Universidad

3/12/2024

La Mella: de la épica cubana a la degeneración camporista

CFK recibió a la conducción de la FULP.

El proceso político-educativo abierto por la lucha de la comunidad educativa permitió hilar fino en los roles que juega cada fuerza política en el escenario hoy: las autoridades levantaron rápidamente la emergencia universitaria luego de la movilización del 23/4. No solo los radicales, los kirchneristas también acompañaron. Ese posicionamiento tuvo su correlato en sus organizaciones estudiantiles: La Cámpora adoptó rápidamente la política morada de socavar cualquier iniciativa de lucha por miedo a la apertura de un cauce independiente. 

Patria Grande osciló por miedo a perder una base por izquierda, pero trabajó, de forma oportunista, en la misma perspectiva que La Cámpora por priorizar una expectativa de negociación con un gobierno que dice abiertamente que no quiere negociar y que la trama de la lucha en defensa de la educación tiene un telón de fondo: la mercantilización de la educación bajo los lineamientos nuevos pero no tan nuevos que coloca la Organización Mundial de Comercio (OMC). La misma política de desguace financiero de Milei y de reformas de las carreras para estudios más cortos y posgrados pagos más integrados es la misma que se devino de la política privatista de la Ley de Educación superior, impulsada por Carlos Menem en 1995, en un acuerdo con el Banco mundial de la mano de toda la política de privatizaciones más general llevada adelante por el gobierno en ese entonces.

Una canción que ya no se escucha

Lo primero que hay que hacer para analizar el desenvolvimiento de una fuerza política es un diagnóstico. ¿Qué pasó en la universidad? Si el 23 de abril la universidad dio una clase de lucha con un millón de personas en las calles, esa pelea dio un salto en octubre. Primero, con la segunda marcha universitaria, votada a regañadientes por autoridades y burocracias sindicales y estudiantiles, que no pudieron dejar la olla sin destapar. Luego, con el veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario pero, sobre todo, la reacción a este accionar gubernamental: 100 facultades tomadas en todo el país, clases públicas, cortes de calle, manifestaciones de todo tipo. Para poner un ejemplo, en la UBA llegó a haber 10 facultades tomadas de 13 y asambleas en 12. 

Esto desorientó a las fuerzas del régimen universitario. El rectorado (Nuevo Espacio, Franja Morada y aliados) buscaron desalentar el movimiento y desarmarlo sin ponerse del todo contra él. Esto no ahorró manifestaciones violentas, como los comunicados de las gestiones de Psicología y Medicina contra las asambleas de toma (y, entre sus actores, principalmente contra el Partido Obrero). También incluyó una “marcha de antorchas” vaciada, en el día que se había votado una decena de cortes de calle. La Cámpora se plegó a esta intervención: no impulsó ni toma ni asamblea en FADU y boicoteó cualquier tipo de organización, no participó del primer corte en Lugones y trabajó contra la toma en Exactas, se negó a hacer una asamblea en Económicas por un pacto son los radicales, bastardeó cualquier acción independiente en Derecho, solo participó de las instancias de organización de la UNA si iban las autoridades, trabajó en común con Nuevo Espacio de Medicina, no fueron parte de ninguna pelea en Veterinaria y en Agronomía, cuya toma atacaron, y así sucesivamente. Este accionar se desprende del “no patalear” de Máximo Kirchner y por la diatriba de que el conflicto universitario se va a solucionar militando las elecciones del peronismo (el mismo que está pactando con Milei).

El primer accionar de Patria Grande se diferenció de La Cámpora. Si bien nunca jamás estuvo con la izquierda, que gracias a la iniciativa de la UJS fue consecuente con la línea de “si hay veto, que haya tomas”, apoyó en una primera instancia las iniciativas de lucha. ¿Por qué lo hizo diferenciándose de La Cámpora? Por una razón sencilla: en la UBA, La Mella encuentra preeminencia dentro de sus frentes en las facultades que tienen un mayor activismo (Filo, Sociales, Psico). Es decir, presionados por el activismo y el accionar de la izquierda, montaron una pose de lucha determinada. Pero esta se terminó rápido. 

Patria Grande votó con Nuevo Espacio y La Cámpora levantar la toma de Medicina, no tardaron ni dos minutos en prestarle los centros de estudiantes a los radicales para la marcha de las antorchas, sin participar de los cortes. No fueron parte de la organización de la asamblea de Económicas ni trabajaron para ningún tipo de instancia de coordinación de pelea: si bien votaron a  favor de la existencia de una interfacultades, no la llevaron adelante y no asistieron a la que sí existió. El argumento de “fue solo la izquierda” es expresión de una impotencia: podrían ellos haber apalancado una instancia similar. Para la izquierda, que no se conforma, la pertenencia indeclinable a la lucha es un elogio. 

En Psico no solamente vaciaron la toma sino que luego operaron de conjunto con Nuevo Espacio con la política de encorsetar la toma y luego fueron elementos activos de su levantamiento. Esto mediante plantear que “uno de los objetivos estaba cumplido”. Fuertes declaraciones teniendo en cuenta que por fuera de una recomposición salarial de algunos sectores, los reclamos centrales siguen desoídos. Y en ese marco plantearon un plan de lucha que no incorporaba la toma , que llamaba a que las clases sean en las aulas, campaña central que impulsó Nuevo Espacio. 

Para levantar las tomas de Psicología, Filosofía y Sociales lanzaron una consigna de “sacar la universidad a la calle”. Esto significó dos afichadas de pocos afiches, una actividad fotográfica en Capital Humano y no mucho más. Mientras la interfacultades “de la izquierda” buscaba la movilización (a tal punto que algunos medios de comunicación llegaron a calificar la “tercera marcha nacional” (que no existió) en una de sus instancias. Patria Grande se terminó plegando a La Cámpora y a la Franja, algo que estaba inscripto desde el principio: en el inicio de la lucha, este sector se negó a votar un plan de lucha combativo con la izquierda para expresarse en una votación que salió 12 a 1 junto con los radicales y La Cámpora en la junta representativa de la FUBA.

La Mella tenía, hace un tiempo, un cántico que decía: “universidad, del pueblo liberado y al que no le gusta, morado, morado”. Era contra el clásico grito de “universidad de los trabajadores”. Hace mucho que esas estrofas no se entonan. 

La Mella: tengo estos principios pero si no le gustan tengo otros

A la hora de analizar la ruta de acción de una fuerza política es interesante analizarlo desde el punto de vista político y material, y no solo hacer una evaluación discursiva de alguno de sus agentes. ¿Por qué Patria Grande hace lo que hace?

Es interesante poder analizarlo en tres niveles: la situación política más general, sus vínculos con la burocracia sindical y su relación con la camarilla de la universidad. 

En relación al primer aspecto, La Mella forma parte del armado político dirigido por Juan Grabois. Un dirigente que muchas veces imposta de acompañar reclamos populares genuinos como el movimiento piquetero, el movimiento de mujeres o incluso el propio movimiento estudiantil pero a la hora de ordenar la política llama a dialogar con Milei. No solo eso, sino que en el medio del clima revulsivo presenta su candidatura a diputado, es decir, se prepara no para una rebelión popular contra Milei sino para direccionar el descontento hacia una suerte de resolución electoral, algo para lo que hay que esperar mucho y que, además, sería según Patria Grande con una fuerza política que es responsable de que gobierne Milei. La Mella toma la línea peronista de reemplazar la lucha callejera por el parlamentarismo como propia. Un parlamentarismo que ni siquiera garantiza reivindicaciones progresivas para los trabajadores. Sin ánimos de pelearnos por las palabras, está claro que no es lo mismo decir “Fuera Milei”, como hace la UJS, que no decirlo. 

Un elemento no menor en esa caracterización es la integración política a los sectores de la burocracia sindical. Como no se denuncia (porque se es parte de) a la CGT, se esgrime la misma política de alineamiento con el Frente Sindical que en el final del año se llamó directamente a cuarteles de invierno. A diferencia de AGD, que con sus 100 clases públicas en Plaza de Mayo realizó un hecho político nacional, el inmovilismo de la burocracia fue indisimulado. No encontrarán en la línea de Patria Grande ni una sola palabra de crítica. 

Hace dos años, La Mella consagró un proceso que se venía gestando tiempo atrás: la integración lisa y llana a las gestiones peronistas de Exactas, Filo, Sociales de la UBA. Parece viejo en el tiempo, pero ese espacio político, siempre con límites, alguna vez abrazó el concepto de “independencia política”. Cuando planteamos el rechazo a las “gestiones” rechazamos la orientación social de una camarilla que defiende sus intereses propios, intereses que son antagónicos a los de trabajadores de la universidad o estudiantes. Esos intereses se traducen a los acuerdos entre la universidad y los sectores privados con los que refuerzan sus cajas propias y eso no se ve trasladado ni a la infraestructura de la universidad, ni los salarios, ni las becas. Es plata hecha a partir de la mercantilización de la universidad. Ejemplos sobran: En Exactas, la creación de la carrera de Ciencias de Datos (que no vino acompañada de un incremento de la planta docente) significa una reorientación forzosa de parte de la actividad docente y científica de la facultad en función de las necesidades del mercado; En filo sostienen el laboratorio de idiomas y los posgrados pagos, y en Sociales se expresó con el aumento del 300% de los posgrados. Una política de recursos propios que abre y defiende el curso de la privatización.

La política de rescate va en ese sentido: garantizaron sus recursos y clausuraron la lucha. La independencia política tiene un valor como método a la hora de separar esta orientación de las direcciones burocratizadas del activismo que quiere luchar. Las autoridades levantaron la emergencia presupuestaria y esto no fue denunciado por la Mella ni por la Cámpora. 

No vemos solamente esta conducta en la universidad. Tanto en terciarios como en secundarios se está llevando adelante una reforma educativa muy profunda que termina de asestarle un golpe a la educación como la conocíamos, disminuirá los puestos de trabajo, sacará contenidos específicos y dará aval a una lógica privatista de la educación media. Patria Grande plantea simplemente que la reforma es “inconsulta”, no así el contenido. Misma política que lleva adelante UTE pidiendo “respeto por los puestos de trabajo y las particulares de las modalidades curriculares”, sin llevar adelante ninguna acción de lucha.

Una reforma, entre otras cosas, incluye concentrar las materias en áreas generales sin ampliar las horas, lo que genera que se devalúen los contenidos que podes ver por año. O incluso las materias fusionadas  dejan vacantes horas que van a ser ocupadas con más prácticas profesionales. Es la política del recorte de contenidos teóricos para aumentar las horas prácticas y tener a los pibes laburando gratis. Ni hablar de la violación del estatuto docente: en los colegios piloto ya se ven las consecuencias de esta reforma: se pierde entre 1/3 y 1/2 de los puestos de trabajo docente.

¿”Estado presente” o administrador del ajuste?

El devenir de la Mella no sorprende: es parte de un proceso de cooptación que viene de larga data ya desde el 2003 por parte del kirchnerismo a los grupos “independientes”, reclutando pibes con la promesa de ser funcionarios y sumarse a un armado político de un Estado que iba a cambiar la realidad “desde adentro”. Esta expectativa en el Estado como ente agrupador y ejecutor de demandas sociales se verificó incorrecta. Esta tesis de “disputar desde adentro” oculta el carácter de clase del Estado capitalista: es una dictadura del capital. Siempre, cualquier gobierno, podrá usar la administración estatal para mostrar tal o cual cosa, pero nunca de allí saldrá una verdadera transformación política para las masas trabajadoras. La lógica de “mejor tal cosa que la derecha” no hizo más que embellecer con un tono progresista a gobiernos que fueron agentes del capital y mantuvieron a la clase trabajadores en condiciones paupérrimas. Solo por dar un dato: el peronismo kirchnerista, que Patria Grande promueve como sambenito, gobernó en 17 de los 22 años desde el 2002 y la pobreza jamás bajó del 25% y hoy está en el doble, jamás la juventud pudo salir de la malaria social, la precarización laboral llevó a trabajadores en relación de dependencia sin llegar a la canasta familiar y así. 

Esto esconde una colaboración política que lleva al fracaso a la juventud. Va desde la defensa irrestricta de agentes del imperialismo como Massa o Scioli que defienden sus intereses de clase por sobre el interés más general de los trabajadores, en pos de una unidad contra Macri o Milei, para que después sus propios armados políticos terminen negociando o incorporándose al campo de estos. ¿Se necesitan pruebas? El gobierno de Alberto Fernández, de principio a fin. Las elucubraciones sobre su falta de capacidad individual (a la luz de los hechos, existente) solo sirve para omitir el carácter de clase que tuvo este fracaso. 

La lucha es ahora: Fuera Milei

Los desafíos políticos que tiene la etapa son muchos. Milei es incompatible con la universidad y una salida de la juventud. Pero no se puede pelear en consecuencia si se está atado de pies y manos a las burocracias estudiantiles, sindicales que tienen otros intereses, ni si se va de la mano del espacio político que es uno de los principales responsables de la pauperización y sin el cual Milei hoy no podría gobernar. Basta ver las indisimulables pactos y alianzas de Milei ya no con el PJ sino con la propia Cristina. 

Seguramente todo un sector de la juventud y del movimiento estudiantil se acercó a Patria Grande con una ilusión. La pelea por la dirección de un movimiento de lucha independiente que se proponga la derrota del plan Milei presenta en este sector y en todo su armado político un obstáculo que puede salirle caro no solamente a la juventud sino a todo el movimiento popular argentino. 

Nuestra crítica no se plantea solamente como un canal “ideológico”. Llamamos a todos los sectores que tienen una expectativa en derrotar a Milei, vengan del lugar político que vengan, a hacer una experiencia de lucha con independencia política, en pos de poner en pie un movimiento que ponga fin al plan motosierra y comience, desde allí, a construir otra historia. 

La CGT: pilar de la gobernabilidad de Milei
Editorial de Gabriel Solano en el episodio #35 de 14 Toneladas. –
prensaobrera.com