Sociedad

20/7/2023

Los políticos capitalistas destruyen los anhelos de las familias trabajadoras

La canasta básica aumentó 123% en un año y terminarse una casa está cada vez más alejado del bolsillo popular.

Una familia tipo necesitó $232.427 en junio para no ser pobre.

El grueso de las familias trabajadoras del país percibe ingresos insuficientes para reproducir su vida. Allí reside el fracaso de los políticos capitalistas que se han sucedido en el poder, privilegiando el lucro empresarial y tiñendo de frustración el día a día de quienes viven de su trabajo y producen con su esfuerzo diario la riqueza que se adueñan los patrones.

En junio, según el Indec, un hogar constituido de cuatro integrantes debió juntar $232.427 para costear los bienes y servicios que componen la canasta básica, y, por lo tanto, no ser considerado pobre. Esa suma, vale aclarar, no contempla el techo donde vivir, ya que gastos básicos como el alquiler son excluidos de la medición oficial. Asimismo, cubrir la canasta alimentaria, sobre la cual se posa la línea de indigencia, requirió un ingreso de al menos $104.227. Ambos montos crecieron en el transcurso de un año 123% y 124% respectivamente, superando la inflación del 115,6% registrada en el mismo período.

El Indec también publicó cuáles fueron los costos asociados a la crianza durante dicho mes, en una canasta que, como ya dijimos, está calculada por debajo de su valor real debido al abordaje metodológico utilizado. De todas maneras, la misma se ubicó en $103.635 en el caso de un niñx menor a 1 año, $122.346 entre el año y los 3, $98.516 desde los 4 a los 5 años, y $93.932 entre los 6 y los 12 años. Como vemos, para la población trabajadora, mapaternar se ha vuelto una tarea muy difícil de sostener económicamente, causando que cada vez más infancias pueblen los índices de pobreza.

Son los gobernantes quienes ensombrecen la perspectiva de formar una familia, en la medida que diluyen los ingresos populares en favor de los capitalistas. Para arribar a esa conclusión, basta señalar que el salario mínimo llega apenas a los $105 mil y que Massa ha fijado una pauta salarial del 60% cuando la inflación se proyecta en 150%.

También se hace cuesta arriba ir levantando paredes de a poco para lograr en algún momento la tan anhelada casa propia. Los datos oficiales de mayo muestran que en ese mes se produjo un salto en los precios de varios materiales necesarios para la construcción. Se encarecieron 13,9% los muebles de madera para la cocina; 12,3% los artefactos de iluminación; 10,6% los caños y accesorios de hierro; 10,4% los productos de cobre, plomo y estaño; 10% los productos metálicos para instalación sanitaria y eléctrica; 10% los vidrios; y 10,0% los cables y conductores de media y baja tensión.

La voracidad del capital, de una u otra manera, estuvo detrás de estos aumentos. Por ejemplo, la producción siderúrgica en Argentina está concentrada en un puñado de monopolios (Acindar en el caso del hierro para la construcción) que remarcan los precios a su antojo. O bien, la escasez de reservas del Banco Central, producto de la fuga de divisas a manos de los grandes grupos económicos, aletargó las importaciones de insumos químicos utilizados en la fabricación de vidrio, repercutiendo en su oferta y, por consiguiente, en sus precios.

Como vemos, los sucesivos gobiernos, y la clase social a la que obedecen, van destruyendo una a una las aspiraciones de los laburantes, reduciendo su horizonte de posibilidades a la mera subsistencia, a deslomarse todos los días para a duras penas lograr llegar a fin de mes. Es necesario, entonces, romper con los defensores de este régimen en decadencia y que los trabajadores forjemos nuestro propio destino.

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