Sociedad

30/7/2021

Juegos Olímpicos de Tokio: los atletas como mercancía

Exigencias inhumanas al servicio de un gran negocio.

El retiro de la competencia en los Juegos Olímpicos de Tokio de Simone Biles, la multipremiada gimnasta norteamericana, cinco veces campeona del mundo y llamada a ser la figura más importante del encuentro, provocó un fuerte impacto en el mundo del atletismo y, en particular, en la propia sede de la capital nipona, que se agigantó cuando la norteamericana explicó que la decisión había sido tomada porque “tengo que centrarme en mi salud mental”.

En el mismo escenario y por razones similares, se fue rápido de la competencia, la tenista Naomi Osaka, número dos del mundo, responsable de encender la llama olímpica en la ceremonia de apertura de Tokio y figura principal en la imagen de estos Juegos, conocida por su posicionamiento como activista por los derechos de los negros en los Estados Unidos que, en un campeonato disputado en el 2020 en ese país, ingresó al set en cada una de las siete rondas con un barbijo donde se leía el nombre de un negro asesinado por la policía estadounidense. Ella también explicó como las exigencias externas en las competencias de alto nivel generan problemas físicos y mentales, lo que le provocó un bajo rendimiento en los Juegos y su rápida salida.

La punta del iceberg

En realidad, éstas fueron las puntas del iceberg que pusieron de relieve el nivel de exigencias inhumanas a las que son expuestos muchos de los atletas de alta competencia en general y, en particular, en los actuales Juegos Olímpicos, donde están sometidos “a una prueba de estrés como ninguna otra en la historia del deporte” y que “se celebrarán porque el dinero obliga, no porque sea razonable” realizarlos (La Vanguardia de Barcelona, 22/7).

Lo que prima en las decisiones del Comité Olímpico Internacional (COI) y las autoridades oficiales japonesas, es que nada detenga el desarrollo de este enorme negocio que mueve miles de millones de dólares y donde los atletas cumplen el rol de meras mercancías.

Biles, que sufrió de pequeña la separación de su madre (adicta a las drogas y el alcohol) y de dos de sus hermanos, hace unos años fue abusada por el médico del equipo de gimnasia de Estados Unidos; al explicar su decisión y para dejar en claro que no se trataba de un problema personal, puntualizó que “estos Juegos Olímpicos quería que fueran para mí y sentí que lo estaba haciendo por otras personas” y añadió: “no queremos que nos saquen de allí en camilla”.

Tokio fue elegida como sede en una reunión del Comité Olímpico Internacional (COI) realizada en Buenos Aires en el 2013, porque para el organismo recaudador que espera colectar en esta edición más de u$s7.000 millones, “Japón organizaría unos Juegos de época, nada de aventuras descontroladas, con negativos efectos de imagen, prestigio y poder para el COI” (ídem).

Estas fueron las consideraciones que le dieron el sí a la capital japonesa y para nada se tuvieron en cuenta las condiciones en las cuales se realizaría la competencia, más allá del tema coronavirus, entonces ausente, pero que esta semana alcanzó el pico máximo de contagios de toda la pandemia en Japón, y en Tokio en particular.

Es que no solo los JJOO se llevan a cabo con los estadios vacíos, aislados totalmente del público tanto extranjero como japonés (éste mayoritariamente repudia la realización y lo ha manifestado en las calles), con Tokio en emergencia sanitaria, con los atletas en “burbujas” que les impiden la sociabilidad y el intercambio con los integrantes de las diferentes delegaciones. Soportan un aislamiento casi total y, sin embargo, conviven con el temor a que el contagio -como le sucediera ya a decenas de participantes- los deje fuera de la competencia.

A todo esto se le suman -y eso sí era perfectamente previsible- las elevadas temperaturas que están haciendo estragos entre los deportistas. Por el calor, la arquera rusa Svetlana Gomboeva, se desmayó en la cancha durante una ronda de eliminatorias; la tenista española Paula Badosa debió abandonar el partido luego del primer set en los cuartos de final y ser retirada en silla de ruedas y con una toalla con hielo en la cabeza por el calor insoportable en el cual estaban jugando.

Varios atletas cayeron literalmente “desplomados en el triatlón masculino” algunos “convulsionando y otros vomitando”, pese a que “el triatlón masculino empezó a las 6.30 de la mañana y que, a lo largo de la ruta, había secciones con chorros de rocío helado” y “donde los corredores podían también recoger hielo triturado y toallas heladas para controlar la temperatura” (BBC News, 26/7).

Muchos “tuvieron que recibir asistencia” médica y de los asistentes de la competencia que se “apresuraron a colocar toallas heladas en las cabezas de los triatletas”, mientras que “los jugadores de voleibol de playa -que se disputa con los pies descalzos- se quejaron de que la arena está muy caliente y los funcionarios han tenido que rociarla con agua” y “algunas competencias, como el maratón, fueron trasladados a la ciudad de Sapporo, para evitar las condiciones agobiantes del clima en Tokio” (ídem).

Una cantidad importante de competidores tuvieron problemas con la hidratación y los tenistas Novak Djokovic y Daniil Medvedev dijeron que las sofocantes condiciones en las que jugaron habían sido las “más duras” que jamás habían experimentado.

“Desde antes de la inauguración de Tokyo 2020, los expertos ya habían advertido de que el intenso calor y la humedad podrían no sólo mermar el rendimiento de los deportistas, sino presentar riesgos significativos para su salud” (ídem).

Además, el COI y las autoridades oficiales japonesas tratan a los atletas y a todo el personal afectado al encuentro con una liviandad absoluta frente a los eventuales contagios del coronavirus, cuando todos los días se conocen nuevos estudios sobre eventuales consecuencias negativas para la salud de aquellos que hayan contraído la enfermedad.

Llamativamente, luego de un primer informe distribuido al inicio de los JJOO, donde las autoridades reconocían que ya había más de 70 contagiados por coronavirus entre los deportistas y el personal asignado al encuentro, no se conoció ninguna otra información sobre casos de coronavirus, aunque éstos siguen produciéndose como lo muestra el hecho que ayer dio positivo en un test el garrochista argentino Germán Chiaraviglio, quien se habría contagiado en la propia sede olímpica.

Negocios

Los capitalistas han convertido a los JJOO y a todos los grandes encuentros deportivos -como la reciente Copa América, los mundiales de fútbol o los propios campeonatos, europeos, norteamericanos o los más modestos pero redituables de nuestro país- en enormes generadores de negocios, cuando las actividades productivas tradicionales están en retroceso, producto de la crisis económica global. Esto deja una gran cantidad de capitales ociosos que se desvían crecientemente hacia nuevos sectores, entre otros el de los deportes.

La grieta abismal que separa a los capitalistas que han copado la explotación de los eventos deportivos de los atletas, en especial de aquellos que están en disciplinas no profesionales, la ejemplificó Emily Sisson, ganadora de los 10.000 metros femeniles en las pruebas clasificatorias: si no hay competencias “entrenamos sin tener un objetivo final” y “esto también afecta tus ingresos del año. No hay premios monetarios” para poder mantenerse (New York Times, 7/7).

Esto, porque es muy difícil el camino para llegar dado que la preparación requiere de una dedicación a pleno y casi incompatible con un trabajo formal. Y, más allá de la conversión de las competencias en negocios, los Juegos Olímpicos son la meta deseada para los atletas de todas las disciplinas, especialmente las no profesionales, que deben contar con el apoyo pleno del Estado, con algo más que las miserables becas para los atletas de competición que entrega el gobierno nacional y que no alcanzan a cubrir ni la canasta alimentaria.

Pero solo un cambio de fondo, con la liquidación del capitalismo, permitirá que las competencias deportivas vuelvan a tener plenamente su sentido originario de ser un juego, un esparcimiento y una competencia fraternal y no un escenario para el lucro de mafias y capitalistas.