Estallido popular y militarización en Indonesia

Protesta frente a los cuarteles policiales, en Jakarta

El presidente Prabowo Subianto desplegó este lunes 1° el ejército en las calles de Yakarta para liquidar una rebelión popular contra su gobierno, que estalló tras un incremento del 33% en las dietas de los diputados. La suba empujaba esos ingresos a 14 mil dólares mensuales, en abierto contraste con los míseros salarios de los trabajadores. Aunque el aumento fue finalmente cancelado, no se disipó el malestar social.

Las movilizaciones, iniciadas la semana pasada, abarcaron a la capital indonesia (ubicada en la isla de Java) y a ciudades de las islas de Sumatra, Borneo, las Célebes, e incluso la paradisíaca Bali. El viernes 29, cuando una camioneta de la policía arrolló y mató a un repartidor, la furia popular se incrementó y fueron incendiados varios edificios de gobierno, dependencias policiales y casas de legisladores.

La respuesta del gobierno fue sencillamente brutal. Hasta el momento, se cuentan 6 muertos, 20 desaparecidos y más de 1.200 arrestos. La policía llegó a disparar, inclusive, dentro de la Universidad Islámica de Bandung, en Java Occidental. La censura alcanzó a las redes: Tik Tok suspendió provisoriamente las transmisiones en vivo.

Subianto, electo presidente en 2024, es un personaje nefasto. Durante su paso por el ejército, intervino en la represión y desaparición de activistas, durante el período final de la dictadura de Suharto. Se lo acusa, también, de participar en la represión en Timor Oriental, región que fue arrasada por las tropas indonesias durante la lucha por la independencia, alcanzada en 2002. El actual presidente se casó con una de las hijas del dictador indonesio, en 1983.

Más recientemente, Subianto fue ministro de Defensa de Joko Widodo, su antecesor en el cargo. El gobierno de Widodo impuso en 2020 una reforma laboral que alargó la jornada de trabajo, suprimió licencias pagas (por maternidad y menstruación), limitó las posibilidades de pasar a planta permanente, e instituyó una nueva manera de calcular el salario mínimo, perjudicial para los trabajadores. Además, relajó las normas de protección ambiental. En octubre de 2020, un paro general de 72 horas y grandes movilizaciones enfrentaron esa “ley ómnibus” procapitalista.

A caballo de estas reformas e incentivos estatales, el régimen de Widodo atrajo algunas inversiones extranjeras. Subianto prosigue esta orientación, que incrementa la explotación obrera, la represión y la depredación ambiental para seducir al gran capital.

Estados Unidos levantó en 2020 la prohibición de ingreso al país que pesaba sobre el entonces ministro Subianto, como parte de un plan tendiente a ganar influencia en el Sudeste Asiático. El régimen indonesio, de todos modos, busca mantenerse en buenos términos con China, en un equilibrio tanto más difícil cuanto más se agudizan las tensiones mundiales.

Abajo el gobierno asesino y antiobrero de Subianto.

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