Aniversarios
1/7/2025
Neuquén: a 29 años del primer Comarcazo
Lo que la historia oficial trata de ocultar.
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Comarcazo.
La importancia que tuvieron las dos puebladas en la comarca petrolera de Cutral Có y Plaza Huincul (Neuquén) fue y es estigmatizada por los gobiernos provincial y municipales como un momento negativo de la vida de ambas ciudades.
Durante casi 30 años los sucesivos gobiernos, tan afectos a las efemérides, se “olvidan” de aquellas puebladas. Solo existe cada año, de parte de la militancia, el recordatorio de Teresa Rodríguez, asesinada por balas de la policía neuquina, durante la segunda pueblada. Un crimen de Estado que hasta ahora permanece impune como parte del intento de borrar de la memoria de los pueblos aquellas gestas obreras y populares, que sin duda tuvieron impacto en la situación nacional. No hay que olvidar que un mes después del primer Comarcazo renunció el nefasto ministro de Economía, Domingo Cavallo.
Las puebladas no fueron para nada hechos espontáneos. Estuvieron precedidas en la provincia por las grandes luchas de los desocupados y el protagonismo de la coordinadora que abarcó todo el año 1995. Año también de un gran protagonismo juvenil expresado en la C.E.S. (Coordinadora de Estudiantes Secundarios) con sus movilizaciones y congresos provinciales.
Precisamente fueron los desocupados -la privatización de YPF dejó miles de despedidos en la Comarca-, la juventud estudiantil y de las barriadas populares quienes se pusieron al frente. Estas últimas reunían en sí misma el hecho de ser jóvenes y desocupados a la vez. Además, un hecho también puesto bajo la alfombra por los oficialismos es el antecedente de la pueblada de fines de 1994 en Senillosa.
En mayo de 1996, un mes antes de la primera pueblada, la Coordinadora de Desocupados y la CTA Neuquén organizaron un congreso que nucleó a representantes de desocupados de varias localidades, entre ellas Cutral Có. En esta localidad, como Sapag había rebajado el monto de los planes de $200 a $150, se organizó una asamblea que nucleaba a unos 500 desocupados que reclamaban la restitución de lo rebajado.
Todos estos hechos fueron recordados en una mateada que el Partido Obrero de Cutral Có-Plaza Huincul organizó este sábado 28 de junio, que contó con la participación de cinco protagonistas directos de aquellas puebladas, varias compañeras y compañeros de las localidades y quien suscribe. Los relatos en primera persona persona fueron muy valiosos, con momentos emotivos, como el recuerdo de la valentía de aquellos adolescentes que enfrentaron a pie firme a centenares de gendarmes.
Asambleas populares: la soberanía obrera-popular
El primer signo concreto de las puebladas tanto de Senillosa como de la Comarca petrolera fue la organización en asambleas populares. Las de la Comarca tuvieron la virtud de ser la expresión real de soberanía por sobre las instituciones capitalistas y el propio Estado. Los concejos deliberantes, los distintos organismos estatales y hasta una jueza federal se tuvo que declarar “incompetente” ante la voluntad de esas asambleas populares. El propio gobernador Felipe Sapag, luego de denostar por “subversivos” y “lúmpenes” a las poblaciones sublevadas, tuvo que abandonar una reunión de mandatarios en La Pampa para presentarse ante los piquetes a dar la cara.
Este aspecto, que causó y causa pánico en la clase capitalista y sus gobernantes, es lo que se trata de someter al olvido colectivo. Para la clase capitalista es algo que no puede volver a ocurrir. Durante casi tres décadas la propaganda oficial los han caracterizado como hechos negativos, vergonzosos y contrarios a los intereses de las ciudades.
Como suele ocurrir con todo proceso de características revolucionarias, el detonante o el intento de manipulación de reclamos populares por sectores patronales estuvo presente en los primeros momentos de las puebladas. Lo cual hace más significativa aún a las mismas, porque esos intentos fueron superados por la organización obrera.
Felipe Sapag había ganado plebiscitariamente las elecciones de octubre de 1995 con el 54,4% de los votos. No obstante, había dos datos significativos: hubo 20.309 votos en blanco (10,2%), que superaron a la votación de la UCR y el Frepaso. Este porcentaje votoblanquista también se registró incluso en la localidad de Cutral Có, donde Felipe Sapag tenía fijado su domicilio y se suponía que corría con el caballo del comisario.
Prensa Obrera reflejó este dato -sin poder, por supuesto, caracterizar exactamente su contenido-, pero sí dijimos que: “El triunfo de Felipe Sapag (MPN) con el 55% de los votos no es, con todo, el aspecto más destacado de las elecciones neuquinas. Hubo casi un 10% de votos en blanco, para gobernador, cifra que salta al 15% en ciudades de fuerte predominio obrero como Zapala, Centenario, Plottier, Piedra del Águila y a casi el 20% en San Martín de los Andes. En Zapala y Centenario el voto en blanco salió “segundo … una amplia capa de población, en especial entre los desocupados, el discurso sapagista encontró un límite infranqueable … Felipe Sapag se sentará entonces en la gobernación sobre un barril explosivo ... en condiciones en que un amplio sector popular no fue cautivado por sus promesas de “salvador provincial”. Esto marca un giro importante en un sector de los explotados que, tradicionalmente, se encolumnó detrás del sapagismo” (Prensa Obrera, 10/10/1995).
Esta caracterización del balance electoral -en especial aquello sobre el “límite infranqueable”- Felipe Sapag no lo consideró, obnubilado por el casi 55% de votos a su favor. Este ángulo proyecta en el presente una gran conclusión: la borrachera de votos se derrumba como un castillo de naipes ante la sublevación de los de abajo. Obvio que no es un proceso automático, pero ya ocurrió en Neuquén y puede repetirse.
De allí el papel determinante que jugaron las asambleas populares, como la que funcionaba desde antes de las puebladas en Cutral Có o la que deliberó en Senillosa antes de la suya. O los congresos, como el convocado por la Coordinadora de Desocupados y la CTA Neuquén.
La lucha por la dirección política de la pueblada
Tras la privatización de YPF que no fue mal recibida por amplios sectores populares de la Comarca petrolera, que consideraban a los ypefianos con todas sus conquistas laborales y sociales como trabajadores privilegiados, o patrones arrogantes ante el empleo doméstico de las miles de compañeras que trabajaban en sus viviendas. A tal punto éstas se comenzaron a nuclear en un sindicato y hasta se recordó en la mateada de una “marcha de las escobas” a inicios de los 90.
Pero cuando el efecto “indemnizatorio” de las privatizaciones (que había abarrotado de cuentapropismo y “cooperativas” la zona) se consumió ante la falta de otras opciones laborales se vivió una experiencia respecto de los efectos de las privatizaciones. Se sacaron las conclusiones correctas para el conjunto de las poblaciones de ambas ciudades. Esto empujó el proceso de organización en las asambleas y un salto en la conciencia de las masas populares, en especial cuando el aparato político con sus punteros y demagogia no podía dar respuestas concretas.
En ese marco es que Felipe Sapag da por oficialmente cancelado el convenio con la empresa Agrium para realizar una planta de fertilizantes en la ciudad que absorbiera parte de la desocupación. Esto se anunció el 18 de junio de 1996. Durante la mañana del día siguiente radios comunitarias comenzaron a convocar a movilizarse hacia la emblemática torre de ingreso a ambas ciudades por la Ruta 22, frente a la destilería de Plaza Huincul.
Hasta ese momento había intereses del sector sobischista (perdedor de la interna del MPN con Felipe Sapag) de utilizar el movimiento que se puso en marcha. Pero ese movimiento tenía raíces más profundas que las que pueden ser dirigidas por un sector político patronal. El sobischismo tampoco caracterizó aquello de los “límites infranqueables” del discurso manipulador y demagógico, ante una realidad social demoledora.
Fue el detonante. Ambas localidades fueron bloqueadas por los piquetes, que se extendieron luego a otras rutas de acceso (como la 17 que va a Picún Leufú), caminos alternativos, picadas petroleras, etc.. Donde había una huella, había un piquete.
Los políticos patronales más conocidos se borraron y empezaron a tejer en las sombras. La pueblada tomó conciencia que la iniciativa estaba en sus manos, y se organizó un cuerpo con representantes de cada uno de los 17 piquetes que había, y en la torre funcionaba la asamblea general. Se cerraron los comercios, pararon los sindicatos, la vida social se regía por las decisiones soberanas de la asamblea popular, al punto que equipos y maquinarias municipales estaban al servicio de los piquetes. La población cocinaba en ollas populares que alimentaban a miles y miles en base a las donaciones solidarias.
El pueblo sublevado se organizaba y mandaba: “A medida que pasan las horas, y la organización de la toma se desarrolla, aparecen todos los ingredientes de las situaciones revolucionarias, aunque en este caso se trate de una zona de una provincia. El ‘poder institucional’ ha quedado sometido a la voluntad soberana (esta vez en serio) del pueblo, que delibera y decide en asamblea. Todas las actividades cotidianas en la zona reconocen una sola fuente de autoridad: la voz de los movilizados y de los piquetes.La actividad comercial está estrictamente en función de la lucha: sólo funcionan las estaciones de servicio para abastecer a los equipos que levantan barricadas, a los que ahora se han sumado la maquinaria municipal y los taxis, que trabajando gratis actúan de nexo entre los diferentes piquetes, llevando víveres, abrigo y personas. Las radios, en cadena, trabajan coordinando la recolección de abastecimiento para los puestos de guardia”. (Prensa Obrera, 27/6/1996).
Pero el régimen burgués no estaba, ni podía, ser derrotado en una localidad, de modo que, como había ocurrido con la Coordinadora de Desocupados en el año 1995, surgieron los “intermediarios” bajo la forma de “comisiones” (formada por empresarios, políticos patronales, etc.), o de la intervención directa de la Iglesia: el obispo se presentó a oficiar una misa sobre la misma ruta y se ofreció a llevar un petitorio al gobernador, que se negaba a concurrir a dar la cara, “como cuando vino a pedirnos el voto en la campaña”, decían los manifestantes. Otros trataban de derivar la pueblada a una acción parlamentaria, con presentación de proyectos varios. Pero fracasaban una y otra vez.
Lejos de concurrir el gobernador mandó a los cuerpos represivos de la policía provincial, y el gobierno nacional envió dos aviones Hércules llenos de gendarmes. Los intendentes, los concejales y algunos dirigentes vecinales viajaron a Neuquén a entrevistarse con el gobernador para tratar que éste no se vea obligado a enfrentar cara a cara a los piquetes. Todo fracasó, porque la asamblea decidió una y otra vez que la presencia del gobernador era “innegociable”.
En las primeras horas de la mañana del 25 de junio los gendarmes se posicionaron sobre la ruta para iniciar la represión. Pero para ese momento prácticamente el 50% de la población estaba sobre la ruta. No había represión que alcanzara.
La jueza federal que acompañaba a las tropas se adelantó hasta el epicentro en la torre frente a la destilería. Allí megáfono en mano avisó a los miles y miles allí concentrados, que estaban cometiendo el delito de sedición. La respuesta fue un silencio sepulcral. Los gendarmes aprestaban sus armas para reprimir. La jueza probó disuadir mencionando al gobernador Sapag y propuso un diálogo. Allí estalló todo, así que la jueza cuando constató la marea humana montada en cólera, se declaró incompetente y anunció que se retiraba con todas las tropas que habían llegado con ella. Un día glorioso. Había triunfado la pueblada basada en asambleas, piquetes y férrea voluntad de lucha independiente de todo el régimen.
Llega Sapag a Cutral Có: arma la traición
Ante el derrumbe de los organismos últimos de coacción del estado capitalista (el destacamento de personas armadas y el aparato judicial), Sapag debió abandonar de urgencia la Cumbre de gobernadores y se trasladó a la intendencia de Cutral Có, bajo estrictas medidas de seguridad. Pretendía salvar algo de semejante derrota, y propuso que los piqueteros fueran a verlo allí. Pero éstos se mantuvieron firmes, “que venga a la torre”.
Sapag tuvo que ir a la torre, donde fingiendo desconocimiento de lo que ocurría, tuvo que retirarse abucheado. Pero en las sombras, dirigentes políticos y sociales del centroizquierda, que estaban en el seno de la pueblada, tejían el levantamiento de la misma.
En tanto el corte en la torre prosiguió y también en los piquetes. Pero desde el poder se negoció a espaldas de la asamblea con ese sector de la comisión de la propia asamblea. Una fracción política fingió estar del lado de los sublevados para luchar desde adentro del movimiento para regresarlo a la institucionalidad burguesa. Fueron los ejecutores de la traición. Uno de los jóvenes piqueteros expresó esta traición de la siguiente manera: “se acomodaron con el gobierno. Después que se fue la jueza se formó la comisión de piqueteros. Estos señores, que supuestamente tenían que representar al pueblo nos vendieron. Nos hicieron miles de promesas que nunca cumplieron. Toda esa gente que supuestamente nos representaba, al tiempo los veías con coches nuevos, con casas y nos empezamos a enterar que nos habían traicionado” (citado en La madre del borrego, N.º 5, pág. 35).
Entre aquellos que traicionaron la pueblada, estaba quien es actualmente el intendente de Cutral Có, Ramón Rioseco, por aquellos tiempos concejal del Frente Grande. Y gran gestor de la salida institucionalizadora de las puebladas, así como del desvío electoral con la destitución del intendente de Cutral Có para un abrir un recambio electoral, durante el cual Rioseco ejecutó junto a la UCR cutralquense, el primer acuerdo político de lo que luego se conocería como la Alianza, el frente entre el “Chacho” Álvarez y Fernando De La Rúa, que ya sabemos en qué terminó.
Luego del Argentinazo, Rioseco armó su propio partido y se enroló en las filas del kirchnerismo hasta el presente. Por eso cuando alguna vez CFK puso de ejemplo de piquetero reconvertido a Rioseco, ocultó que en realidad lo suyo fue actuar de caballo de Troya, no como fiel expresión de la voluntad de las puebladas.
Así, el levantamiento de los piquetes en una asamblea tuvo un contexto confuso, donde se consideró aprobado por aclamación, con un corte del sonido y se lanzó desde el palco la entonación del himno nacional para aplacar a quienes protestaban por la confusión reinante.
Luego de desalojada la ruta, se firmó entre una representante de la pueblada y el gobernador Sapag un acuerdo donde se hacían concesiones reclamadas. Bien que Sapag no pensaba cumplir prácticamente ninguna de ellas. Cuando pasaba el tiempo y no se concretaban o se hacía solo parcialmente lo acordado, el sector más activo de los piquetes reclamaban que se volviera a convocar la asamblea popular, pero se suspendía una y otra vez la convocatoria. Se generó una gran desconfianza: “En los piquetes discutimos que había que reclamar 2.000 subsidios y que éste no debía ser menor a los 500 pesos. Pero cuando los 17 delegados piqueteros fueron a discutir, aceptaron que fueran 500 los subsidios los pedimos sin contraprestación. Y eso lo sacamos del boletín de la Coordinadora de Desocupados. El problema ahora es que no tenemos informes de la comisión de 17 piqueteros designada. De qué es lo que está pasando. La gente anda de un lado para otro preguntando. El temor es que usen a los 17 como ‘amortiguadores’. Por eso, entre los compañeros se está planteando que hay que convocar a una Asamblea Popular para que se informe qué es lo que se está negociando y cuáles son los resultados. Los compañeros designados tienen que sentir la presión y saber que o pelean por los puntos que fueron mandatados o se elige a otros” (Prensa Obrera N.º 502, 11/7/1996).
Descomprimida la pueblada, Sapag incumplió gran parte de los puntos que dijo había acordado. Y tampoco cumplió el compromiso de no realizar persecuciones. Montó razzias policiales y preparó causas penales, y detuvo a Basilio Estrada de la Coordinadora de Desocupados imputado de “coacción agravada”.
El Mangrullo: el eje en disputa
Uno de los reclamos centrales de las puebladas era que el yacimiento El Mangrullo, cercano a la Comarca, fuera entregado en carácter de compensación económica a los municipios de Cutral Có y Plaza Huincul. Había un planteo de estatización del recurso. Y por supuesto el control popular de sus ingresos. Se trataba de una cuestión de fondo, nada menos que la impugnación al proceso privatizador que el imperialismo, el FMI y la burguesía nacional estaban ejecutando a nivel general.
Un hecho subversivo no solo porque se reemplazaron las instituciones burguesas por la democracia directa de las asambleas populares y piquetes, sino porque se impugnó todo el rumbo general del capitalismo en el país en ese momento.
El control popular de la entrega de alimentos, se había impuesto como parte de lo conquistado por la pueblada. Lo reflejó bien uno de los líderes piqueteros: “Queríamos que dieran trabajo a por lo menos 750 padres de familia y asegurar la obra social médica para todos. Se presentaron algunos ‘planes’ de tierras para trabajar o el mismo proyecto —que hicimos aprobar— de poner en marcha los pozos gasíferos de El Mangrullo. Pero, mientras tanto, hasta que eso se concrete, tenemos que comer. Por eso pedimos el subsidio social”. (Prensa Obrera, N.º 502, 11/7/1996).
Hay una gran expresión de madurez en estas palabras, que refleja todo un programa dicho en cuatro renglones: estatizar la producción hidrocarburífera y “hasta que eso se concrete” como hay que comer y no caer en la degradación “pedimos el subsidio social”. Todo un programa que deja negro sobre blanco que el movimiento piquetero tiene un alto grado de politización, que no se trata de lúmpenes desorganizados, a los cuales se manipula como ovejas.
Sapag, los Rioseco y el conjunto de los partidos patronales, finalmente optaron por entregarlo a los Concejos Deliberantes y al ENIM (Ente Autárquico Inter Municipal) que lo concesionó a petroleras privadas (hoy en manos de Pampa Energía). Ese recurso, lejos de solucionar los reclamos de las puebladas, ha servido para que centenares de millones de dólares terminen en la corruptela y las estafas de proyectos empresariales vaciadores (PehuenFund, destilerías del Grupo Mas Energía, la patronal de Stefani que terminó en lock out patronal, y hasta se financió la puesta en marcha de … ¡un casino!, etc.).
Ante esta realidad, el programa de las puebladas demuestra la superioridad de la gestión social y obrera de los recursos a favor de los intereses populares. La mateada convocada por las y los compañeros de la Comarca tuvo la virtud de poner a debate y difusión pública, un tema que los oficialismos del riosequismo (Cutral Có) y el MPN (Plaza Huincul) tratan de ocultar, no solo por lo que significaron las puebladas, sino también porque ellos mismos jugaron un papel nefasto.
Habrá nuevas iniciativas, las lecciones de las puebladas de la Comarca deben ser conocidas por las nuevas generaciones.

