Bolivia: tras las elecciones, se viene una ofensiva ajustadora contra el pueblo

Preparar la resistencia para que fracase

Rodrigo Paz y Tuto Quiroga disputan el ballotage

El domingo 19 de octubre, Bolivia va a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Las elecciones del 17 de agosto último se hicieron en un marco proscriptivo, dejando fuera la presentación de la candidatura de Evo Morales, líder del MAS. Este llamó a repudiar las elecciones votando nulo o en blanco y salió como segunda fuerza, a poco margen de la candidatura triunfante de Rodrigo Paz y Edman “el capitán” Lara (en la boleta del Partido Demócrata Cristiano, PDC). Tercera quedó la lista del derechista Tuto Quiroga y Juan Pablo Velazco (Alianza Libre).

El triunfo en la primera vuelta de Rodrigo Paz fue una sorpresa. No figuraba, ni de cerca, en ninguna encuesta electoral.  Aportó la presencia como candidato a vice, del “capitán” Lara, un oficial echado de la policía por sus denuncias sobre corrupción policial y que con una prédica populista venía recorriendo barrios de La Paz y otras ciudades.

Pero el ballotage entre Rodrigo Paz (centro derecha) y Tuto Quiroga (derecha) no despierta entusiasmo popular.

Ambos candidatos han anunciado su intención de poner en práctica “ajustes” que van, inevitablemente, contra el pueblo, para tratar de superar una crítica situación económica.

Esta semana, el gobierno saliente de Luis Arce, anunció que subieron las reservas monetarias del Banco Central de 1.298 millones en diciembre 2024 a 3.275 millones de dólares en septiembre 2025. Resaltó que este “éxito” se realizó luego de haber pagado puntualmente 1.050 millones de dólares en intereses de deuda externa (evitando así un default). Pero si se lo compara con los 15.122 millones del 2014…

El pago de la deuda “es sagrado”; mientras las colas en las estaciones de servicio para cargar combustible en los vehículos, se extienden cada vez más, ante la baja importación de hidrocarburos por falta de divisas y el agotamiento de los pozos bolivianos.  El costo de vida ha trepado al 16,92% de enero a julio, cuando el plan del gobierno era del 7,5% todo el año 2025. Y así podríamos seguir, con el crecimiento del trabajo informal y precarizado, etc.

¿Cómo salir de este empantanamiento y crisis nacional?: es lo que debate el país.

Los dos candidatos dan respuestas elusivas. Ambos han viajado a Estados Unidos, a rendir examen ante funcionarios, consultoras y empresarios. Todos esperan un “ajuste” que implique la eliminación de los subsidios a los combustibles, una devaluación monetaria que elimine el dólar paralelo y libre exportación (sin preocuparse por el abastecimiento interno).  Esto implicaría, automáticamente, una disparada de los precios de los productos de consumo popular. También se habla de avanzar en la privatización de empresas públicas y achicamiento de la planta de trabajadores estatales.  

La oposición “nacionalista” de Evo Morales, el MAS y el gobierno de Arce, está dividida, en lucha interna y  claro retroceso, después de más de 20 años de usufructuar el poder. Evo Morales acusa que el gobierno de Arce y sus opositores internos han “traicionado” el programa original del MAS. Pero Arce fue el artífice, como ministro de Economía, bajo los gobiernos de Evo Morales, del plan de crear un “capitalismo andino”. El fracaso de Arce es el del MAS y su propósito de impulsar un capitalismo nacional actuando como elemento bonapartista entre la burguesía nacional y las transnacionales imperialistas.

Las banderas de la nacionalización de las riquezas mineras e hidrocarburíferas, que se habían planteado en las grandes movilizaciones, quedaron reducidas a una asociación con los monopolios -incluso, sin obligación de inversiones en nuevas reservas- que han vaciado los pozos. Bolivia pasó de gran exportador de petróleo y gas a gran importador bajo los gobiernos masistas. La época de vacas gordas (buenos precios internacionales) no fue utilizada para avanzar en una industrialización del país. Ahora se está desarrollando una nueva lucha intermonopólica en torno a la explotación del litio, tan vital para las nuevas industrias electrónicas.

Las encuestas electorales son imprecisas: ora dan por encima al Tuto o a Rodrigo Paz. El gran capital preferiría un triunfo del Tuto Quiroga, el derechista más explícito y radicalizado, pero desconfía de su capacidad para contener a las masas. También confía en Rodrigo Paz (Medina, que salió cuarto, llamó, apenas cerraron las elecciones, a votar por este) pero desconfía del outsider de su vice, el “capitán” Lara y sus poses populistas. Tuto se ha alineado más abiertamente con Trump; Rodrigo Paz trata de evitar una definición, planteando estar en el centro frente a los choques entre EEUU y China. Quiroga también anunció su propósito de trabajar para que vuelva la DEA yanqui a Bolivia (expulsada en su momento). Y hasta amenazó con militarizar la zona campesina cocalera del Chapare, bastión del MAS y donde permanece refugiado Evo Morales. Se plantea volver a tomar relaciones diplomáticas con Israel.

Habiendo salido primero, “el binomio del pueblo” de Paz y el “capitán” Lara no termina de enamorar a las grandes masas, particularmente a las indígenas que seguían a Evo Morales y el MAS.

La propia lista del derechista Tuto Quiroga trabaja para crearse rechazo. Se acaban de dar a conocer tweets del candidato a vicepresidente, Juan Pablo Velazco, planteando que “a los collas hay que matarlos a todoooos” y otras similares, evidenciando el carácter racista de esta derecha (que ya se había manifestado abiertamente cuando asumió el golpe del 2019).

Rodrigo Paz sigue con su prédica a favor de un “capitalismo para todos” y evita definiciones en un intento de mantener y acrecentar el apoyo de sectores del MAS, sin enajenar el del gran capital.

Toda la superestructura política boliviana se está derechizando. La implosión y proscripción del MAS ha dejado a las próximas cámaras legislativas en manos de la derecha. Lo mismo que la Justicia: acaban de liberar de la cárcel a la golpista “presidenta” Jeanine Añez y a los líderes fachos del golpe del 2019: Camacho, Pumari y otros. Hay una campaña propagandística para volver a la “República”, atacando conquistas existentes para las comunidades campesinas indígenas en la Constitución Plurinacional. Nuevamente, la “democracia” y la “república” son usadas para apañar ofensivas derechistas contra los derechos de los trabajadores (reformas laborales) y campesinos. Se plantea realizar una “reforma” constitucional a través de la Asamblea Legislativa (ni siquiera a través de una Asamblea Constituyente soberana) que tendría mayoría derechista. Como se está haciendo en Perú.

Pero los ímpetus “libertarios” se han morigerado un poco frente a la crisis que está atravesando el régimen de Milei.

En el reciente debate entre los dos candidatos a vicepresidente (5/10), mientras el derechista Velazco prometía que se iban a mantener los subsidios a los combustibles para el transporte público, el populista “capitán” Lara afirmaba que no haría falta quitarlos porque iba a auditar las cuentas de la YPFB y eliminar los gastos ineficientes y corruptos. En toda su intervención el “capitán” Lara habló de la lucha contra la corrupción y de la eficiencia. Ninguna propuesta de cambios estructurales. Al terminar el evento, fue felicitado por su compañero de fórmula, Rodrigo Paz, por su “sensatez”. Y, a pesar de los choques, el propio candidato derechista, Velazco, resaltó, reiteradamente, que las diferencias entre su lista y la del “capitán” eran mínimas, con muchos puntos de convergencia.

En el próximo ballotage electoral del 19 de octubre, no ha cambiado la situación respecto a la primera vuelta: las masas explotadas bolivianas no tienen alternativa. Se impone el voto nulo o en blanco.

Es necesario prepararse para enfrentar escenarios de “ajustes” y ataques contra sus condiciones de vida, que llevarán adelante, con diverso ángulo, cualquiera de los dos candidatos triunfantes. Para los próximos días ha sido convocado el 18° Congreso de la Central Obrera Boliviana (COB). Pero no se espera ninguna resolución favorable para la defensa de los intereses de las clases trabajadoras. Se trata de un congreso burocrático, que solo se reúne para defender sus privilegios ante el próximo cambio de gobierno. Pero se necesita, en realidad, un verdadero congreso de las centrales obreras y campesinas, edificado a través de asambleas y plenarios de las bases, que realice un balance de la situación y apruebe una línea de independencia política a través del voto de un programa político/reivindicativo contra los “ajustes”.

En los últimos días, una pequeña noticia cayó como una maldición para las clases dominantes. En Santa Cruz, ha sido fuertemente reprimida la ocupación, desde fines de septiembre, de una hacienda y salvajemente detenidos 13 campesinos. Participaron 500 gendarmes y el propio gobernador en el operativo del desalojo. Es el fantasma de una revolución agraria contra los latifundistas.

Es necesario poner en pie una alternativa que plantee la expropiación de todas las industrias mineras e hidrocarburíferas y de la extracción e industrialización del litio. El no pago de la deuda, la nacionalización de la banca y del sistema privado de jubilación, sin pago de indemnización alguna. Herramientas esenciales para un verdadero plan de desarrollo bajo control y dirección obrera. No a las privatizaciones, ni a los despidos de empleados públicos. No al aumento de los combustibles y a la devaluación monetaria. Una nueva vanguardia surgirá de los próximos choques entre las clases, lucharemos para que  avance en su estructuración política independiente, en un partido obrero socialista revolucionario.

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