Internacionales
15/7/2021|1626
Cuba en un nuevo escenario
Alcance y significado de las protestas.
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Las protestas en la isla caribeña han dejado un saldo de 150 detenidos e incluso un muerto por la represión. Se conoció la liberación de algunos detenidos -que de todos modos, siguen con prisión domiciliaria-, pero hay otra parte que sigue detenida. El gobierno ha montado un gran despliegue de las fuerzas de seguridad y una militarización en el país.
¿Cuáles son las causas y el significado de estas protestas?
Es indudable que el bloqueo que viene ejerciendo Estados Unidos ha asfixiado a la isla y es una fuente permanente de extorsión económica y política. Las penurias que esto provoca se han acentuado con el estallido del coronavirus al privar a Cuba del acceso a medicamentos y artículos básicos y esenciales para hacer frente a la pandemia, que ha pegado un salto en las últimas semanas. Según ciertas crónicas, el sistema de salud estaría comenzando a desbordar en diversas localidades. La pandemia, por otro lado, ha paralizado el turismo, que era una de las fuentes principales de divisas del país caribeño.
El presidente Miguel Díaz-Canel procuró hacer responsable de la situación al bloqueo yanqui, pero eso encubre el hecho que el régimen cubano viene adaptándose a las presiones de las metrópolis imperialistas y llevando adelante un proceso creciente de apertura y restauración capitalista.
Este rumbo se aceleró con la victoria de Biden con la expectativa de los líderes cubanos de que se vuelva a reanudar un acercamiento con Estados Unidos que nació bajo el mandato de Obama y que quedó trunco bajo la gestión de Trump. El régimen castrista ha implementado una serie de medidas que representaron un duro golpe a la población con la mira puesta en mejorar el clima de negocios y abrir la posibilidad de crear una corriente de inversiones.
Reformas a la china
El gobierno procedió a partir del 1° de enero de 2021 a unificar las monedas que utilizaba: el peso cubano convertible, vinculado al dólar estadounidense y el peso cubano. La paridad fue establecida de 1 dólar equivalente 24 pesos cubanos, sin embargo, rápidamente quedó superada: el dólar en el marcado negro pasó a duplicarse y triplicarse. Los salarios se pagan en esta moneda depreciada y se hace cada vez más prohibitivo acceder a los bienes, cuyos precios se han disparado al ritmo de la devaluación. La oferta de productos, incluidos algunos básicos, mayoritariamente se ha trasladado a las tiendas MLC (moneda libremente convertible) donde sólo se aceptan monedas duras -es decir, extranjeras. Fuera de este circuito, en las restantes tiendas que van perdiendo terreno impera un desabastecimiento creciente. Esto es lo que explica las colas que se forman en las tiendas que venden en dólares.
La unificación monetaria trajo una estampida inflacionaria que, en primer lugar, impacta en los productos importados, como son los medicamentos. Pero tampoco escapan los productos básicos, como los alimentos y los servicios. Las tarifas de los servicios eléctricos, por ejemplo, aumentaron cinco veces “Clientes residenciales que pagaban 1.459 pesos cubanos (60 dólares) por 1.000 Kw mensuales, ahora tendrán que pagar 7.267 pesos (302 dólares), el equivalente a 3,5 salarios mínimos“ (El Nuevo Herald, 18/12).La elevación de las pensiones y el salario mínimo (que pasó a ser de 2.100 pesos cubanos) no compensa esta suba de los precios.
Esto ha ido acompañado de otras reformas. El gobierno cubano eliminó el requisito de la participación mayoritaria del Estado en las empresas mixtas (excepto para extracción de recursos naturales y para brindar servicios públicos). Esto tiene como antecedente la apertura años atrás, de una “zona económica especial” del puerto de Mariel para el desarrollo de negocios privados, con amplias prebendas en materia laboral, impositiva y comercial, replicando lo que hizo China cuando dio los primeros pasos en el proceso de restauración capitalista. Raúl Castro y ahora su delfín en la presidencia, vienen señalando insistentemente que China y Vietnam constituyen los modelos a imitar en el que Cuba debe inspirarse.
Al mismo tiempo, la dirigencia cubana habilitó al sector no estatal a exportar e importar lo que supone un abandono del monopolio estatal del comercio exterior. También se modificó el Código de Trabajo, posibilitando el despido sin causa y ampliando la jornada de 8 horas hasta 9 horas “Actualmente, el 30% de la fuerza laboral cubana se desempeña en el sector cuentapropista. Esta categoría engloba tanto trabajadores por cuenta propia como microempresas. Pero no se descarta que se extiendan las actividades privadas permitidas y la formación de compañías privadas de una mucha mayor cantidad de empleados. En opinión del politólogo Samuel Farber, los gerentes de empresas industriales estatales, que ahora gozan de mayor autonomía, junto a cuadros empresariales de las Fuerzas Armadas (titulares del emporio empresario Gaesa), podrían verse favorecidos por esto último y poner en pie sus propios emprendimientos. Son -dice- “el núcleo de una burguesía capitalista cubana en desarrollo que está emergiendo desde dentro del propio aparato comunista” (ídem, 15/11) (Prensa Obrera, “Cuba, el impacto de la unificación monetaria” ). Esto tiene una traducción en el gabinete, donde el ministro de Turismo y el titular de Gaesa han pasado a ser los hombres fuertes del régimen que secundan a Díaz-Canel.
Al trazar este panorama es necesario no olvidarse de una probable ola de despidos que se plantea como amenaza, como resultado de un escenario de quiebras que podrían emerger debido a la eliminación del régimen especial mediante el cual las empresas publicas accedían para la importación a una paridad de 1 a 1.
Fiasco
Sin embargo, las expectativas que abrigaban las autoridades cubanas con este paquete se han visto defraudadas, Biden metió en el freezer sus promesas de operar un giro en la política norteamericana. Pesan en ello razones de política interna. La comunidad cubano norteamericana ejerce un lobby importante sobre la Casa Blanca y cuentan con un peso electoral considerable que preocupa a los demócratas si se tiene presente el apretado resultado electoral que arrojaron las presidenciales.
Otra de las razones con un peso igual o mayor es el propio desarrollo de la crisis mundial capitalista, que ha provocado un retraimiento de las inversiones a escala global. Esto vale especialmente para el turismo, uno de los eslabones más afectados por la crisis, y en los que Cuba colocaba sus mayores esperanzas. La bancarrota capitalista ha hecho su trabajo implacable de topo. La apertura de Cuba al capital internacional, incluido el fomento del turismo, lejos de reportar un beneficio a la economía cubana, ha acentuado su descalabro. Ni siquiera es una fuente de divisas pero sí opera para terminar de desmantelar el ya castigado tejido productivo interno. El panorama más probable que se abre es el cierre de empresas cuando lo que correspondería sería avanzar en un robusto plan de industrialización, a partir de una modernización y reconversión de su parque industrial e infraestructura existente. En lugar de un desarrollo de las fuerzas productivas, la isla está marchando a una involución, un retroceso de las mismas, condenando a la población a nuevos sacrificios, penurias y privaciones.
Mercenarios o reacción popular
Esto es lo que está en la base de las protestas en donde se expresó un genuino rechazo, un hartazgo de franjas populares y sectores que defienden la revolución ante la situación descripta. El presidente Miguel Díaz-Canel debió reconocerlo en su conferencia de prensa, cuando dijo -refiriéndose a los acontecimientos- que entre los movilizados había “personas de pueblo que están viviendo parte de las carencias y dificultades” y “revolucionarios que pueden estar confundidos” (Cuba Debate, 11/7). Esto no fue un impedimento para que, renglón seguido, atribuya el estallido a la obra de “mercenarios”. A la par de las penurias y ajuste, lo que más sublevaba es un crecimiento más marcado de la desigualdad: el ajuste no afecta por igual a toda la población. Como nunca en Cuba se ha acentuado el abismo y la distancia social entre una minoría, nucleada en torno a la elite dirigente, cuyos privilegios se mantuvieron y aumentan (tienen posibilidad de acceder a las divisas norteamericanas, que está vedado para la población en general) y la mayoría del pueblo. Esto está directamente asociado a la restauración capitalista, cuyo sello distintivo es una creciente diferenciación social. La acusación de “mercenarios” a la que apeló el presidente no alcanza para encubrir esta realidad. Aunque las autoridades cubanas pretenden disimularlo, la protesta no es fruto de una conspiración externa, orquestada desde Washington o Florida sino que es fruto de una enorme reacción popular interna.
Viene al caso señalar que el gobierno ha acentuado la persecución contra sectores y corrientes disidentes de izquierda que reivindican la revolución pero que critican el rumbo que viene promoviendo la elite dirigente de la isla. Las consecuencias de esta política de penurias, ajuste y mayor desigualdad han terminado desembocando en el estallido actual. En ese sentido, podemos afirmar que las protestas en Cuba se inscriben en la onda de rebeliones populares que han sacudido Latinoamérica que han salido a hacer frente a los brutales ajustazos y ataque al bolsillo popular.
Perspectivas y desafíos
Las protestas expresan un movimiento heterogéneo y carecen de una dirección política definida. Por supuesto no se nos pueda escapar la explotación política que intentan hacer los gusanos y el imperialismo. En las movilizaciones se ha abierto paso el slogan “patria y vida”, un contrapunto con la consigna “patria o muerte” emblemática de la revolución cubana. Obviamente los enormes padecimientos a los que está sometido el pueblo cubano es un caldo de cultivo favorable para que pueda abrirse paso la prédica proveniente de Estados Unidos. En la otra vereda, está la casta dirigente cubana que es el vehículo “a su modo” de una restauración capitalista pero bajo su tutela y control y de la cual pretende ser uno de sus principales beneficiarios, lo cual por estas razones, choca con el imperialismo.
En medio de este choque entre la burocracia y los agentes directos del imperialismo, cobra más vigencia y actualidad la lucha por poner en pie una fuerza socialista revolucionaria, que apunte a desplazar a la burocracia y a que los trabajadores asuman y tomen en su manos la conducción de todos los hilos económicos y políticos del país y que pongan en marcha un plan que priorice las necesidades populares y encare un plan armónico e integral de desarrollo de las fuerzas productivas Cuba; bajo estas premisas, podrá retomar el rol que tuvo como cabeza de la revolución social y de la unidad socialista de América Latina. En el progreso de esta perspectiva reside la mejor defensa de Cuba contra el bloqueo y cualquier agresión del imperialismo. El desafío es darle una dirección política revolucionaria a las protestas que recién comienzan en la isla y evitar que el movimiento sea arrastrado a una encerrona, atrapado por salidas lesivas, ajenas y a contramano a los intereses inmediatos e históricos de los trabajadores.
Libertad de los detenidos en las movilizaciones Abajo el bloqueo norteamericano. Por el derecho a la organización sindical y política de los trabajadores. Por un gobierno de trabajadores.
https://prensaobrera.com/internacionales/que-esta-pasando-en-cuba-un-video-para-entender-las-movilizaciones/