Ambiente
4/8/2025
Mar de fondo de Talud continental IV: vaciamiento del Conicet y corporaciones yanquis
¿El estudio del Mar Argentino para beneficio de intereses norteamericanos?

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Imágenes captadas en el fondo del mar.
La expedición científica al cañón submarino de Mar del Plata, denominada "Talud continental IV", viene cautivando a una audiencia cada vez más amplia, debido a las imágenes deslumbrantes sobre la biodiversidad marítima que ofrece la trasmisión en vivo. A su vez, plantea un debate sobre los riesgos de que, al calor del desfinanciamiento estatal, el patrimonio científico del país sea usufructuado por intereses privados y extranjeros.
A diferencia de las campañas precedentes -Talud Continental I, II y III-, realizadas en 2012 y 2013 con financiamiento del Conicet y a bordo de un buque argentino, la actual expedición a aguas profundas es patrocinada por el Instituto Oceanográfico Schmidt, una fundación estadounidense creada por Eric y Wendy Schmidt, quienes se desempeñaron en el pasado como director de Google y empleado de Silicon Valley, respectivamente. La investigación la llevan adelante más de treinta investigadores argentinos y norteamericanos a bordo del buque Falkor Too, que tiene bandera de las Islas Caimán.
Milei anuló toda posibilidad de realizar este tipo de proyectos con fondos públicos desde el momento que desmanteló el programa Pampa Azul, destinado a promover las investigaciones científicas en el territorio nacional. Incluso, el buque oceanográfico ARA Puerto Deseado del Conicet se encuentra inoperativo por falta de mantenimiento. Al mismo tiempo, pretende destruir todas las instituciones científicas del país, cierra en los hechos la carrera de investigación y congela el salario de los becarios doctorales y posdoctorales. Cabe destacar que los trabajadores de la ciencia vienen batallando contra semejante vaciamiento y convocan, para el miércoles 6 de julio, un nuevo acampe frente al Polo Científico.
De este modo, el ajuste del gobierno sobre la ciencia abre la puerta a una mayor privatización de la misma, a la vez que crece la injerencia de los capitales foráneos. Por lo tanto, surgen interrogantes acerca del destino de las muestras biológicas que se están extrayendo del fondo del mar. No se sabe si quedarán en Argentina o se enviarán réplicas a Estados Unidos, cuando esto último abriría la posibilidad de que el material genético obtenido sea utilizado para la industria farmacéutica, dando lugar a descubrimientos que serían patentados por multinacionales norteamericanas, volviéndose inaccesibles para las mayorías.
También genera controversia el hecho de que el vehículo (ROV) SuBastian, con el cual se están registrando las imágenes del cañón submarino, pueda difundir información en caso de detectar indicios sobre la presencia de hidrocarburos en el lecho del Mar Argentino, como nódulos polimetálicos o sitios de venteo de gas. Lo anterior habilitaría una nueva ofensiva de las petroleras interesadas en la explotación offshore, dañando irreversiblemente ese ecosistema marino que tanto maravilló a la población en las últimas semanas.
Nuevamente, vemos cómo el conocimiento científico de la humanidad alcanza niveles inimaginables en el pasado, sin embargo, al desenvolverse en los márgenes de un capitalismo en decadencia, se encuentra subordinado al ánimo de lucro empresarial, que va en sentido contrario a las necesidades del pueblo y a la preservación del ambiente. El interés que concita en buena parte de la sociedad la investigación en el Mar Argentino debe llevarnos a concluir que, parafraseando a Pablo Rieznik, para entender el mundo también es un requisito revolucionarlo y reconstruirlo humanamente.

