces modesto Napoli del sur italiano, al cual arribó -desde el club catalán- para pelear por no irse al descenso. Con Diego en sus filas, el Napoli consiguió más títulos que en toda su historia anterior. Para los sectores del pobre sur italiano fue quien les dio la posibilidad de una revancha contra del norte rico del país, que acumulaba también todos los títulos deportivos.

Pero también se convirtió en un ídolo para vastos sectores populares de distintos y aún lejanos países, que lo tomaron como una figura de pelea contra los poderosos. Fue así en particular para los argentinos, cuando fue clave en la victoria contra la selección inglesa –“mano de Dios” incluida- cuatro años después de la guerra de Malvinas. Era una reivindicación después de aquella derrota responsabilidad de la dictadura. Hasta el día de hoy se canta en las canchas, como revancha, “el que no salta es un inglés”, que se parió entonces.

Maradona también fue crítico severo de la Iglesia. Es conocida la anécdota de cuando ingresó al Vaticano y al ver tanta riqueza dijo que no podía seguir siendo creyente cuando la institución acumulaba tanto oro y no hacía nada por los millones de pobres que había en el mundo y por lo cuales supuestamente se preocupaba.

Más cerca, la rebeldía y la transgresión se manifestó en sus manifestaciones de simpatía por la Revolución Cubana, por el Che y por Fidel, aunque nunca se declaró siquiera un hombre de izquierda. Declaró además su apoyo a los organismos de derechos humanos y a muchas luchas populares, como las peleas de los jubilados contra los haberes de miseria.

Maradona no era un revolucionario, ni se acercaba a eso. Su terreno fue el del apoyo a los distintos representantes del nacionalismo burgués, en especial el latinoamericano. Se declaró peronista y apoyó desde Menem hasta Alberto Fernández. También a Evo Morales, Chávez, Maduro, Mujica y Lula. El hecho de que ello fuera contradictorio con otras reivindicaciones que defendía no es más que otra de las tantas contradicciones que encarnó Maradona.

Su vida personal, en medio de una vorágine de dinero fácil, fama, reconocimiento masivo, tuvo muchos aspectos repudiables, tales como las denunciadas violencias hacia algunas de sus parejas, el desconocimiento de hijos concebidos en relaciones más o menos circunstanciales, su vínculo poco claro con sectores de la mafia napolitana, o problemáticos como el consumo de drogas que terminaron minando su salud, entre otras cosas.

Nada de esto debe ocultarse, pero el papel de Maradona como ídolo popular, que hizo que su muerte fuera la noticia de tapa de todos los diarios del mundo, tiene que ver con sus otras facetas, por plantarse del lado de los pobres. Hay que entenderlo en su complejidad, en medio de una sociedad que corrompe y destruye.

Por eso, hoy, millones lo lloran.