Ambiente

28/11/2024

Un «ambientalismo popular» que no tiene nada de ambientalista ni de popular

Sobre una columna publicada por la ministra de Ambiente de la provincia de Buenos Aires.

Kicillof, del pacto YPF-Chevron a la explotación off shore.

A raíz del abandono de la delegación oficial argentina de la COP29 por orden de Milei, la ministra de Ambiente de la provincia de Buenos Aires, Daniela Vilar, publicó una columna que pretende hacer un planteo para combatir el antiambientalismo del gobierno… sin combatir al gobierno. En todo el texto, titulado «Ambientalismo popular, la oportunidad para reconstruir soberanía», les luchadores socioambientales no van a encontrar ni un solo apoyo a sus peleas cotidianas, sino solamente el sermón de una funcionaria que intenta seguir convenciendo que el camino no es ganar las calles sino «habitar» carguitos en el Estado. Una demostración de que la cooptación estatal es incompatible con la defensa del ambiente.

El artículo, publicado por Ámbito Financiero (26/11), quiere mostrar optimismo frente al futuro. «Existen márgenes posibles para disputar el camino que impone la agenda de Milei. ¿Cómo? En clave regional, trabajando en la consolidación de una red de cooperación de ambientalismo popular, junto a militantes y referentes en toda Latinoamérica». Eso, ¿para impulsar la movilización popular contra el saqueo de nuestras riquezas y la depredación de los bienes naturales? No. Más bien lo contrario.

Por ejemplo, ni siquiera menciona el Rigi, que es directamente un remate de las riquezas naturales, incluida la remoción de las pocas normas ambientales en vigencia. Este «ambientalismo popular» se ubica así en la vereda de en frente a las asambleas, organizaciones y comunidades que movilizaron para denunciar esta entrega (defendiendo entre otras cosas algo tan elemental como el acceso al agua). Su lugar está al lado de los gobernadores que se apuraron a calcar con leyes propias los beneficios a las multinacionales, incluido su jefe Kicillof -activo promotor de la explotación petrolera off shore frente a la costa atlántica contra el reclamo de la población.

El ambientalismo kirchnerista no puede formular una oposición a la política de Milei ni siquiera por escrito, porque toda la clase capitalista criolla está alineada con esa ofensiva. Por eso, cuando quiere mostrar «la potencia del ambientalismo popular» se limita a esperanzarse en que «el principal partido de oposición argentina, el Partido Justicialista, presidido por Cristina Fernández de Kirchner, impulsará -sin dudas- una agenda ambiental y soberana». La realidad es que esa «oposición» del PJ deja pasar los vetos y los DNU de Milei, freezó la CGT en un cuadro de ataques bestiales a les trabajadores, y aplica la motosierra ahí donde gobierna -como hace Kicillof. Cristina, mientras tanto, adhiere en sus cartas públicas a banderas «libertarias» como la reforma laboral y el déficit cero.

Nada de esto es nuevo. Vilar misma al enumerar las «conquistas fundamentales» optó olvidarse de la Ley de Glaciares, seguramente para no recordar aquel veto de Cristina recordado como el «veto Barrick» porque blindó la explotación de esta multinacional de la mina Veladero en San Juan, donde pocos años después -antes que finalice el mandato de CFK- iba a ocasionar uno de los peores desastres ambientales de la historia argentina con el derrame de millones de litros de agua cianurada y otros químicos muy dañinos. Un hecho que goza de indignante impunidad.

No es un hecho aislado, sino el ADN de esta fuerza política. La columna rememora que en la COP10, en 2004, Néstor Kirchner declaraba que «somos acreedores ambientales de nuestros acreedores financieros». La definición no tenía nada que ver con la defensa del ambiente, sino de los acreedores: se dedicó a rescatar la deuda defaultada en 2001, pagando a los fondos buitre con lo dólares del boom sojero. Cuando cayeron los precios internacionales de las commodities terminaron poniendo un cepo cambiario para garantizar los dólares para el pago de los vencimientos, eximiendo de esas trabas solo a algunos privilegiados como la petrolera yanqui Chevron a través de un pacto secreto con YPF impulsado por CFK y Kicillof. La antítesis de la soberanía.

Esta orientación intenta ser encubierta detrás de denuncias que parece totalmente justas, como decir que «los países del Norte Global se desarrollaron a costa del Sur, levantando sus economías y su bienestar con nuestra materia prima». Pero es una presentación deliberadamente confusa. Tanto en los países imperialistas como en los oprimidos hay intereses contrapuestos, porque vivimos en una sociedad dividida en clases. Quienes se enriquecen no son «los países» en abstracto sino el capital imperialista, y tiene como socio menor en este saqueo a las burguesías latinoamericanas. El kirchnerismo no pudo ser ambientalista porque es una fuerza política patronal.

¿Cuál sería entonces el objetivo de esa «red de cooperación» de funcionarios estatales latinoamericanos que nos propone Vilar? Solamente «demostrar que la posición del actual gobierno de Argentina frente a la agenda ambiental es una postura marginal, hacer fuerza para no deshabitar los espacios multilaterales clave y coordinar estrategias de adaptación, financiamiento y desarrollo». Para la ministra bonaerense, entonces, toda la estrategia tiene que ser no perder la silla en las COP que organiza la ONU. Esto en el momento en que les activistas del mundo ven con sus propios ojos que estas cumbres de gobiernos capitalistas y multinacionales son una vía muerta.

El propio presidente de la conferencia que acaba de terminar en Azerbaiyán reconoció que fue un fiasco, porque ya ni siquiera se firmaron compromisos futuros sobre eliminar progresivamente los combustibles fósiles y sobre todo porque las principales potencias confesaron que no pondrán un dólar para financiar tareas de mitigación del cambio climático en los países más vulnerables. No debería sorprender que ese sea el resultado de una cumbre realizada en un enclave petrolero. Parece que al final de todo la posición de Milei no es marginal sino coherente con el verdadero contenido de estos «espacios multilaterales clave», solo que despojada de discursos hipócritas.

En lugar de mendigar financiamiento a los responsables de la destrucción del planeta, cualquier plan real para invertir en remediación ambiental y mitigación del calentamiento global tiene que empezar por repudiar la deuda externa usuraria y fraudulenta. Es algo que no van a hacer los gobiernos capitalistas, y por lo tanto requiere la construcción de una alternativa política de la clase trabajadora. En lo inmediato, tenemos la tarea de volver a ganar las calles con todas nuestras demandas, junto a las luchas de la salud y la universidad, contra la represión y la persecución al movimiento piquetero, por les jubilades y los derechos de las mujeres y la diversidad sexual, para enfrentar la motosierra y la ofensiva antiobrera.

La perspectiva de las luchas socioambientales no está en sostener la cooptación del Estado. Si este gobierno es incompatible con el más mínimo límite a la depredación ambiental capitalista, levantemos bien alto la consigna «¡Fuera Milei y sus cómplices!»

La crisis socioambiental y el gobierno de Milei
¡Basta de saqueo y depredación capitalista del ambiente! ¡Fuera Milei! –
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Editorial de Gabriel Solano en el Episodio #34 de 14 Toneladas. –
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