En un acto de campaña electoral, la presidenta del PRO y líder del ala “halcón”, Patricia Bullrich, apuntó contra los institutos de formación docente de la provincia de Buenos Aires. Planteo que la provincia “tiene 200 institutos, más que todo Francia” y prácticamente explicitó que para ella no sirven para nada, ya que serían usinas de la “ideología kirchnerista”.

Bullrich pretende utilizar el desprestigio (bien ganado) del kirchnerismo en materia de educación pública para profundizar el ajuste y el ataque contra los terciarios bonaerenses. Pero atención: lo que la exministra de Seguridad plantea, con su verborragia habitual, es el programa que figura en la agenda de la clase capitalista nacional y del FMI para la etapa que se abre en nuestro país. Por eso el fascista Javier Milei, en su plataforma de gobierno, propone de forma directa acabar con la educación publica y sustituirla por un sistema de vouchers que las familias y/o les estudiantes deberán adquirir para poder acceder al mundo educativo.

En esta orientación de fondo no difieren peronistas y macristas, dado que la dicta su amo: el FMI. Sus divergencias están en el cómo llevarlas adelante. El caso de la provincia de Buenos Aires es ejemplar. El gobernador ultrakirchnerista Axel Kicillof, en el 2019, hizo campaña con el lema de transformar la educación pública. Pero el balance de su gobierno es categórico: profundizó el ajuste y desguace que nos dejó la macrista Vidal, quien a su vez profundizó la crisis que había dejado el presidenciable Scioli.

El estado actual de los terciarios bonaerenses es calamitoso: la inmensa mayoría no cuenta con un edificio único y propio, les estudiantes cursan “de prestado” en varias sedes que pertenecen a escuelas secundarias cuya infraestructura está colapsada. Estudiantes y docentes son movidos arbitrariamente de escuela en escuela varias veces en el mismo año. No cuentan con buffets económicos, les estudiantes aún hoy son excluidos de la ley del boleto estudiantil bonaerense, no cuentan con un programa de becas de estudio propio más que las Progresar.

Salvo excepciones, los terciarios no cuentan con espacios de cuidados materno-paternales, lo cual constituye un régimen expulsivo para cientos de madres que asisten a cursar. Podríamos seguir enumerando enormes obstáculos con que les estudiantes se encuentran a la hora de cursar. Cabe preguntarnos qué ha hecho Kicillof en estos casi 4 años de gobierno en favor de los terciarios públicos. La respuesta es clara. Por eso vale denunciar la impostura de Roberto Baradel y la burocracia celeste, que se rasga las vestiduras contra las declaraciones de la facha de Bullrich, pero es cómplice directo del ajuste que hoy realiza su amigo y patrón Kicillof.

La guerra contra los terciarios se declaró hace tiempo

La fijación de los capitalistas y sus gobiernos contra los terciarios no es cosa de hoy. El antecedente más fresco es el de la Unicaba de Horacio Rodríguez Larreta, que intenta avanzar en el cierre de los 29 institutos de formación docente de capital. El freno parcial de este ataque lo conquistó la comunidad educativa movilizada, que fue reprimida fuertemente. Pero el proyecto no se enterró hasta el final por el auxilio de la burocracia peronista.

Sin embargo, el padre de la criatura, la punta de lanza contra los terciarios provino hace 8 años de un senador peronista. En mayo del 2015, Eduardo Aguilar, en aquel momento senador chaqueño del Frente para la Victoria, presentó en la comisión de educación del Senado un proyecto titulado Políticas para el Fortalecimiento de la Formación Docente. Aquel proyecto, en sus artículos, contenía la posibilidad de cerrar terciarios que no cumplan con normas de investigación científica y abría la puerta al reemplazo de terciarios por universidades creadas únicamente para ese fin. En el proyecto Aguilar se apoyó el ministro de Educación Esteban Bullrich para defender el cierre de terciarios y la creación de la Unicaba.

Enfrentemos a los políticos capitalistas

En la actualidad, el gobernador Kicillof, con el concurso de la burocracia Celeste, implementó una reforma negativa del diseño curricular que recorta contenido y degrada la formación docente, y avanzo fuertemente en la precarización laboral, contratando docentes en programas como el +ATR o el Fortalecimiento de Trayectorias Educativas (Forte); en ambos los trabajadores ejercen su tarea por fuera del Estatuto Docente.

Muchos estudiantes y docentes se están organizando contra el vaciamiento y el ajuste. En La Matanza, los del ISFD 88 vienen de protagonizar una pelea por mejoras edilicias (el instituto no cuenta con edificio propio) y los de la Escuela de Arte Leopoldo Marechal se han movilizado por mejoras en las condiciones de cursada. La comunidad educativa del ISFD 9 de La Plata, después de 10 años de lucha, logró que el instituto vuelva a funcionar en su edificio histórico. En el ISFD 41 de Adrogué, la comunidad educativa emprendió luchas por un edificio propio. Y la comunidad educativa del 103 de Lomas de Zamora se movilizó el año pasado contra la inseguridad (una persona gatilló contra una docente) y también por un edificio propio; Kicillof y Berni reprimieron esa lucha utilizando a la Bonaerense. En el ISFD 39 de Vicente López, el centro de estudiantes se encuentra peleando por reformas edilicias; allí el municipio macrista ajusta en combinación con Kicillof. El centro de estudiantes del ISFD 51 de Pilar está en pie de lucha por el edificio propio y contra el traslado de carreras enteras a distintos edificios del municipio, lo que le complica la cursada a cientos de estudiantes.

En la agenda de todos los políticos capitalistas está avanzar contra la educación superior. Hay que enfrentarlos, por un lado, poniendo en pie centros de estudiantes independientes del Estado que en unidad con la docencia derroten esta ofensiva antieducativa; y, por el otro, promoviendo una enorme deliberación terciario por terciario sobre la necesidad de echar a los políticos capitalistas y construir una mayoría popular que luche por el gobierno de los trabajadores.

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