Sociedad

15/7/2024

Estados Unidos - Conmebol

La organización de la Copa América: una “plaga de mentirosos” en busca de negocios

Campos de juego en mal estado, caos organizativo, amenazas, disturbios y una final demorada para justificar el lucro capitalista.

Incidentes al ingreso de la final.

El paso de la Copa América 2024 dejó algo más que un nuevo título para la Selección Argentina, que se consagró bicampeona del certamen, expuso la naturaleza del negocio detrás del fútbol, con una competencia que fue llevada a extraña jurisdicción (Estados Unidos) sin la menor garantía para la defensa del deporte y sus aficionados.

Si se tratará del ensayo del próximo Mundial 2026, a desarrollarse en Estados Unidos, Canadá y México, podríamos afirmar que los organizadores (Conmebol y Estados Unidos) fallaron con creces, con un partido final cuyo comienzo debió postergarse más de 70 minutos por el desmadre organizativo para el ingreso al Hard Rock Stadium de Miami, con un equipo argentino que tuvo que realizar dos veces la entrada en calor.

Los principales motivos de este fracaso fueron expresados en distintas conferencias de prensa de los propios entrenadores de los seleccionados en disputa, con la del DT de Selección Uruguaya, Marcelo Bielsa, como la más resonante. Bielsa denunció –como también el DT argentino Lionel Scaloni– el mal estado de los campos de juego, los déficits organizativos, las amenazas con sanciones deportivas contra DTs y jugadores, los malos arbitrajes y los incidentes en los estadios.

La cuestión del mal estado de los campos de juego recorrió todo el torneo, comenzando por el hecho de que la organización tuvo que habilitar canchas más pequeñas (particularmente más estrechas) debido a que 10 de los 14 estadios correspondían a equipos de fútbol americano (NFL). El césped era colocado pocos días antes de los partidos y, en algunos casos, retirado para recitales y recolocado posteriormente.

El propio Bielsa expresó que el seleccionado de Bolivia siquiera contó con un campo de juego designado para realizar sus entrenamientos. Por estas razones, el DT de Uruguay sentenció que los organizadores son “una plaga de mentirosos”, en referencia a los argumentos para cubrir el escándalo permanente.

También se pudo divisar estadios semivacíos en la disputa de partidos menos taquilleros, en un país sin una tradición arraigada de fútbol, y con un negocio fijado en la televisación paga para el acceso de los partidos por parte de la afición mayoritaria en Latinoamérica. Incluso se modificó el tiempo del receso intermedio, ampliándolo, para colocar allí un show comercial de la cantante Shakira.

Cabe destacar que el precio de las entradas para la final promedió los exorbitantes 4.024 dólares, llegando a picos de 66.765 dólares, en un sistema de reventas oficial que promueve el aumento de los precios originales, sin control alguno.

La organización de la Copa América, tradicionalmente disputada entre los equipos de la Conmebol (Sudamérica), fue ampliada a la participación de los seleccionados de la Concacaf  (centro y norte de América), y para su realización se “pactó” los Estados Unidos como sede, al igual que ocurrió con la Copa América Centenario (2016) en pleno estallido del Fifa Gate.

Estados Unidos viene haciendo presión para participar directamente del negocio del fútbol mundial para gozar de sus beneficios. Algo que quedó de manifiesto con su intervención directa (por medio de una investigación del FBI) en la acusación por sobornos y compra de votos en la que la Fifa designó a Rusia y Qatar como sedes 2018 y 2022, respectivamente, del Mundial, excluyendo a los norteamericanos del control de los negocios de televisación, marketing, etc.

Se afirma que los norteamericanos tenían su propia “oferta” para inclinar los votos a su favor, pero que no habría sido suficiente para torcer el estado de las cosas. Escándalo de por medio, los Estados Unidos lograron adquirir la designación de la sede para el Mundial 2026.

Al escándalo organizativo en los Estados Unidos debemos sumarle lo ocurrido en la Argentina, particularmente en el Obelisco porteño, donde la Policía de la Ciudad reprimió –al mejor uso del protocolo antimanifestaciones de Patricia Bullrich- a los hinchas que se encontraban festejando, dejando un saldo de varios heridos y algunos detenidos.

Los problemas de esta Copa América dejan al descubierto los intereses económicos detrás del fracaso organizativo, que tanto daño le hacen al fútbol mundial. Algo que seguramente se repetirá en el próximo Mundial y contra lo que socios, hinchas y deportistas, en todo el mundo, se manifiestan recurrentemente.

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