Cultura
24/11/2024
“Cometierra” y la putrefacción del Estado capitalista
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Portada del libro
A raíz de una denuncia penal y con una campaña mediática oscurantista, se reabrió la polémica por el libro “Cometierra” de Dolores Reyes, del año 2019. Mientras esta obra literaria es editada en varios idiomas y reeditada a nivel local, y la autora ya publicó la segunda parte (“Miseria”), sectores políticos retrógrados cuestionan su difusión en las bibliotecas escolares con el argumento de que es pornográfico.
Junto a esto, no faltan sectores clericales que la atacan por “espiritista”, la acusan de promocionar el sexo entre una menor y un mayor de edad, etc. El colmo de la ridiculez lo efectúan quienes repiten estos argumentos reconociendo que no leyeron el libro y afirmando que no lo leerían (sin sonrojarse).
Un simple lector del libro podría ver en esta obra varias denuncias al abandono que realiza el Estado a la mujer y a las infancias. En sus primeros capítulos la obra deja en claro que Cometierra –la protagonista de la obra- sufre bullying de sus compañeros luego del femicidio de su madre en manos de su pareja, el padre de Cometierra.
Cometierra no recibe ningún tipo de asistencia psicológica (responsabilidad que nace en la escuela y continúa sus canales institucionales). Como bien es conocido en los ámbitos escolares, los equipos de orientación no dan abasto, las infancias no son atendidas en los términos requeridos, y el abandono del Estado en estos aspectos es total. Cometierra abandona la escuela (como lo hacen centenares de miles de alumnos) y queda a cargo de su hermano mayor. En estas líneas, Dolores Reyes (que es docente) denuncia la vulneración en la cual se encuentran las infancias porque el Estado no garantiza recursos, profesionales y presupuesto para atender estas demandas sociales.
En una trama de fantasía, Cometierra ayuda a encontrar personas desaparecidas (en un caso logra salvar la vida de una nena), incluso un policía se acerca a pedirle ayuda, con este personaje es con quien ella tiene un vínculo amoroso. La fantasía actúa como escape de una realidad: la complicidad del Estado ante la desaparición de personas, sobre todo de las mujeres a raíz de la prostitución. El negocio de mafias políticas, judiciales y policiales está por encima de la resolución de cualquier delito.
El hecho de que Cometierra deba comer tierra (de ahí su título) para acercarse, a través de una visión, hacia la víctima, es una metáfora del recorrido desagradable que nadie quiere hacer en la búsqueda de personas desaparecidas por los intereses económicos que esto afecta. La tierra es el Estado putrefacto que nadie quiere tocar y las víctimas deben digerir si quieren llegar a algo. Incluso en una parte del libro Cometierra cuenta, confiesa al lector que está cansada de comer tierra. En una entrevista, Dolores Reyes cuenta que su infancia fue ver a Madres de Plaza de Mayo buscando a sus hijos en la tierra.
El libro se narra en un lenguaje barrial y juvenil de estas épocas, cuenta vivencias cotidianas y sí, tiene escenas de sexo, tan explícitas como infinidad de libros, películas, series. Pero no es pornografía, esa industria millonaria a la cual sí tienen acceso todas las infancias mediante internet y tantas plataformas donde deambulan pedófilos como el ahora exdiputado Germán Kiczka de La Libertad Avanza; la misma pornografía que recomienda el legislador oficialista Ramiro Marra como sustituto de la ESI. Tampoco hay en “Cometierra” la misoginia o la cosificación de la mujer y los cuerpos que instalan los canales de aire e infinidad de plataformas.
Dolores Reyes escribe esta historia al calor del Ni Una Menos. Ella cuenta que buscó que no fuera un panfleto de las marchas que ella protagonizó. No se va de su barrio porque dejaría de ver esos rostros en fotocopia de chicas desaparecidas que la inspiraron y tomaron voz en su obra.
“Cometierra” está por llegar a la pantalla y ya se publicó su segunda parte. La ridiculez de sus detractores no es ingenua, es la defensa de un Estado putrefacto lo que mueve al ataque a una literatura que da voz a las víctimas, que invita a la reflexión de problemas tan serios de la época.
“Cometierra” confirma que el Estado es responsable.