Sociedad

26/2/2025

La borrada de Foster Gillett: ¿otra estafa promovida por Milei?

El paladín del gobierno para privatizar el fútbol está dejando pagando a todos.

Juliana Santillan y Foster Gillett.

El empresario norteamericano Foster Gillett, promocionado por el gobierno nacional y Javier Milei como el inversor pionero en impulsar las Sociedades Anónimas Deportivas y la privatización del fútbol argentino, está protagonizando un escándalo por su virtual borrada de los compromisos económicos asumidos con Vélez Sarsfield, River Plate y el propio Estudiantes de La Plata. De caerse las negociaciones con el club que presiden Sebastián Verón estaríamos quizás ante el fracaso más prematuro de una nueva intentona privatista.

El inversionista que prometió “revolucionar” el fútbol argentino con su desembarco en Estudiantes de La Plata, en sociedad con Verón, y con un pasado turbio en el fútbol europeo con el antecedente del endeudamiento millonario del Liverpool inglés, está dando que hablar por el incumplimiento de sus compromisos económicos, dando cuenta de que la lógica capitalista y mercantil es incompatible con la defensa de los clubes de fútbol y sus socios.

Gillett es el protagonista del escándalo de la caída  de los pases al fútbol europeo de Valentín Gómez (Vélez) y Rodrigo Villagra (River), ambos por sumas millonarias que el empresario se comprometió a abonar y que nunca aparecieron.

Luego de aparecer en el mundo del futbol argentino, promovido por el secretario de Deporte y Turismo, Daniel Scioli, la diputada nacional de La Libertad Avanza, Juliana Santillán, y pareja del empresario y representante local de Gillett, Guillermo Tofoni, y de la mano de Sebastián Verón, Gillett se convirtió rápidamente en una especia de “tío rico”, con fondos “ilimitados” para la realización de todo tipo de operaciones.

Sus movimientos se asemejaron más a los del flautista de Hamelin que al de un “empresario virtuoso”, algo que también fue reconocido por su entorno, señalando que la adquisición del pase de Cristian Medina (ex Boca) y Facundo Farías, y su cesión (momentánea) a Estudiantes, fueron un anzuelo para captar la simpatía de los socios del pincha; o, como Tofoni señaló, una “muestra de buena voluntad”.

Pero siquiera en La Plata se salvaron de la borrada de Gillett: el club presidido por Verón también avanzó con otras adquisiciones, como la de Ezequiel Piovi, que serían respaldadas por el dinero del empresario norteamericano, el cual nunca llegó. Ahora el club tuvo que desembolsar el pago de su bolsillo y afronta el sostenimiento de una nómina de futbolistas de primer nivel, con contratos y salarios millonarios, y sin solvencia a mediano plazo.

Mientras tanto, el acuerdo Verón-Gillett para convertir a Estudiantes de La Plata en lo más parecido a una SAD sigue postergándose a falta de realización de la asamblea extraordinaria de socios que debería aprobar el mismo, y con una situación de incumplimientos del empresario que no ayuda para nada.

Por su parte, Verón, que se metió de pies a cabeza en esta aventura privatista, está haciendo todo por arrastrar al club a la inevitabilidad de un acuerdo, endeudando la institución y atando su destino a los recursos de Foster Gillett.

Que Verón anuncie que de caerse el acuerdo se retiraría del club sería la consecuencia menos dañina: lo de Verón es un ultimátum, cuando acaba de reconocer que de no darse la operación tendrían que deshacerse de la mitad del plantel y barajar de nuevo... endeudados y todo. Ahora que el empresario brilla por su ausencia, Verón ya abre el paraguas. Algunos medios informan que el referente privatizador anda a la búsqueda de nuevos inversores, algo que –guiado por la desesperación- no aparenta terminar en buen puerto.

El presidente Javier Milei, que afronta el escándalo por promover la estafa de la criptomoneda $Libra, también se encargó de promover por sus redes sociales el desembarco de Gillett en Estudiantes de La Plata, asegurando que el club avanzaba indefectiblemente hacia una SAD. Al parecer, estamos ante una nueva estafa de Milei y sus representantes, que se derrumba como los compromisos incumplidos del empresario norteamericano, desmintiendo la mentada “lluvia de inversiones” en el fútbol.

Foster Gillett es un representante de sus intereses económicos e individuales, de concretarse el acuerdo con Estudiantes estaríamos ante un proyecto con muchas chances de terminar en un fracaso. Los socios del club ya tienen los antecedentes necesarios para evitar la entrega de su institución a manos de los especuladores y capitalistas. Fuera Gillett, las SAD, los privatizadores y gerenciadores del fútbol y Verón... entre ellos.

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