Universidad

10/9/2024

Lo que dejan las elecciones de la UBA y los desafíos para lo que viene

La universidad, la lucha y los comicios.

Plenario Universitario Foto: Juaz Diez @ojoobrerofotografía

Del 2 al 6 de septiembre tuvieron lugar las elecciones estudiantiles de la Universidad de Buenos Aires. Las mismas se dieron en un cuadro de conflicto educativo, algo que caracterizó a todo el primer cuatrimestre.

Ese movimiento, cuyo punto cúlmine fue la marcha más grande de la historia de la universidad el pasado 23 de abril, no tuvo una maduración suficiente. Es algo que no puede atribuirse solo al campo estrictamente universitario: si bien la lucha contra Milei tiene sus puntales (la lucha de los jubilados, el movimiento piquetero, sindicatos como el Sutna que luchan contra los despidos, etc.) todavía prima una contención que no permitió que el movimiento obrero despliegue con todas las fuerzas la lucha contra contra el plan motosierra. 

De hecho, luego de la marcha en sí misma, las autoridades universitarias se las ingeniaron (con cierta eficiencia por el momento) para aplacarla, sin que de ella surgieran instancias de lucha combativas con independencia de la actuación de las gestiones. Estas autoridades tienen un rol claro en la universidad: son el vehículo para el desenvolvimiento de los negocios capitalistas en las facultades. Por eso, una vez arreglado los gastos de funcionamiento, se dieron por conformes en sus objetivos, que no incluyen la defensa del salario docente y la cursada de los estudiantes. Ese rol, por ahora, no está claro para el movimiento. 

La elección es un reflejo de una foto actual. Los desplazamientos vinculados a este conflicto se dan entre las fuerzas que comandan al día de hoy, vía las autoridades, este proceso: el rectorado (radicales, con sus aliados peronistas), que sale con ciertos golpes de la elección, y las fuerzas kirchneristas (Cámpora/Mella). Pero esa foto se verá contrastada con el andar de los acontecimientos. Llegamos a las elecciones con paros docentes, se discute hoy en todo el movimiento una segunda marcha universitaria y en la base docente hay aires de lucha. Esa foto, entonces, chocará con una realidad distinta y con la forma en que las fuerzas políticas y las gestiones deciden actuar con respecto a ese movimiento. 

Desde la UJS, con una elección enmarcada en esas características, nos dimos un método de llegar a la misma con una campaña de preparación política para lo que se viene. Planteamos la consigna “centros de estudiantes para derrotar el plan Milei” y con eso fuimos a la pelea. Lejos de conformarnos con los resultados, entendemos el análisis de los mismos como parte de un proceso cuyas claves políticas conviene puntualizar a nivel general. 

El gobierno, no

Uno de los datos fundamentales de la elección fue la imposibilidad del gobierno de hacer pie en la UBA. No es un dato menor: una fuerza política que se jacta de tener una base juvenil de apoyo no pudo ser más que un actor marginal en las elecciones de la principal universidad del país, donde votaron más personas que en varias provincias. 

La agrupación cercana a La Libertad Avanza (Somos Libres) sale tercera en Económicas y Medicina sin llegar al 7% de los votos: para ser un oficialismo, suena a poco. La única elección rimbombante de esta fuerza política es la de Ingeniería (18,44%), pero es donde ya el PRO (espacio político similar) había logrado un guarismo parecido. 

El argumento que indica que al gobierno no le interesa esa elección no es otra cosa que la evidencia de una imposibilidad, incluso de una impotencia. El grueso de las fuerzas políticas participantes tomó discursivamente el rechazo a las políticas del gobierno y eso no generó una alta votación nula ni nada similar. La juventud, lejos de estar con Milei, rechaza buena parte de sus políticas universitarias. 

Radicales y peronistas

Una tesis política que se desprende de los resultados indica que la votación se encontró sumergida bajo las conclusiones del estadio actual de la lucha universitaria. Esto no implica ausencia de desplazamientos: el rectorado tiene golpes importantes. Pero estos quedan insertos en otra fracción de las autoridades universitarias (el kirchnerismo) que también trabajó para abrir y cerrar parcialmente el conflicto a conveniencia, sin que pueda dispararse una pelea independiente de los estudiantes y los trabajadores de la universidad. No dejó, por ejemplo, una asamblea interfacultades o alguna instancia de lucha similar. 

Las elecciones reflejaron ese movimiento. El rectorado (Franja Morada y sus aliados peronistas) dirige ocho de trece centros de estudiantes y hace muy buenas elecciones en Veterinaria (donde supera el 30%), en Filosofía y Letras (donde sacó 19% a Consejo Directivo con el FEI) y en Exactas (donde, en la elección de centro, le robó el segundo lugar a Patria Grande, por detrás de La Cámpora). A su vez, pasó a dirigir un centro que no tenía (Farmacia y Bioquímica).  

Pero un cuadro de lucha, incluso con el nivel de control que logró el rectorado de la UBA, mostró sus movimientos. La derrota en Fadu y Sociales son hechos sintomáticos: en ambos lugares las conducciones mostraron reparos y frenos fuertes a la lucha universitaria. En Arquitectura, la gestión de la facultad decidió abandonar una convocatoria propia el mismo día de la marcha universitaria y convocó directamente a la zona de Congreso. En Sociales, la UES convocó a dos asambleas en las que solo distribuyó el micrófono pero no fue. Esa perspectiva le salió cara. 

Esa inestabilidad en un cuadro de lucha fue aprovechada por el kirchnerismo, que logró avanzar canalizando ese proceso. Gana dos centros, mantiene los otros dos que tenía y hace una muy buena elección en Medicina (en la que entró al Consejo Directivo), en Agronomía (casi 40%). Avanza también en Psicología. 

Lógicamente, este crecimiento ameritará balances más precisos, pero el kirchnerismo en la UBA logró salir del empantanamiento nacional del peronismo en la lucha contra Milei y el descontento de todo una parte de la población con ese espacio. Lo hizo construyendo agrupaciones que buscan imitar a Nuevo Espacio, con una perspectiva ligeramente más progresista. El Módulo de Fadu y El Torrente de Medicina son ejemplos claros de eso, una suerte de Franja Morada con más tintes progresistas y pintados de celeste. Incluso en Sociales, en donde Milei no estaba ni nombrado en la plataforma, y en Psicología (con la consigna “Psico puede más”) les sirvió para empalmar con un sector opositor al gobierno que todavía tiene expectativas en este sector político y sus gestiones. Las autoridades de algunos lugares (como ocurrió en Sociales y Filo) jugaron a fondo para su armado, que en ambos casos logró triunfar. 

Esta perspectiva de tutelaje de la lucha entrará en otro terreno: la lucha popular avanzará mientras se desenvuelve el ajuste de Milei. Es lo que hoy muestran los jubilados, los trabajadores en lucha, el movimiento piquetero perseguido con el propio gobierno. Esa contención de ambos bloques mayoritarios en la universidad estará a prueba y deberá superar ese desafío, dentro y fuera de las aulas. 

Vale dejar planteado algunos interrogantes. Si el rectorado sufrió golpes con este cuadro frenado de lucha, ¿qué podría pasarle con un escenario que encuentre un movimiento estudiantil más combativo? Algo absolutamente posible en el corto y mediano plazo, por cierto. El kirchnerismo, con la política del peronismo a nivel nacional, ¿tendrá las herramientas para contener de forma absoluta en caso de que se forme un ala disruptiva? 

Balances y desafíos de la izquierda

Es evidente que la elección de la izquierda no mostró resultados auspiciosos. La enorme campaña y agitación política de nuestros compañeros de Antídoto no logró imponerse sobre el aparato peronista radical de Nuevo Espacio y el PJ, que terminó ganando en Farmacia y Bioquímica. Sí, nuestra corriente logró imponerse en Veterinaria con una gran elección, algo no menor en un cuadro de avance del rectorado y el kirchnerismo. 

En general, los resultados fueron muy parecidos a los del 2022 (con cierto retroceso mayor en Exactas). Esto se explica con dos elementos: el aislamiento general que hoy sufre la izquierda, que no logra más que parcialmente romper la contención de la burocracia sindical y las fuerzas políticas que posan de opositoras pero pactan con Milei. A su vez, esa misma perspectiva impidió que se construyera un ala combativa en la lucha contra Milei que se abra paso frente a las barreras. 

En ese cuadro, vimos dos tipos de campañas electorales en la izquierda. En nuestro caso, la elección sirvió de tribuna de preparación para los tiempos que se vienen. Con la consigna “centros de estudiantes para derrotar el plan Milei” fuimos a la batalla. Marcamos la necesidad de hacerlo de forma independiente, empezamos el cuatrimestre en una fuerte campaña por el salario docente y la necesidad de poner en pie una segunda marcha universitaria. También dejando sentado el planteo de la necesidad de una huelga general universitaria. 

El PTS, por su parte, decidió hacer de este proceso una previa de su campaña electoral de 2026. Boletas con la foto de Bregman y la agrupación de “Myriam y Nico”, lejos de la idea de preparar una lucha. Los escasos resultados de este eje muestran el fracaso de una campaña electoralista sin muchos votos. 

No ayudó esto a una campaña común. Esto se expresó en la ruptura que realizó el PTS, sin mucha justificación, en Exactas y Medicina, alegando una superioridad que no pudieron plasmar en el resultado y en una campaña que solamente repetía a su candidata a nivel nacional, sin poner arriba de la mesa un planteo para la universidad. Es sintomático que la ruptura sea por cargos en elección en donde la izquierda no los disputaba: la diferencia era metodológica, de campaña. Militar a Bregman con la Lista 8, histórica de lucha en Medicina, era para una campaña electoralista un obstáculo. 

Más aún se vio en la política del Nuevo Más, que rompió en toda la UBA con listas divisionistas, negándose incluso a ser parte de la presidencia compartida en Filosofía y Letras. La participación de esta agrupación en Puan 480 amerita también un análisis de fondo: el MAS llevó a todo su comité central y su militancia del Amba para sacar 9 puntos y dedicarse sistemáticamente a que no gane La Izquierda al Frente. 

Nuestra agrupación, la UJS, logró sostener uno de sus centros de estudiantes (Veterinaria, el único dirigido por la izquierda). A su vez, se mantiene como la oposición en Farmacia (conservando la minoría estudiantil) y logra hacer una elección para nada despreciable en Filosofía y Letras, en donde avanza en cantidad de consejeros por carrera. 

Con la autoridad de haber peleado hasta el final por la unidad de la izquierda, de dirigir un centro de estudiantes, de tener el 90% de los consejeros de la izquierda que participarán de la asamblea universitaria, la mayoría de los delegados FUBA y de presentarse en 12 de las 13 facultades (como ninguna otra agrupación en la universidad), nuestra corriente pondrá los esfuerzos subsiguientes en tres desafíos distintos. Lo hará, además, luego de una campaña de lucha universitaria de todo el año, que le permitió reagrupar una vanguardia y un crecimiento en las facultades distintivo con respecto a otras organizaciones, liderando la política de la izquierda. 

El primero, el más urgente, hacer la campaña por el salario docente, la segunda marcha universitaria que se necesita de manera urgente y por poner el movimiento estudiantil al servicio de las luchas populares, empezando por las peleas de los jubilados. En segundo lugar, seguir planteando la necesidad de consolidar un bloque de independencia política con la unidad de la izquierda. Por último, ir a cada una de las casas de estudio para poder, arraigándose en las carreras y los debates del movimiento estudiantil, precisar un programa para la etapa. 

Los desafíos por venir son muy grandes. Hacia ello vamos. 

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