Educación
26/11/2025
La casa quinta del terror de Pacheco: un motor de investigación de estudiantes de Ricardo Rojas
Un ejercicio necesario para enfrentar el intento del gobierno de reponer a las Fuerzas Armadas en la represión interna.
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Allí funcionaba un centro clandestino de detención.
En el 2020 un grupo de sobrevivientes (Carlos “Sueco” Lordkipanidse, Blanca García de Firpo y Liliana Pellegrino) de la Escuela Superior de Mecánica Armada (Esma), que fue uno de los campos de genocidio más grande que funcionó en la última dictadura cívica, eclesiástica y militar, reconocieron la última casa quinta que funcionó en Pacheco/Ricardo Rojas del distrito Tigre, que operó como un centro clandestino de detención y tortura.
Esta casa quinta era parte del circuito represivo de la Marina y era un anexo de la Esma, junto con la Isla del Silencio, ubicada en el Delta, otra casa quinta de Don Torcuato, también en Tigre, y las casas quintas de Del Viso en Escobar y en Villa Adelina en San Isidro. Con un trabajo de investigación del medio periodístico La Retaguardia se logró localizar que el dueño de la quinta era Raúl Enrique Antonio Peyón, hijo de Fernando Enrique Peyón -también marino-, que fue un feroz torturador durante la última dictadura.
Los usos de esa casa quinta eran múltiples: uno de los sobrevivientes relató en una oportunidad que los militares les dijeron que era para que se “saquen los hongos”. En otros relatos cuentan que, durante los años del genocidio, “Capucha y Capuchita” (dos lugares de la ESMA reconocidos por donde pasaban lxs detenidxs) estaban saturados de gente, por eso, las quintas funcionaban como chupaderos accesorios. También se utilizaron como parte de la tortura psicológica, donde llevaban a los familiares y, ese reencuentro con lxs detenidxs, operaba como una demostración del control, no solamente sobre las víctimas de tortura, sino sobre las familias.
El “sueco”, en una de sus declaraciones, contó cómo en la casa quinta de Pacheco (hoy Ricardo Rojas) logró identificar que allí se encontraban muebles y productos electrónicos que eran de su vivienda.
Investigar y la lucha por la memoria, la verdad y la justicia
A partir del programa Jóvenes y Memoria y la curiosidad por investigar sobre centros clandestinos que actuaron sobre el barrio, estudiantes de la EES 17 de Ricardo Rojas se encontraron con la existencia de la casa quinta y emprendieron una investigación para dar a conocer lo que sucedió allí.
En el 2024 presentaron, en el encuentro de cierre en Chapadmalal (lugar histórico donde hace más de 25 años se realizaban los cierre de los proyectos, utilizando los hoteles del predio que estaban designados a turismo social), los avances de una investigación que llegaron luego de entrevistar al Carlos “Sueco” Lordkipanidse.
En el 2025, con una base de estudiantes del año anterior y otros nuevos integrantes, ampliaron la investigación, ya no solo tomando los registros del sueco, sino también de Marisa González, historiadora que colaboró en el descubrimiento de la casa quinta y que realizó un trabajo de investigación sobre la Isla del Silencio del Delta, y de otros sobrevivientes como Carlos Loza y el historiador Marcelo Magne, que realizó un archivo sobre los desaparecidos de Tigre en la última dictadura militar.
Con un vídeo y una presentación en el encuentro de cierre del Proyecto Jóvenes y Memoria, lxs estudiantes dieron a conocer su investigación. Al mismo tiempo se pusieron el objetivo de señalizar el barrio donde está la casa quinta. En el video de presentación, lxs estudiantes describieron la investigación con las siguientes palabras:
“A través de este proyecto, invitamos a mirar nuestro pasado para concientizar, para recordar y para hacer justicia por quiénes se atrevieron a recordar. Desde la escuela y el barrio, nosotros los jóvenes tomamos la palabra para reconstruir las historias silenciadas y para hacer presente lo que intentaron borrar. Porque la memoria no está solo en los libros, está en los rostros, en los objetos, en cada historia que vuelve a contarse. Esta investigación es parte de ese camino, una búsqueda por la verdad, un homenaje a quienes ya no están y una promesa de que el silencio nunca volverá a ser olvidado”.
Aprender como primer tarea para la lucha
Que lxs jóvenes tomen en sus manos proyectos y presentaciones sobre los centros clandestinos que operaban en sus barrios, u otros que también se expusieron en Punta Lara, que planteaban la lucha ambiental y los negociados inmobiliarios, contra la explotación obrera, de la lucha de los barrios contra el hambre y la pobreza, denunciando el trabajo infantil, demuestran que hay reservas de organización y de lucha en la juventud.
Con la designación como ministro de Defensa a Carlos Presti, hijo del genocida Roque Presti, que fue uno de los organizadores de la desaparición de estudiantes en la Noche de los Lápices, Milei profundiza la reinserción de las Fuerzas Armadas en la vida política, algo que atravesó a todos los gobiernos capitalistas desde la vuelta de la democracia.
Esta designación se suma a una política negacionista y a las medidas reaccionarias en materia de derechos humanos. Esto se vio con el vaciamiento y despidos masivos sobre la ESMA, junto con la disolución de organismos encargados de sostener la memoria y preservar documentos relacionados a la lucha por los derechos humanos en Argentina, como aquellos que provienen de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Lo mismo sucede con el Proyecto provincial de Jóvenes y Memoria que organiza la Comisión Provincial de la Memoria. Este año, luego de más de 25 años en donde le cedían al programa los hoteles de turismo social de Chapadmalal, fueron negados por Milei y Scioli.
Ante las ofensiva antiderechos de Milei y todos los gobiernos capitalistas que hunden a lxs jóvenes en más miserias y descomposición social, la juventud tiene el desafío de transformar su bronca en organización y militancia. El futuro pertenece a la juventud, por eso, luchemos para terminar con todas las injusticias y con todos los gobiernos capitalistas que nos llevan a más barbarie social.
