Sociedad
21/11/2024
Copa Potrero: el armado privatista de Agüero y Milei
Sponsor gubernamental, inscripción en dólares, apuestas ilegales y cooptación de jóvenes a costa de su carrera.
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Carlos Tévez junto a Sergio Agüero.
La Copa Potrero, organizada por el exfutbolista profesional y ahora emisario del gobierno en el fútbol, Sergio “Kun” Agüero, cumplió uno de los propósitos oficiales y de los capitales privados de desatar un nuevo debate en rededor del fútbol profesional argentino, aunque el saldo no es positivo. El evento expuso un armado privatista del gobierno y Agüero, financiado por el Estado, con inscripción en dólares, sin potrero, apuestas ilegales, apoyo de figurones oficialistas y la exposición/utilización (descarte) de jóvenes futbolistas que fueron apartados de sus clubes.
El torneo de fútbol organizado por Sergio Agüero expuso todo el frente oficial por la privatización del fútbol argentino, con la transmisión y financiamiento de la plataforma multinacional Disney+ y ESPN, el financiamiento gubernamental con el sponsor de YPF en todas las camisetas y la participación de figuras retiradas del fútbol profesional cercanas al gobierno (como la de Carlos Tévez), entre otras cosas, para tratar de exhibir que un torneo privado que reparte 310.000 dólares entre los primeros puestos puede superar al fútbol profesional con décadas de tradición y construcción de los clubes y sus socios.
Que se trata de una operación oficial bancada desde el gobierno no es un gran secreto: el Kun Agüero visitó recientemente la Casa Rosada donde acordó el respaldo financiero de YPF y otros sponsors multinacionales, ofreciéndose como un soldado de la batalla gubernamental por la privatización de los clubes: algo que Agüero apoya públicamente.
Entre las mayores polémicas del evento se encuentra la participación de jóvenes futbolistas profesionales quienes, tentados por la organización, terminaron siendo sancionados y excluidos de sus respectivos clubes por violar sus contratos.
El caso más paradigmático es el del 10 de Los Andes, Lautaro Torres, quien fue descubierto jugando con un nombre falso siendo que al otro día debía disputar un partido importante por el ascenso a Primera Nacional, donde se lo vio con un bajo rendimiento y, tras la derrota, se le rescindió el contrato. Lo mismo ocurrió con Alejo Sarco (Vélez Sarsfield), Ian Vera (San Lorenzo), Agustín Minnicelli (Comunicaciones), Juan Román Zarza (Independiente) y Claudio Aveldaño (Atlanta).
El argumento esgrimido por los futbolistas sería la necesidad económica, arriesgando contratos con ingresos mensuales –que varían según el club y la categoría- por la “posibilidad” de ser campeón u ofertas de otro tipo por parte de la organización del evento. Algo que debería procesarse en el fútbol profesional con la organización y lucha por las reivindicaciones de los futbolistas, principalmente en las categorías más bajas donde los ingresos escasean y las necesidades apremian.
De todas maneras la Copa Potrero tampoco representa la panacea, con una inscripción de 5.000 dólares por equipo y una competición de 40 contrincantes, con equipos que entre jugadores, equipo técnico y asistentes superan los 25 integrantes (entre quienes se reparte lo obtenido), sin cobertura médica ni seguro de la organización, donde hasta uno puede ser golpeado por una “sombrilla”, como se viralizó en las redes sociales.
La organización dejaba bien en claro en sus normas que “no se hace responsable de posibles lesiones y/o accidentes”, mientras que los clubes, que apenas tienen ingresos para funcionar, son quienes bancan a los jugadores ante estas contingencias deportivas.
La comparación del oficialismo entre lo pagado por la Copa Potrero y otras competencias como la Copa Argentina tampoco es correcta: debido a que la segunda reparte premios ante el avance en cada instancia (llegando a equipos de categorías inferiores) y ofrece la oportunidad de clasificarse la Copa Libertadores, como ya ocurrió recientemente con Patronato al tiempo que descendía a la B Nacional. Aunque esto podría mejorarse. Además, los clubes profesionales cuentan con otros ingresos y participan de distintas competencias.
Lo mismo vale para los futbolistas profesionales, con contratos con ingresos regulares que muchas veces cuentan con premios de diverso tipo. Aunque cabe resaltar que estos “beneficios” caen estrepitosamente en las categorías inferiores.
La copa del Kun Agüero y compañía exhibe todo lo que está mal en el fútbol. Aunque financiada por el sponsor de la misma casa de apuestas que auspicia en la Liga Profesional no se habilitaron apuestas “legales”, aunque si se pudieron observar apuestas ilegales en las tribunas (exhibidas con video por el periodista Pablo Carroza) con la participación de los técnicos de los equipos y por parte de gente con historial en el arreglo de partidos. A pesar del financiamiento oficial –con “la tuya”- la entrada es privada y con un costo de $25.000.
Cabe destacar que las empresas privadas que alimentan este “torneo paralelo” son los mismos que sponsorean al fútbol profesional argentino, y quienes actúan como lobistas para profundizar la mercantilización del fútbol y los negocios con la AFA a expensas de los clubes y sus socios.
Estos negocios son los que bloquean una mejor distribución de los ingresos en el fútbol profesional, que fomente las distintas etapas y categorías del deporte y la formación profesional y sustento de los jugadores, cuyo producto más “puro” es un torneo relámpago de country financiado por dos multinacionales e impulsado por un descalzado socio de los privatizadores. Agüero le quema la carrera a los pibes para librar las batallas de Milei y satisfacer los negocios de los grandes capitalistas.