Cultura
10/10/2025
Treinta años de Eterna Inocencia: un grito colectivo contra la resignación
Una celebración que se convirtió en una manifestación de rebeldía y conciencia colectiva.
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Banda emblemática del hardcore punk argentino.
El sábado 4 de octubre el escenario estalló de energía y compromiso político en el recital por los 30 años de Eterna Inocencia, una banda emblemática del hardcore punk argentino. La celebración, lejos de ser una simple conmemoración musical, se convirtió en una manifestación de rebeldía y conciencia colectiva, donde la multitud demostró que no se rinde ni se resigna frente al avance reaccionario y la represión estatal.
La fecha, que contó con la participación de Dead Fish -banda brasileña de larga trayectoria en la escena hardcore- y Las Armas, que dio una gran introducción a una noche intensa, fue mucho más que un simple recital. En cada pogo, en cada grito, se respiraba el llamado a no bajar los brazos, a seguir luchando por transformar la realidad, a resistir ante un sistema que pretende imponer el individualismo y la apatía.
El encuentro de estas bandas sobre el escenario no es casualidad, hay un recorrido con historias, en donde los artistas muestran ser consecuentes con lo que piensan, escriben, componen y hacen. El hardcore punk es resistencia, solidaridad y organización; y la seguidilla de fechas que tuvieron en conjunto los Dead Fish y Eterna Inocencia, haciendo un comienzo de gira en Brasil y luego la vuelta en Argentina, transmiten eso, el camino contrario a las mezquindades y competencia.
Eterna hizo un recorrido por toda su discografía, desde los primeros discos hasta el último. Pasando por canciones que levantan las banderas de memoria, verdad y justicia como es “abrazo” y canciones como “la risa de los necios” que hace homenaje y exige justicia por los crímenes cometidos por el estado aún en democracia. Clara determinación de la banda por utilizar su música como herramienta de denuncia y reflexión política y social, demostrando que el hardcore es protesta.
Durante el show, Eterna Inocencia reafirmó el sentido político que siempre acompañó su historia: la música como vehículo de organización, de memoria y de lucha. Entre los saltos y abrazos del público, apareció una bandera de Palestina recorriendo el pogo, expresión concreta de una sociedad que no puede ni quiere mirar para otro lado mientras se comete un genocidio ante los ojos del mundo entero. También se vieron, como un grito de justicia, carteles que decían “Bullrich asesina”, una denuncia que se levanta contra los responsables políticos del aparato represivo del estado.
Lejos de la caricatura que intentan imponernos sobre una juventud “cooptada por la ultraderecha”, el recital mostró todo lo contrario: miles de jóvenes organizados, solidarios y conscientes de que el arte y la política no se separan.
Desde el público, toda una expresión de unión entre varias generaciones, se escucharon los cantos “Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar” y los gritos de “Fuera Milei” que atravesaron el complejo Art Media como una declaración de principios: no hay neutralidad posible frente a la barbarie.
Desde el escenario, Dead Fish también se hizo eco de la situación que atraviesa la Argentina, con un mensaje claro de resistencia y unidad latinoamericana. El cantante afirmó que son tiempos difíciles en Argentina, pero que hay que resistir. En esa consigna simple y potente se condensó el espíritu del recital: la resistencia como punto de partida, sí, pero a esto es necesario agregarle que la organización es la única salida frente a un gobierno que descarga su crisis sobre el pueblo trabajador y la juventud.
Treinta años después de su nacimiento, Eterna Inocencia sigue siendo una bandera viva de esa generación que no se conforma con sobrevivir, que pelea por un futuro distinto. En tiempos donde el poder intenta imponer el miedo y la desmovilización, la música volvió a recordarnos que solo la organización y la lucha en las calles pueden torcer el rumbo de la historia.
La potencia que recorrió el Arte Media el sábado es la misma que recorre las calles cuando la juventud, los trabajadores y las trabajadoras se organizan. Porque no alcanza con resistir: hay que prepararse para transformar de raíz esta realidad, para enfrentar un régimen que descarga su crisis sobre los pueblos. La energía del punk y del hardcore sigue marcando un camino: el de la rebeldía consciente, la solidaridad activa y la organización colectiva. Frente a la barbarie capitalista y el autoritarismo, la juventud no se calla, se organiza para luchar y construir otra historia.

