Brasil: la catástrofe que amenaza a las masas trabajadoras

Un frente electoralista con la derecha no la detendrá.

La llamada “catástrofe de Manaos”, donde el sistema de salud colapsó por completo, probablemente haya significado un salto en la crisis política y en la evolución de la conciencia popular. La falta de tubos de oxígeno en la capital del Amazonas provocó la muerte de numerosos infectados por el coronavirus. Había más de 500 pacientes esperando se “desocupara” una cama y/o un tubo de oxígeno. Gran parte de ellos murieron en los pasillos de espera o en sus domicilios donde fueron reenviados. A algunos se logró evacuarlos a otros estados.

15 días antes, autoridades médicas de la zona, habían alertado sobre la inminencia de esta catástrofe. Sin embargo, el gobierno de Bolsonaro nada hizo al respecto. Hubo que apelar incluso a la solidaridad internacional (hasta la vilipendiada –por Bolsonaro- Venezuela envió un cargamento de tubos de oxígeno). Esto sumado al tardío inicio y la falta de preparación para una campaña de vacunación masiva y al abandono, desde inicios del año, del pago del subsidio a los sin trabajo de 600 reales mensuales, se graficó en una caída de 10 puntos en la imagen positiva de Bolsonaro. El fascistoide presidente no solo ha sido y es criminalmente ineficiente sino que se ha jactado por su oposición anticientífica y reaccionaria a la vacunación contra la pandemia. (pero ahora estaría autorizando a que las vacunas puedan ser compradas en forma privada: vacunas para ricos, sí; para el pueblo trabajador, no).

Este fuerte aumento en la ira popular está siendo contenido por los llamados partidos opositores que se reclaman de centroizquierda (PT, PCdoB, etc.) y las burocracias sindicales que responden y se subordinan a ellos. Han organizado, el pasado sábado 23, “caravanas” de vehículos bajo las consignas “fuera Bolsonaro”, “vacunación masiva YA”. Las que tuvieron trascendencia en casi todo el país. (Al día siguiente, el domingo 24, hizo lo mismo la derecha que se opone a Bolsonaro).

La burocracia de la central obrera (CUT) justificó este “método de lucha” por la pandemia que plantea la precaución de no realizar concentraciones masivas. Pero… el paro general de los trabajadores no tiene ese peligro. Por el contrario, preserva las aglomeraciones en un transporte parado y en los lugares de trabajo vaciados por una huelga. Para el movimiento obrero y popular no se trata solo –como si fuera poco- de la emergencia sanitaria con el coronavirus, sino de la masacre social que se está ejecutando. La Ford y la Mercedes Benz han anunciado el cierre de sus plantas en Brasil, dejando decenas de miles de trabajadores en la calle. Hay presiones patronales y gubernamentales por miles de “retiros voluntarios” (despidos encubiertos). La huelga general por tiempo indeterminado que vienen llevando adelante los trabajadores municipales de Florianópolis contra los despidos, tercerizaciones y privatización en la recolección de residuos, ha sido amenazada con la militarización directa y el allanamiento de los locales sindicales.

Subordinación a la burguesía y parálisis del movimiento obrero

Toda la política burguesa se ha concentrado ahora en la próxima elección por los diputados y senadores de sus respectivos presidentes de Cámara. La centroizquierda es partidaria de un “frente amplio”, también llamado “democrático”, para votar en la Cámara de Diputados a Baleia Rossi del viejo partido derechista MDB, que es el candidato de Rodrigo Maia. Este es el actual presidente de la Cámara, líder de la derecha no directamente bolsonarista, pero que hizo un frente común con Bolsonaro para imponer todas las leyes antiobreras (reforma previsional, etc.) y entreguistas (avances en la privatización del Correo, Petrobras, etc.). Esta coalición entre la derecha y la centroizquierda se enfrentaría al candidato directo de Bolsonaro, Arthur Lira. En el Senado, en cambio, todos votarían directamente por Rodrigo Pacheco que es del ala bolsonarista (pero que –según versiones- les prometió al PT y a los centroizquierdistas que no iba a habilitar políticas fascistizantes). La bancada del PT se dividió, pero por votación interna mayoritaria resolvió apoyar al derechista Baleia Rossi. El PSOL también se dividió en partes iguales (5 por apoyar y 5 en contra). La dirección del PSOL terminó laudando: va a presentar un candidato propio para la primera ronda: Luiza Erundina de la derecha participacionista del PSOL. Esta presentación tendría un carácter no principista, sino pseudo testimonial, para conformar a los disidentes. Porque en la segunda vuelta de la elección en la Cámara apoyaría al candidato derechista no bolsonarista. Erundina no es ninguna progresista, fue ministra de un gobierno de derecha (lo que le valió la expulsión del PT en la década del 90) y alcaldesa de San Pablo donde actúo como gendarme represora de una gran huelga de los choferes. Presentó una “plataforma” pseudo progresista que es puro bla-bla. En el capítulo de los derechos de la mujer afirma que impulsará leyes por la paridad en los cargos legislativos pero… no dice una palabra sobre el derecho al aborto.

Esta elección que subordina todo el movimiento de lucha obrero y popular al voto de unos 600 diputados y senadores estaría planteada como un paso intermedio para poner en marcha un impeachment (juicio político) para destituir a Bolsonaro. El propio presidente señaló cínica y provocadoramente que han entrado más de 60 pedidos de juicio político contra él en el parlamento, pero que han sido sistemáticamente cajoneados. Y advirtió que cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas, amenazando con un golpe en caso de progresar esto. Probablemente, con o sin presidente de la derecha en la Cámara, el juicio político no progrese, toda vez que la burguesía mayoritariamente quiere que siga avanzando el plan antiobrero y privatizador y no ir a un choque con el peligro de división en las Fuerzas Armadas. La oposición derechista y centroizquierdista sabe esto, su persistencia sería solo una bandera de agitación con vista a acumular fuerza hacia la elección presidencial de fines del 2022. El cierre de este capítulo de pseudo “lucha” parlamentaria les servirá para plantear la necesidad de formar un frente amplio antibolsonarista bajo la consigna de… hay elecciones en el 2022.

¡De ahí es de donde sacan su “fuerza” Bolsonaro, Guedes y compañía!

Hace pocos días se realizo un Plenario Nacional convocado por los frentes Brasil Popular y Povo Sem Medo, subsidiarios del PT de Lula, donde Boulos fue uno de sus convocantes y voceros. Allí se acordó buscar “consensos” para poner en marcha un “frente amplio” antibolsonaro incluyendo a sectores derechistas y seguir con “planes de lucha” sui generis (bicicleteadas, etc.). La presencia y adhesión de dirigentes sindicales de la CUT indica la traición de esta dirección a la base obrera de los sindicatos y el esfuerzo que realiza para frenar las luchas de los trabajadores y colocar a estos a remolque de alianzas derechistas y antiobreras para las elecciones del 2022.

El problema es cómo superar la losa de la burocracia sindical de la CUT y de los sindicatos que renuncian a organizar una intervención independiente de los trabajadores y se subordinan a las maniobras derechistas de la centroizquierda del PT, PCdoB y del PSOL. Pretenden que las masas se resignen a perder más y más conquistas y condiciones de vida, a la espera que en las elecciones del 2022 el triunfo de un gobierno antibolsonarista las recuperaría sin lucha. El problema, por el contrario, es que la clase obrera y los explotados pasen a la acción directa en defensa de sus derechos y sus vidas. Reclamar que la CUT y los sindicatos rompan su parálisis y colaboración de clases con los gobiernos, partidos y patronales y pasen a organizar planes de lucha por las perentorias reivindicaciones de masas. Expulsar a las burocracias antiobreras y recuperar los sindicatos.

Preparar encuentros de sectores combativos y antiburocráticos, incluso para motorizar el apoyo a los sectores en lucha (municipales, etc.) puede ser un punto de encuentro y coordinación positivos.