Educación

29/9/2022

Deterioro edilicio y viandas en mal estado: informes oficiales confirman los reclamos de las tomas de colegios

Soledad Acuña los ignoró, pero ataca a los estudiantes.

La ministra.

Mientras el Gobierno de la Ciudad se dedica a perseguir y amedrentar a los estudiantes que están tomando colegios y a sus padres; quienes rechazan las pasantías laborales precarizadoras y gratuitas como los ominosos resultados del ajuste presupuestario en educación, se conocieron dos informes de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires que daban aviso al Ministerio de Educación porteño, encabezado por Soledad Acuña, sobre el deterioro de los edificios escolares y las intoxicaciones por viandas en mal estado.

Lógicamente, los informes bien guardados estarán en un cajón del escritorio ministerial, el mismo en el que se cierran los números de los recortes al presupuesto educativo, donde se congenian ataques a los docentes como la reforma de su Estatuto o se coordina la persecución a los padres de los estudiantes que no vayan a retirar a sus hijos de las tomas. Pero en ellos se analiza minuciosamente la gestión de la cartera, puntualmente con respecto al Mantenimiento Escolar y el Servicio Alimentario. Y las advertencias son lapidarias.

El primer escrito ya señalaba que “por tercer año consecutivo, la Auditoría detectó serias irregularidades en el Plan Integral de Mantenimiento a las escuelas”, ya que se incumplía “con la totalidad de los controles de plagas, las rutinas de control de instalaciones eléctricas, desagües pluviales y control de cerramientos”. Un reflejo testigo de lo que venimos viendo en los últimos meses: decenas de colegios porteños fueron tomados por ratas, lo que motivó sentadas, semaforazos y otras medidas de lucha que la ministra Acuña y el jefe de Gobierno, Larreta, desoyeron conscientemente aunque ahora se digan “abiertos al diálogo”.

En otro ítem, la ausencia de controles de instalaciones eléctricas no solo tiene su correlato con un estado deficitario que coloca al estudiantado a merced de un desastre; sino que también se traduce en el faltante de luz para poder estudiar. En muchos casos, precisamente, por instalaciones y artefactos defectuosos, como el que dejó al Ana María Janer de Flores sin luz (y en consecuencia sin agua) por una semana.

Otro tanto con los cerramientos: en los mismos días donde los estudiantes de varios colegios porteños discutían las presentes tomas y medidas de lucha, en el Nacional Buenos Aires se desprendió una pesada ventana que cayó al piso, pudiendo haber matado tranquilamente a un estudiante. Pero así se desenvuelve el ciclo lectivo desde el comienzo: literalmente en el primer día de clases de este año se cayó una parte del techo del Bernasconi, golpeando en la cabeza al familiar de una alumna. Al día siguiente la institución sufrió un corte total de agua.

Estos informes dan cuenta de que el ejecutivo porteño no controla en absoluto a las empresas privadas que tienen concesiones sobre el sistema educativo público. El Ministerio de Educación, dice el escrito, le paga a empresas de mantenimiento escolar $4.599 millones para preservar este cuadro insoportablemente deficitario. Tanto así sucede con las viandas, a lo que se dedica fundamentalmente el segundo informe, que llegan o en mal estado o ni llegan. En un cuadro de aguda miseria social, esto llevó a desenlaces como la niña de 11 años de Barracas que murió por desnutrición.

Efectivamente, la Auditoría porteña subraya la “falta de control en el servicio alimentario de los comedores en las escuelas”, también las “irregularidades en las modalidades de contratación de las empresas”, y en consecuencia la “insuficiencia en los mecanismos de penalidades y sanciones para los proveedores del servicio”, exponiendo sobre todas las cosas que en los últimos años se multiplicaron a paso acelerado las intoxicaciones por comida en mal estado.

Lo cierto es que Larreta y Acuña hicieron bandera del ataque a la educación pública, a la docencia, a los estudiantes y a la comunidad educativa en sí. La ministra, de hecho, le garantiza permanentemente subsidios y “buenos tratos” a la educación privada, mientras se caen de a un pedazo por vez los techos en la cabeza de los pibes. No solo hablamos de un gobierno indudablemente ajustador, sino también de un gobierno que busca privatizar progresivamente la educación, otorgando concesiones a empresas vaciadoras, reglamentando las pasantías laborales gratuitas y recortando cada vez más contenidos curriculares, en sintonía con las reformas mercantilizadoras que avanzan a nivel nacional. Profundicemos este camino: hay que tomar uno, diez, cientos de colegios para derrotar a los gobiernos responsables de esta ruina educativa.

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