Cultura
31/7/2024
“El imaginario”: que no nos roben la imaginación
Un anime para reflexionar y luchar.
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El Imaginario.
Nuevamente el realizador japonés Yoshiyuki Momose nos sorprende y sumerge en una hermosa obra de arte. hora y cuarenta y cinco minutos de emoción absoluta, hasta llegar al brote de lágrimas.
El creador de Princesa Mononoke y El Viaje de Chihiro estrena en la aplicación Netflix un nuevo largometraje animado, basado en la homónima novela de A. F. Harrold (2014).
Nos relata la historia de Amanda, una niña que, como medio para hacerle frente a angustias propias de su vida, de los primeros pasos en la preadolescencia, crea en su mente a Rudger, un amigo imaginario. Juntos viven aventuras. Algo tan común en la infancia, como parte del relato cotidiano de la recreación. ¿Quién no ha inventado personas y lugares mágicos?
Pero para que el joven amigo siga existiendo Amanda no solo debe recordarlo, mantenerlo en su cabeza, sino también protegerlo del Sr. Bunting, un cazador de imaginarios. Perseguidos, los dos jóvenes, terminan en la “Ciudad de los Imaginarios”, lugar donde terminan todos aquellos olvidados.
La película es una declaración de amor, de defensa de los lazos humanos, de los sentimientos, y también de mantener viva la imaginación. Como dijera Bertolt Brecht “para mi la realidad no es solo lo que respiro, escucho, veo, toco. La realidad también es lo que imagino, la realidad es lo que ansío”.
¿Bunting es tan solo un cazador de imaginario? En un mundo marcado por guerras, matanzas, barbarie, hambre, muerte y explotación del hombre por el hombre; un régimen capitalista en decadencia, que quiere llevarse consigo todo lo que se le cruza, las infancias son las más golpeadas. ¿Por qué no pensar que el cazador es la representación y denuncia de los atropellos que sufren los niños y niñas sobre sus derechos básicos? A nivel mundial el incremento de la desnutrición, la ausencia de educación, y la obligación de comenzar a trabajar a edades muy pequeñas para poder parar la olla en los hogares más humildes, son síntoma de dichos ataques.
Un film para pensar y nunca olvidar, en defensa de la imaginación como parte del proceso revolucionario, pero sin perder de tener los pies en la tierra. Como dijera V. I. Lenin: “Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”.
