Sociedad
17/7/2024
La coacción de Milei para meter a sus amigos a copar los negocios del fútbol
El gobierno intenta introducir las Sociedades Anónimas Deportivas a la fuerza.
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Milei con el presidente de la Fifa, Infantino.
El avance del gobierno con la reglamentación para el ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol argentino agrega un nuevo capítulo a la disputa entre diversos sectores por los negocios en el deporte más popular del país. Detrás de la ofensiva del presidente Javier Milei se ocultan las gestiones de Mauricio Macri y del empresario Guillermo Tofoni, para “liberar” los negocios del fútbol.
Desde el gobierno abusan de un discurso en “defensa de la libertad” de los socios y socias de poder elegir sobre el destino de sus clubes, pero en verdad se trata de la libertad de los grupos capitalistas e inversores para adueñarse y disponer del fútbol local según sus intereses.
El propio hecho fundacional de esta ofensiva recargada implica una violación de la libertad asociativa de los clubes, que han escogido la figura de asociación civil sin fines de lucro para organizarse. El decreto, ahora reglamentado, “insta” a que las asociaciones, federaciones y confederaciones deportivas modifiquen sus estatutos para incorporar las SAD.
Se proclama la libertad partiendo de una coacción forzosa, para introducir capitales privados e inversiones que desvirtúan aspectos fundacionales del fútbol argentino, como sus objetivos, función, organización, integración y participación.
Por esta vía se busca profundizar la línea privatista que tanto daño le viene haciendo al fútbol ya con los negocios de la televisación y las apuestas online, entre algunos de los puntos fuertes de un deporte que con cada “inversión privada” es apartado de sus aficionados, deportistas y trabajadores.
“Como una carnicería”
Mucho de esto quedó al descubierto con la reciente organización de la Copa América 2024, con partidos televisados en diversas plataformas pagas y otros pocos por transmisión por cable; modificaciones de aspectos reglamentarios del deporte; campos de juego en mal estado; etc.
El gobierno habla de que de introducirse las SAD en el fútbol argentino llegarían inversiones de entre 3.000 y 4.000 millones de dólares, pero no explica de qué forma esto beneficiara a socios e hinchas, quienes perderían todo control e injerencia sobre sus clubes.
Más aún, no existe ninguna claridad respecto a cómo se emplearía el capital desembolsado por estos supuestos inversores, dado que la compra de un club no tendría otro destinatario de esos fondos que el mismo club adquirido. Es decir que quien pone la plata luego será el encargado de “administrar” esos mismos fondos: el negocio de los negocios.
Probablemente la mayor parte de los recursos “aportados” regrese a las arcas de los mismos capitalistas, y otro tanto se utilice para fortalecer el esquema de negocios actualmente instalado en el fútbol argentino, de semillero de jugadores para exportar al exterior, con la apertura de “escuelas” y sucursales de captación de jugadores en todo el país y el cierre de otras actividades.
Quien mejor ilustró esta propuesta fue el ex intendente de La Plata y actual subsecretario de Deportes, Julio Garro, quien igualó el eventual funcionamiento de las SAD al de una carnicería o una cervecería, donde si te va mal cerras la persiana, y ¿los hinchas, jugadores y trabajadores? A buscarse otro club.
La inviabilidad de una Liga Argentina altamente competitiva, con estrellas del fútbol aseguradas por grandes empresas locales e internacionales es palpable, con un mercado nacional incapaz de satisfacer las ganancias que ofrecen las ligas europeas, e incluso otras como la estadounidense o la de Arabia Saudita.
La condición económica de la Argentina, como semicolonia subyugada por el imperialismo mundial, no habilita otro reparto de tareas en el fútbol que no sea el de economía de exportación, liquidando las instituciones deportivas y todo accesorio que no responda a esta lógica mercantil, y explotando hasta cada centímetro cúbico del negocio local al punto de hacerlo inaccesible a la población trabajadora.
De paso, cabe mencionar el papelón del ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona que, en su afán de elogiar las virtudes de las SAD no hizo más que destacar el lugar de los clubes con participación de sus socios, cometiendo el error de incluir al Real Madrid y al Barcelona entre los clubes privatizados, y omitiendo que para el caso del Bayer Múnich el 75% está en manos de sus socios.
La contracara pública de este planteo es el del esquema actual defendido por el presidente de la AFA Claudio “Chiqui” Tapia y “los caudillos del fútbol”, que operan como gerenciadores privados en los horizontes legales de las asociaciones civiles.
La de estos sectores es una defensa corporativa de sus negocios ante la amenaza de un desplazamiento inminente con el arribo de capitales privados, más propicios a la articulación de negocios con los propios y, entre ellos, uno que espera agazapado la oportunidad para hacerse del control de la AFA: Mauricio Macri.
Los negocios capitalistas son la vía más directa para a destrucción del futbol y de los clubes como instituciones sociales y deportivas que albergan múltiples actividades comunitarias. También implicaría un cambio de paradigma para todas las instituciones deportivas y clubes menores de todo el país: una organización empresarial a escala nacional, donde el deporte y lo social estarían relegado a los negocios privados, excluyendo a millones de niños y jóvenes.
La disputa por las SAD, que aún continúa trabada por la Justicia, representa el terreno de negociaciones, tires y aflojes, de uno y otro band, para reconfigurar el fútbol argentino sobre bases más privatistas. Debemos oponernos a esta orientación, en defensa de los clubes y el deporte, para garantizar que no nos quiten lo que nos pertenece y así también recuperar los clubes en manos de los trabajadores y socios.
