Ambiente
5/10/2025
Greta Thunberg o Jóvenes por el Clima: la bifurcación del ambientalismo juvenil entre la crítica al sistema y la adaptación al régimen
Por un ambientalismo revolucionario.
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Libertad a Greta.
El movimiento ambiental juvenil que emergió con fuerza en la escena internacional en 2018, a partir de la huelga escolar iniciada por Greta Thunberg en Suecia, puso en agenda la crisis climática con una potencia inédita. Su consigna “Fridays for Future” se replicó en decenas de países, incluyendo Argentina, donde dio origen al agrupamiento Jóvenes por el Clima. A seis años de aquel comienzo de las huelgas mundiales por el clima, los caminos de Greta y del colectivo argentino muestran una bifurcación política profunda: mientras la referente sueca avanzó hacia una crítica abierta al capitalismo y hoy se encuentra ilegalmente detenida por las tropas de Israel, Jóvenes por el Clima optó por la adaptación institucional integrándose al gobierno peronista del Frente de Todos y abandonando toda perspectiva de transformación sistémica.
Del reclamo climático a la denuncia del capitalismo
Desde su irrupción pública, Greta Thunberg se caracterizó por una denuncia frontal a los responsables del colapso ecológico. En la ONU (2019) interpeló a los líderes mundiales con su célebre “How dare you?”, y en Davos (2020) acusó a los capitalistas de incendiar el planeta. A medida que avanzaron las COP (conferencias de la ONU) su discurso se volvió más radical: denunció el greenwashing, la hipocresía diplomática y la farsa de las “transiciones verdes” bajo el capitalismo. En 2023 se vinculó con movimientos indígenas, antiextractivistas y feministas, y publicó textos que cuestionaban el desarrollo sostenible como ideología de legitimación del saqueo.
Greta se alejó de los espacios institucionales, rechazó premios y se negó a participar en simulacros de diálogo. Su posición se volvió abiertamente antisistema, denunciando que “no hay solución climática dentro del capitalismo”.
Del activismo callejero a la cooptación gubernamental
En Argentina Jóvenes por el Clima surgió en 2019 como réplica local del movimiento de Greta. Con fuerte presencia en redes sociales y medios de comunicación, impulsaron campañas por la Ley de Humedales y participaron en movilizaciones que llegaron a ser masivas. Sin embargo, su orientación política los llevó a la integración en el gobierno del Frente de Todos y el Ministerio de Ambiente creado en 2020, participando en campañas institucionales y sumando algunos de sus referentes a listas electorales del peronismo.
Su discurso se volvió técnico, moderado y funcional a la gestión. Promovieron “transiciones justas” y “políticas públicas sostenibles” sin cuestionar el saqueo minero, petrolero y agroindustrial que el propio gobierno que apoyaban profundizó. En las COP celebraron su participación sin denunciar el carácter imperialista de esos foros.
La evolución política de Greta Thunberg no solo denunció al capitalismo como raíz de la crisis climática, sino que dio pasos concretos hacia una perspectiva internacionalista. Su participación en una flotilla contra el bloqueo genocida en Gaza es un ejemplo claro: la lucha ambiental no puede separarse de la denuncia al imperialismo ni de la solidaridad con los pueblos oprimidos. Greta entendió que el saqueo de la naturaleza y la opresión colonial forman parte de un mismo sistema capitalista. En contraste, Jóvenes por el Clima en Argentina no acompaña ninguna causa popular ni antiimperialista. Su integración al Estado los llevó a vaciar de contenido político la lucha ambiental, como si no fuera parte de la lucha de clases contra el capital.
Dos estrategias
La divergencia entre Greta y Jóvenes por el Clima expresa dos estrategias frente a la crisis ecológica: una crítica sistémica que denuncia al capitalismo como causa estructural del colapso y una adaptación institucional que busca reformas dentro del régimen. Esta última, lejos de frenar la destrucción ambiental, termina legitimando gobiernos que pactan con las multinacionales del saqueo.
Desde el Partido Obrero y el Frente de Izquierda, sostenemos que no hay salida ecológica sin superar al régimen capitalista. La lucha ambiental se articula con la lucha por mejores condiciones de vida, con los pueblos que resisten el extractivismo, con la juventud precarizada y con los trabajadores que enfrentan despidos y ajuste, por los derechos de las mujeres y la diversidad sexual; es decir, es parte de la lucha de clases en el capitalismo.
La cooptación de Jóvenes por el Clima muestra que sin independencia política estos agrupamientos terminan siendo funcionales al mismo sistema que destruye el planeta. Esa independencia respecto de los gobiernos y los partidos capitalista plantea la tarea estratégica de que la juventud ambientalista combativa se una a la clase obrera, que es el sujeto social capaz de llevar hasta el final la pelea por expropiar al capital y emprender una transición al socialismo. Solo la organización política con la clase trabajadora puede darle perspectiva de triunfo a un ambientalismo revolucionario, que no se conforme con reformas parciales sino que luche por una reorganización integral de la producción y la sociedad en función de las necesidades humanas y ecológicas.
Por un ambientalismo revolucionario
La crisis climática no se resuelve con mesas de diálogo ni con marketing verde. Se resuelve con organización, con lucha y con un programa socialista que expropie a los capitalistas y planifique la producción en función de las necesidades sociales y ecológicas.

