Ambiente

15/1/2022

La lucha de las comunidades pesqueras contra la explotación petrolera en el mundo

Un repaso de distintos casos internacionales que desmienten al gobierno y sus operadores.

La cuestión de la explotación petrolera offshore se mantiene latente en la situación política, siendo motivo de numerosos debates. Uno de los sectores que resultaría mayormente afectado si avanzara serían las comunidades pesqueras artesanales, que vienen denunciando desde hace añares el evidente impacto de la exploración sísmica sobre la presencia y el comportamiento de las distintas especies de peces. Motivo que les ha costado represiones en el sur de nuestro país, o por el cual Petrobras, Shell y demás petroleras los persiguen y amenazan en Brasil, el ejemplo presentado como modelo por el gobierno nacional. Pero los ejemplos abundan en todo el mundo: he aquí un breve repaso por la lucha de los pescadores.

Un artículo publicado este miércoles 12 en el portal ANRed recoge algunos de los hitos más importantes en la lucha pesquera contra las petroleras. Aproximadamente el 90% de los pescadores a nivel mundial trabajan o bien por su propia cuenta o a “pequeña escala”, lejos de ser una industria del calibre de los hidrocarburos. El recorrido de la nota comienza por Noruega, de donde proviene la empresa Equinor, país en el que fueron las comunidades de la pesca quienes lograron colocar a la vista de la población los resultados desastrosos de esta explotación hidrocarburífera, que se desarrollaba en el país ya hacía décadas.

Menciona también el ejemplo de Canadá, donde la Federación de Cosechadores Independientes del Mar exigió en 2019 suspender las exploraciones sísmicas en Terranova y Labrador por una reducción de hasta el 50% en la presencia de plancton y zooplancton. En tal ocasión, el presidente de la federación, Ryan Cleary, fue contundente al declarar que “cuando pasan los buques de exploración, tiramos las redes y los peces no están”. Allí mismo, otro sindicato, el Fish, Food and Allied Workers (FFAW) viene reclamando por años frente a esta situación y elaboró en 2020 un informe al respecto.

Hay otros ejemplos similares en América. En Trinidad y Tobago, la asociación de Pescadores y Amigos del Mar (FFOS) viene poniendo el grito en el cielo hace dos décadas sobre la cantidad de derrames que generaron las petroleras, así como la pasividad de los gobiernos para dejarlas actuar sin siquiera presentar estudios ambientales. Algo similar ocurre en Guyana, donde Exxon comenzó la exploración sísmica en 2008 y donde la actividad va en constante aumento. La Sociedad de Conservación Marina de Guyana confirmó que desde el inicio de la explotación petrolera, el océano ganó niveles inauditos de salinidad; a pesar de que es responsabilidad legal de las petroleras tratar el agua de producción, enormemente salinizada. Lo que corrobora, claro, que no se está respetando.

Pero en Guyana, además, también se hicieron promesas de “desarrollo nacional”, de “nuevos puestos de trabajo”. Hablamos, por recordar, de uno de los países más pobres de la región. En siete años que lleva ya la actividad petrolera, este cuadro nunca se revirtió, y de las ganancias millonarias de la industria hidrocarburífera no ha ido un solo centavo a mejorar las condiciones de vida de la población local.

Luego está el caso de Sudáfrica, donde aproximadamente 1.000 personas se movilizaron el año pasado rechazando las exploraciones sísmicas de Shell, lo que en buena medida motivó la reciente retirada del pulpo británico.

Ahora bien, los desastres que producen los derrames de petróleo son bien conocidos. Nadie puede dudar lo que un vertimiento de crudo en el mar ocasiona al ambiente, a la fauna y a la salud humana incluso. El “enigma”, si se quiere, es sobre la exploración sísmica. La mayor parte de los estudios suelen estar centrados sobre su impacto en la fauna marina, que se estima que es donde causa su mayor daño. La organización Ocean Care y la Universidad Dalhousie publicaron 115 estudios primarios sobre fuentes de sonido subacuáticas. Los resultados sobre más de 100 especies fueron malformaciones, mayor mortalidad de huevos y peces inmaduros, retrasos en el desarrollo y etapas de crecimiento más lentas. Lo que, claro, genera un vasto desequilibrio en toda la cadena.

Atenta a estas experiencias, la población marplatense se encuentra movilizada para rechazar la explotación petrolera offshore.

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