Sociedad

23/7/2025

Fútbol visitante para pocos: a “consideración” y con limitaciones

La AFA acordó con el gobierno porteño dejar afuera a la Ciudad de Buenos Aires.

Hinchada de Rosario Central en el estadio de Lanús.

La iniciativa del presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, para que de a poco regrese el público visitante al fútbol profesional acaba de encontrar su principal límite, ante la negativa para aplicarse en los estadios porteños donde residen algunos de los clubes más grandes y muchas instituciones.

La propuesta parece más bien enfocada a satisfacer los reclamos y necesidades de una porción de los clubes que podrían beneficiarse circunstancialmente con un ingreso mayor por la venta de entradas.

El debate en cuestión nos remonta ineludiblemente al 2013 cuando tras los reiterados incidentes entre facciones de las barrabravas se decidió prohibir la asistencia de público visitante en los partidos de fútbol de la liga profesional, suspendiendo indefinidamente una tradición del fútbol argentino y su folclore característico que trascendía a lo meramente deportivo y se plasmaba en contiendas creativas –aunque bastante xenófobas, homofóbicas y discriminatorias- desde las tribunas.

El anuncio del regreso del público visitante vino condicionado con la potestad de cada club para determinar la apertura o no del estadio a la afición contraria, dejando la decisión en manos de cada institución deportiva. Esto fue aún más restringido en los últimos días, tras una reunión de la AFA con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires donde se decidió mantener la prohibición dentro de la jurisdicción porteña, donde tienen sus estadios River Plate, Boca, San Lorenzo, Vélez Sarsfield, Huracán y Argentinos Juniors, entre otros.

La oportunidad también sirvió para un cruce público entre la mano derecha de Tapia, Pablo Toviggino, y el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, acusándose recíprocamente de utilización política, en un intercambio con poca claridad, donde ninguno defiende el derecho del público a acceder y asistir sin problemas a los eventos deportivos. Ambos sectores se inscriben en las prácticas que devienen en un mayor arancelamiento del fútbol y restricciones al acceso de la población trabajadora.

Hasta el momento las únicos partidos que pudieron contar con público visitante fueron el de Lanús versus Rosario Central, con 7.000 entradas habilitadas para los canallas, e Instituto versus River, realizado en el estadio Kempes con 12.000 lugares para la visita millonaria.

La medida adoptada por Tapia parece responder más que nada a un reclamo de una porción de los clubes que podría sacar algún provecho con la venta adicional de entradas, siempre que éstas cubran a su vez los costos adicionales de los operativos de seguridad reforzados por el arribo del público visitante.

Para la dirigencia de los clubes con mayor capacidad de movilización y cobertura del aforo de sus estadios la iniciativa no solo no despierta interés sino que representa varios problemas. Muchos han avanzado en reformas de los estadios (desalambrado, modificación de accesos, etc.) para ampliar y mejorar la experiencia del público local; en gran parte se venden abonos y espacios que no se podrían garantizar con la cesión de lugar para los visitantes –muchos de estos impidiendo el acceso de los sectores menos pudiente- y se agregan otros gastos adicionales, como los micros y entradas de sus barras en caso de asistir como visitantes a un partido. Además de los costos mayores de un operativo policial a cubrirse con los mismos ingresos.

En el fondo se trata de un problema de negocios y de ingresos y gastos de los clubes: el público visitante sirve a algunas instituciones y no a otras, más aún cuando la AFA no cubre nada del paquete de gastos, y cuando los premios que se reparten por las competiciones y/o el dinero por la televisación son sumamente escasos.

Contrario a lo que sucede en la Liga Profesional de Fútbol, la Copa Argentina se viene realizando todos los años con público de ambos equipos, aunque en estadios “neutrales”, con la sola excepción de que la selección de los estadios parecería obedecer al negocio de la televisación –dos equipos porteños podrían enfrentarse en San Nicolás o en Santiago del Estero- y a favores dirigenciales.

El actual intento discreto para el regreso del público visitante no responde a ninguna transformación genuina y positiva en el fútbol, sino a ajustes más finos en los negocios capitalistas, razón por la cual no hay ninguna garantía para su éxito y continuidad. Bajo las actuales condiciones implica, necesariamente, una restricción del acceso popular a los estadios, considerando que el espacio que suele entregarse a la visita es también el más barato o el “popular”.

Cabe agregar también que no llegamos a esta situación como resultado de un control y/o modificación de las barrabravas, las que suelen protagonizar los incidentes, muchas veces motivados por la injerencia de las rencillas y divisiones políticas patronales al interior de los clubes, con enfrentamientos entre distintas barras e incluso entre facciones de un mismo club.

Tapia, que se arroga la representación de los clubes y los “clubes de los socios”, viene de cuasi intervenir nefastamente San Lorenzo, saliendo al rescate del presidente licenciado Marcelo Moretti, al borde de una expulsión, quien quedó expuesto públicamente en un video por la presunta recepción de coimas.

Hay que erradicar los negocios del fútbol y ponerlo en mano de los socios y los trabajadores. Solo así podremos recuperar el público visitante y realizar las reformas necesarias para garantizar ampliar el acceso de la población trabajadora a los estadios.

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