El auge de los tiroteos masivos en Estados Unidos

Un ataque en los festejos del día de independencia dejó seis muertos.

Highland Park, Chicago, escenario de la masacre.

En medio de las celebraciones por el día de la independencia, un nuevo tiroteo masivo en Estados Unidos dejó seis muertos y decenas de heridos. Los disparos fueron ejecutados por Robert Crimo, un joven rapero de 22 años, en Highland Park, un suburbio de la ciudad de Chicago (Illinois).

Los tiroteos y masacres se han vuelto parte del paisaje cotidiano en la principal potencia del mundo. De acuerdo a la organización Gun Violence Archive, hubo 300 de estos episodios en lo que va del año. Las cifras indican un crecimiento sostenido, que va de 269 casos anuales en 2014 a 611 en 2020.

En algunos casos, estas matanzas alcanzan a los colegios. Un ejemplo es lo ocurrido a fines de mayo en Uvalde, Texas, donde un tirador mató a 19 alumnos y dos maestras en una escuela primaria. Muchos hablan ya de una “generación Columbine” que se ha criado en medio de estos acontecimientos, en referencia a una recordada masacre en 1999 en un centro de estudios en Colorado.

Otras veces, los ataques tienen una inspiración política racista. En mayo, un partidario de las teorías del supremacismo blanco ejecutó una matanza de afroamericanos en un supermercado de Buffalo.

Hay también ataques fundados en el odio religioso y a las diversidades sexuales. En 2016, un tirador mató 49 personas en una disco frecuentada por el colectivo LGTBI en Orlando.

La militarización interna que vive Estados Unidos ayuda a explicar estos hechos. La primera violencia procede de un aparato de seguridad que mató a mil personas en lo que va del año. Muchos de esos homicidios son casos de gatillo fácil como el que hace apenas una semana le costó la vida a Jayland Walker, un afroamericano que recibió decenas de impactos de bala tras eludir un control de tránsito. En paralelo, desde el poder político se alienta a milicias de extrema derecha y se desenvuelve un discurso xenófobo contra los migrantes.

El descomunal aparato represivo norteamericano es, al mismo tiempo, una pieza de mantenimiento del orden en un país atravesado por una creciente polarización social, y el complemento de la guerra imperialista en el exterior, que lleva al Estado a apretar las clavijas dentro del propio territorio y suprimir libertades civiles con el pretexto de los enemigos externos.

Todo esto genera un clima social que estimula el accionar de los tiradores solitarios.

Frente a cada masacre, republicanos y demócratas se trenzan en estériles debates en que unos promueven una mayor diseminación de armas y otros un mayor control. Ninguno va a las raíces del problema.

Una salida es inseparable de una lucha contra el Estado capitalista y el imperialismo.

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