La Campaña Antiextractivista convoca a movilizar en todo el país el 4 de diciembre, buscando denunciar tanto al gobierno saliente como al entrante. Esto se suma a sus principales consignas que enfatizan el “gobierne quien gobierne” denunciando un hilo de continuidad en las políticas extractivistas.

¿Qué nos dejó Alberto?

El gobierno que en campaña prometía proteger el ambiente terminó por hacer exactamente lo contrario. A pesar de su afirmación de “Ley de Humedales SÍ”, acabaron por cajonearla nuevamente. Permitieron la entrada de la petrolera Equinor para llevar a cabo la exploración sísmica en el Mar Argentino, con la firma del Ministro de Ambiente Cabandié e ignorando las protestas de las comunidades costeras que se movilizaron para denunciar los riesgos para la fauna marina y la economía local. Frente a los numerosos incendios que devastaron bosques nativos y humedales, en su mayoría intencionales (por especulación inmobiliaria) pero agravados por cuestiones naturales (debido a las sequías), los recursos para hacerle frente fueron escasos.

Mal que le pese a la propaganda de Grabois sobre la agroecología, el gobierno peronista profundizó el modelo productivo contaminante, llegando incluso a aprobar el trigo transgénico HB4 que implica la adición de otro agrotóxico, el glufosinato de amonio, a la larga lista de productos químicos que contaminan nuestros alimentos, aire, agua y suelos.

La entrega del litio a las multinacionales mineras, a expensas de la salud y la vida de las comunidades de la zona, se convirtió en un eje central en el programa económica tanto del gobierno nacional como de los gobernadores (kircheristas, radicales, macristas y massitas), incluso bajo la lupa de Laura Richardson, jefa del Comando Sur del Pentágono. Durante este período se persiguió y procesó a quienes luchaban por el ambiente, ya fuera en Jujuy, Chubut, Catamarca o Mendoza, evidenciando una política común de cirminalización de los activistas, independientemente del color político del gobernador.

Lo que se viene con Milei

Durante toda su campaña, Milei vociferó que el cambio climático es un fenómeno natural, desvinculando cualquier responsabilidad humana en el aumento de la temperatura global. Esta postura ignora deliberadamente el consenso mayoritario de los científicos a nivel mundial, que proporcionan abrumadoras pruebas de las consecuencias catastróficas en caso de seguir contribuyendo al calentamiento global.

Además, Milei adoptó una perspectiva privatista en relación a los bienes comunes, especialmente el agua, desatendiendo las preocupaciones de una población que -incluso donde no sufre el estrés hídrico- la encuentra contaminada debido a los agroquímicos, la megaminería y los deshechos industriales, generando problemas de salud como el cáncer y otras enfermedades.

Designó a Fernando Vilella como secretario de Bioeconomía (reemplazaría a la cartera de Agricultura), un representante del agronegocio que promueve intensificar el uso de agrotóxicos y transgénicos, incluso buscando la aprobación de la Ley de Semillas. En la misma línea situó a Daniel Salamone al frente del Conicet, disponiendo la ciencia al servicio de intereses privados mientras la salud de la población queda en segundo plano.

El FMI dejó trascender que podría ofrecer un préstamo al gobierno entrante “para combatir el cambio climático”, pero sabemos bien que las intenciones de este organismo son que se avance con el ajuste y mantener al presidente electo dentro de la órbita de Biden. Pretenden que nos endeudemos aún más, para nunca dejar de depender de ellos. Si este financiamiento ocurriera, Milei no lo va a destinar para preservar el ambiente, sino para satisfacer la demanda de dólares de las multinacionales que saquean nuestras riquezas.

La lucha continúa

El Ministerio de Ambiente, que vendió el mar, será transformado en una Secretaría. No sería eliminado como había remarcado Milei en su campaña, justamente porque es un mecanismo necesario para avalar las políticas extractivistas.

Es necesario que nos sigamos organizando y salgamos a las calles. El movimiento ambiental está en estado de alerta y no permitiremos que siga avanzando el extractivismo y la contaminación y enfrentaremos todo tipo de negacionismo. Es una lucha común con los trabajadores que enfrentarán el ajuste, y las mujeres y diversidades que ya ganaron la calle el pasado 25N. Ahí está la fuerza para derrotarlos.

Movilicemos con todo el lunes 4 de diciembre. En la Ciudad de Buenos Aires concentramos desde las 17:00 en el Obelisco para marchar hasta Plaza de Mayo, donde habrá un festival con bandas activistas.

Basta de extractivismo. Por un mar libre de petroleras. Basta de pueblos fumigados. Fuera Mekorot, agua para los pueblos.