El trasfondo de los últimos golpes de Estado en África

Esta semana, el gabinete de ministros de Guinea-Bissau tenía agendada una reunión con el objeto de prepararse para la próxima cumbre de la Cedeao (Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental), convocada para discutir el reciente golpe de Estado en Burkina Faso. Sin embargo, el palacio de gobierno fue atacado a tiros durante el transcurso mismo del cónclave, en lo que el presidente Umaro Sissoco Embaló denunció como una tentativa de destitución.

Estos hechos grafican el cuadro inestable que vive la región, en la que se produjeron varios golpes de Estado en los últimos meses. Y si bien el gobierno de Guinea-Bissau señala que sofocó el motín (el cuarto desde fines de 2020), otros tantos han tenido éxito: Malí (por partida doble), Guinea-Conakry, la mencionada Burkina Faso y Sudán (el único de los países aludidos que no está en el Africa Occidental sino sobre el Mar Rojo). En el caso de Chad, un país sin salida al mar del centro continental, su presidente Idris Déby, un aliado clave del imperialismo francés en la zona, murió a fines de abril de 2021 en combate contra las fuerzas del Frente para la Alternancia y la Concordia.

Cada uno de los golpes de Estado que enunciamos tiene sus particularidades, pero en todos los casos se pueden apreciar la intervención y los intereses cruzados de las potencias. La mayor expresión de ese injerencismo es la presencia de las tropas francesas.

Aquí presentamos un repaso.

Malí

En agosto de 2020, las fuerzas armadas destituyeron al gobierno de Ibrahim Boubacar Keïta. Su ocaso había empezado en el mes de abril, cuando miles de personas se movilizaron denunciando un fraude en las elecciones legislativas y comenzó una campaña de desobediencia civil. La represión dejó entonces 14 muertos.

A su vez, el gobierno cargaba con la dificultad para contener el avance de las fuerzas islamistas. En 2013, fue este progreso de los rebeldes el pretexto esgrimido por Francia para desplegar 5 mil soldados en la región, en lo que actualmente se conoce como Operación Barkhane. Debido al empantanamiento de esta misión y al creciente repudio popular a la intervención, el presidente galo Emmanuel Macron ha resuelto reducir el número de tropas, a la vez que reclama un mayor involucramiento de los ejércitos del continente. En la zona operan también Takuba (con efectivos de otros países europeos) y la ONU.

En la junta militar maliense estallaron pronto las disensiones internas. En junio del año pasado, el vice Assim Goïta desplazaba al presidente en un nuevo golpe. El nuevo régimen estableció mayores lazos militares con Rusia, lo que desató la furia de Francia, que denuncia incluso la presencia de mercenarios de la compañía moscovita Wagner en suelo maliense. París logró, en tanto, que la Cedeao impusiera fuertes sanciones comerciales a Bamako. El último capítulo de las tensiones fue el reclamo del gobierno maliense para que se retire del país un contingente de tropas danesas, lo que París calificó como una provocación (Africa News, 27/1). La Cedeao y Francia reclaman nuevas elecciones.

Guinea-Conakry

A fines de 2020, el presidente Alpha Condé impuso una reforma constitucional para habilitar su re-reelección. Esto desató, al igual que en Malí, protestas masivas, cuya represión dejó cerca de 30 muertos. Casi un año más tarde, los militares lo derrocaban y tomaban el poder, disolviendo además el parlamento.

Guinea-Conakry es el segundo productor de bauxita del mundo, un insumo del aluminio. Sus principales compradores son Rusia y China, que aumentaron su presencia en el país bajo la presidencia de Condé. El líder de la junta militar, Mamady Doumbouya, se formó militarmente en Francia, por lo que algunos medios sospecharon que el golpe podía ser un intento galo de contener aquel desarrollo (Asia News, 10/9/21). El nuevo mandatario, de todos modos, asegura que los contratos de explotación minera no se modificarán. De lo que no caben dudas es que el país es un eje de disputa entre compañías norteamericanas, inglesas, rusas y chinas por el control de sus recursos minerales.

El aumento de las exportaciones guineanas, base del crecimiento económico del país en los últimos años, ha enriquecido a los grupos económicos, pero no ha favorecido a las masas, cuyas penurias crecen. La pobreza envuelve al 60% de la población, que ha sufrido en los últimos años los estragos del ébola, el encarecimiento de los alimentos y de los combustibles.

Burkina Faso

La semana pasada, las fuerzas armadas depusieron al presidente Roch Kaboré, en el poder desde 2015. Los uniformados tenían divergencias con el mandatario respecto a la conducción de la guerra contra los grupos islamistas, que han ganado mucho terreno en los últimos años. Según el corresponsal de El País de Madrid (24/1), el Estado solo controla hoy las grandes ciudades y sus aledaños, incluyendo la capital Ougadougou. El conflicto ya ha dejado más de un millón de desplazados y 7 mil muertos.

Kaboré mantenía algunos contrapuntos con Francia, que lo venía presionando para que modificara su política de seguridad y defensa. La cadena estatal gala France 24 publicó un artículo llamado “Burkina Faso: ¿jugó Francia un papel en el derrocamiento del presidente Kaboré?” (26/1). Allí se afirma, citando fuentes, que los diplomáticos franceses “estaban trabajando (desde septiembre) en escenarios para una toma de posesión por parte de los militares”.

En Burkina Faso, como en otros países de la región (Malí, Senegal, Chad), se han producido movilizaciones contra las tropas francesas. Este retroceso de París busca ser aprovechado, en todos los terrenos, por Moscú y Beijing.

Sudán

En octubre pasado, el militar Abdel Fattah Al Burhan, parte del gobierno, destituyó al primer ministro, el civil Abdalla Hamdok, y disolvió el Consejo Soberano. De este modo, los militares pasaron a controlar todo el poder, poniendo fin al gobierno de transición surgido de un acuerdo entre los uniformados y las Fuerzas de la Libertad y el Cambio, tras la caída del dictador Omar al Bashir, en marzo de 2019.

Las masas que se sublevaron en su momento contra al Bashir ganaron las calles ante el nuevo golpe. La represión ya ha dejado más de 70 muertos. El cuarteto de “Amigos por Sudán”, integrado por Estados Unidos, Reino Unido, Arabia Saudita y Emiratos Arabes, promueve una negociación entre el ejército criminal, las organizaciones opositores e incluso los “comités de resistencia” (Al Arabiya, 8/1). Esa vía de negociación ha demostrado ser un callejón sin salida.

El continente africano se encuentra sometido al saqueo histórico de sus recursos por parte del imperialismo yanqui y europeo, con las clases dominantes nativas actuando como socias menores de ese entramado. En menor medida, también Rusia y China buscan ahora sacar su tajada de esta expoliación.

La inestabilidad que vive hoy Africa Occidental está asociada a ese saqueo y esa disputa, que tiene como contracara las penosas condiciones de vida de las masas. La expulsión de las tropas francesas y del imperialismo, y la unidad de trabajadores y campesinos, en una federación socialista de pueblos, es un planteo para superar esta situación.