Del 22 al 28 de noviembre tendrá lugar el 1° Festival Internacional de Cine Documental de Doca, asociación de documentalistas que cumple 11 años de historia signados por la lucha en defensa de la producción audiovisual independiente y en ligazón con las luchas sociales.

El festival –que tendrá lugar en Buenos Aires, Córdoba, La Plata, San Juan y Tucumán- reúne en total 28 películas, divididas en una sección de preestrenos nacionales y otra de competencia internacional, en la que participan films provenientes de numerosas latitudes.

Las producciones locales atraviesan las luchas contra las dictaduras latinoamericanas de los ’70, retratos de artistas críticos, la revolución boliviana de 1952, experiencias de periodismo obrero y de producción cultural de pueblos originarios, villeros y afrodescendientes y agrupamientos de trabajadores precarizados. Entre otros films, podemos encontrar allí Entre gatos universalmente pardos, el film que Damián Finvarb (codirector de La crisis causó dos nuevas muertes, que aborda la masacre del Puente Pueyrredón) y el periodista Ariel Borenstein realizaron sobre la vida del escritor y periodista Salvador Benesdra y el cuadro político de los ’90. Hugo Colombini, creador de Preguntas a un obrero que lee (centrado en la figura de Goyo Flores, cuadro sindical del Cordobazo y luego dirigente del PO) vuelve a la pantalla con Impresiones Obreras, en el que trabajadores de la cooperativa gráfica Madygraf revisitan “la historia olvidada del periodismo obrero en Argentina, de los orígenes hasta mediados del siglo XX”. De la mano de Ernesto Gut, coautor de Cuarenta balas – El caso Fischer-Bufano y realizador de Una historia de Madres: 40 Años de Lucha, se preestrenará Candomberos, que recorre la historia cultural y de lucha social de los afrodescendientes en el Río de la Plata.

El pueblo mapuche dice presente en Musicantes, de Líber Menghini, sobre una orquesta de música latinoamericana en San Martín de los Andes, y en el film Chubut, libertad y tierra, del destacado realizador Carlos Echeverría (Pacto de Silencio; Juan, como si nada hubiera sucedido).

En la competencia internacional, y en registros que van del documental expositivo al observacional, de lo performativo al ensayo, vibran varias de las cuestiones candentes del panorama internacional y la lucha de clases. La crisis migratoria es el núcleo de Hilo de Esperanza (Sara Hui), sobre la resistencia de los refugiados provenientes del Sahara Occidental contra la ocupación marroquí de sus tierras; de La Bestia Humana, en que toman la palabra migrantes centroamericanos alojados en México en su camino a Estados Unidos; y de Estoy aquí, que sigue a dos jóvenes senegaleses que viven y trabajan en Buenos Aires. La competencia abre con la sirio-libanesa El sabor del cemento, que muestra a obreros de la construcción sirios trabajando en la edificación de un rascacielos, mientras sus propios hogares son asediados por las bombas. Los resultados de la barbarie imperialista y bélica en Medio Oriente aparecen también en la kurda Bîr, sobre la desaparición y asesinato de kurdos en la década de 1990 por parte de fuerzas paramilitares. Los balances históricos y su vínculo con el presente son asimismo el centro de la vietnamita Mi padre, el último comunistaBoca de cañón  y la argentina Buenos Aires al Pacífico, sobre el desaparecido tren que fue durante décadas desde Argentina a Chile. La explotación y deshumanización capitalista es el eje de la india Máquinas, que recorre atentamente las entrañas de una colosal fábrica textil en la ciudad de Gujarat. Y la lucha de las mujeres y del colectivo LGBT brilla en la trinacional El palacio de las mujeres y en la colombiana-argentina Juntas, sobre las primeras mujeres casadas por ley en Latinoamérica.

Dos curiosas historias sobre el arte vienen desde Chile: Robar a Rodin, que entre el film noir y la comedia del absurdo reconstruye la sustracción en 2005 de una pieza del famoso escultor de un museo, como parte de un “proyecto artístico” de un joven creador; y Quele-Quele, que se interroga sobre la difundida presencia de danzas de “pieles rojas” norteamericanos en el norte de Chile.

El primer festival internacional de Doca da cuenta de la vitalidad del documental y de su ligazón con las causas populares del pasado y del presente, en la vereda de enfrente del ajuste que el gobierno nacional lleva adelante sobre el cine independiente.