Ambiente

16/2/2022|1638

Los gobiernos del capital nos llevan a la catástrofe ambiental

Sobre el nuevo informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)

En agosto pasado se difundió la primera parte del nuevo informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), de científicos de todo el mundo, armado por la ONU, sobre cambio climático. Para fines de febrero se espera la difusión de la segunda parte. Los informes son lapidarios en la demostración de que el aumento de la temperatura de la tierra, que en la actualidad está 1,1 grados por sobre la etapa preindustrial, es el resultado de la emisión de gases de efecto invernadero. Los informes sostienen que al ritmo actual, el planeta podría trepar a 1,5 grados por sobre la etapa preindustrial en 2030.

Los informes muestran que este aumento de la temperatura de la Tierra lleva a catástrofes ambientales crecientes e irreversibles. El oeste norteamericano está, en estos momentos, atravesando la peor sequía en 1.200 años. Los incendios, sequías e inundaciones van en aumento en gran parte del planeta, como vemos hoy en la Argentina, por ejemplo, en la provincia de Corrientes. En el Artico, el aumento de la temperatura llega a 3 grados sobre la etapa preindustrial. Los cambios en la dinámica climática están conduciendo a la extinción masiva de especies, el colapso de ecosistemas y el aumento del nivel de los mares.

Aunque la situación no deja lugar a dudas, el impasse en materia de abordaje de la situación es total. En noviembre pasado, la cumbre de Glasgow (COP 26) fracasó en establecer con claridad compromisos de reducción de las emisiones. El compromiso de establecer un fondo (insuficiente) de 100.000 millones de dólares de financiamiento de los países ricos para abordar la transición a energías renovables, que se viene discutiendo desde 2009, fue nueva y previsiblemente postergado sin fecha. La guerra comercial y los choques entre potencias imperialistas colocan una barrera a cualquier cooperación internacional seria sobre el tema. La reconversión económica masiva que se requiere para abordar la crisis climática requeriría una planificación de la cual la economía capitalista, presa de los lobbies de los pulpos monopólicos, es incapaz de abordar. La emisión de gases de efecto invernadero está fuertemente concentrada en los países imperialistas y en China.

Argentina

Este cuadro es el trasfondo en el cual hay que colocar las luchas ambientales en nuestro país. El gobierno de Fernández defiende una agenda exportadora, para el pago de la deuda externa, que choca abiertamente con cualquier objetivo de reconversión. La Argentina se ha vuelto, por un lado, un escenario de catástrofes, y por otro, un escenario de grandes confrontaciones sociales en torno del ambiente.

El año 2020 finalizó con la gran pueblada en Chubut que logró el retiro del proyecto de zonificación que permitía la megaminería. El año 2021 comenzó con el Atlanticazo, la gran movilización contra la exploración petrolera en el Mar Argentino, que afecta la fauna marina comprometiendo la actividad pesquera, y coloca en riesgo de derrames a las costas de la provincia de Buenos Aires.

El gobierno, sin embargo, ha ratificado su línea política. No solamente acaba de apelar la sentencia judicial que ordenó el cese de la exploración petrolera en la Costa, sino que además y en la misma semana, impulsó el abandono de 33 proyectos de energía eólica y solar porque no cuentan con las obras para transportar la electricidad generada. Con esta medida, Argentina ratifica un rumbo de dependencia de las petroleras, basada además en un esquema de explotación de carácter colonial, caracterizado por los pactos secretos entre YPF y las multinacionales, sobre el modelo de Chevron. Los funcionarios oficiales cacarean sobre autonomía energética mientras abonan esta política de entrega de recursos al imperialismo. Un gobierno concentrado en avanzar en un acuerdo con el FMI no puede dar cátedra de autonomía nacional en ningún terreno.

Argentina ya vive las consecuencias catastróficas del desarrollo capitalista sobre el ambiente. La agenda del gobierno y el pacto con el Fondo van a acentuar esta situación, promoviendo más megaminería, acentuando el monocultivo sojero, los desmontes y la expansión de la frontera agraria para el pago de la deuda. No hay ningún canje de deuda por ambiente, como “saraseó” Alberto Fernández. Lo que hay es un pago de deuda a costa del ambiente y la naturaleza. Del otro lado de la mesa de negociación, del lado del Fondo Monetario, se sientan los mismos responsables directos de la catástrofe ambiental y del fracaso de todas las cumbres internacionales en materia de reducción de emisiones. Enfrentar esta política es un gran aporte a la lucha, de alcance global, contra la catástrofe ambiental a la que nos condena el capital.